Seamos realistas, pidamos lo imposible: Vivienda para los jóvenes

Modelo de autogestión al sur de Londres rebasa las cuatro décadas.


Redacción La Coperacha
Ciudad de México // 25 de agosto 2015

Las protestas estudiantiles en el mundo despedían la década de los sesenta, cuando activistas del Reino Unido decidían exigir su imposible: vivienda cooperativa para los estudiantes y con gestión democrática.

En el año de 1968, John Hands y sus compañeros se organizan en la Cooperativa Estudiantil de Vivienda, SCD por sus siglas en inglés, y abren un camino que aportaría un modelo para las cooperativas de vivienda en el mundo.

El resultado de aquel sueño es una calle cooperativa ubicada en Sanford walk, al sur de Londres, en la que se levantan catorce casas y un edificio de 6 pisos que albergan una población de más de 120 inquilinos que hacen de la autogestión su escuela de vida cotidiana.

No tomaron por asalto el cielo, pero si el suelo
“Trabajar juntos para crear cooperativas de vivienda, operadas en forma de ayuda mutua y negando la explotación económica”, así explica John Hands el motivo que lo unió a sus compañeros en la Cooperativa Estudiantil de Vivienda.

Para finales de los años sesenta no existía ningún marco legal en Londres que reconociera la figura de cooperativas de vivienda. En el panorama sólo existía la relación entre el propietario y el inquilino, y la propiedad individual.

El primer desafío fue implementar una base legal que permitiera los proyectos de viviendas sociales incluyendo normas de construcción, los préstamos para edificarla, las subvenciones y la identificación de los terrenos.

Después de cinco años de lucha la cooperativa estudiantil, en 1973, acuerda con el gobierno del ayuntamiento de Lewisham un proyecto piloto, que impedía alojar familias y sólo era para estudiantes. Se desarrollaría en un terreno industrial abandonado y ubicado entre las dos líneas del ferrocarril en la calle de Sanford.

La superficie de 4 mil 407 m2 de suelo seco e infértil, también ventilado por los vientos contaminados que despedía uno de los incineradores más grandes de Londres, sería la tierra prometida de los activistas y sus ideas de autogestión.

El reto para reunir el financiamiento de las viviendas fue resuelto consiguiendo la mitad de la hipoteca del organismo público Corporación de la Vivienda y la otra de una compañía de seguros.

El diseño arquitectónico incluyó catorce casas y un edificio de 6 pisos. Las habitaciones son de cinco metros cuadrados y las instalaciones comunes son la cocina, el cuarto de baño y la ducha.

“Sanford se abrió en octubre de 1974 y en 1975 SCD transfirió la propiedad colectiva de los edificios a los miembros”, así resume Hands el inicio de Sanford Cooperativa de Vivienda.

Queremos el mundo, y lo queremos ahora…. verde y colaborativo
El funcionamiento de la cooperativa es democrático y participativo. Sus instrumentos son la asamblea mensual y el trabajo en comisiones. Así han construido una comunidad de más de 120 inquilinos que han enfrentado los retos durante más de cuatro décadas.

Uno de ellos fue resolver el entorno de los edificios que, debido a la pobreza del suelo, era poco confortable y saludable. Por lo que decidieron trasladar tierra y árboles frutales y además diseñaron seis estanques interconectados habitados por peces.

Pero el esfuerzo ejemplar lo vivió la cooperativa cuando se planteó en 2001 renovar sus edificios y bajar su emisión de carbono para convertirse en vivienda sostenible.

Deciden que ocho de sus residentes se capaciten en el Centro de Tecnología Alternativa y posteriormente en asamblea acuerdan las medidas a implementar: calentar las calderas con biomasa, sistemas solares para el agua caliente, una amplia azotea verde, aislamiento en paredes, nuevas cocinas y sistemas de ventilación.

Lee Simmons, residente de Sanford, recordando las largas discusiones que regularmente se daban en las asambleas recuerda que en estos momentos las cosas se acordaron por unanimidad.

Los recursos económicos para implementar el giro verde se obtuvieron de los ahorros generados por la cooperativa, también se votó el aumento de las contribuciones semanales. El municipio aportó con los consultores. Recibieron apoyos de programas de energías limpias y decidieron hipotecar las viviendas con el banco ético Triodos. Al final el costo ascendió a 900.000 libras esterlinas.

La organización de la comunidad Sanford alcanzó su nueva meta y además en el 2008 se les otorgó el premio nacional que la reconoce como ejemplo de vivienda sostenible.

No te fíes de alguien que tenga más de treinta años… a menos que sea tú cooperativa
Actualmente la comunidad de Sanford cuenta con estudiantes, bailarines, músicos y artistas, alrededor de 30 arrendamientos se mueven por año pero aún hay personas que han estado desde el principio en la cooperativa.

La comunidad aún recibe peticiones para albergar a nuevos integrantes y es Simmons el que da la pista: “tendemos a elegir a las personas con ideas similares a nosotros mismos, o las personas que creemos que harán avanzar a la cooperativa”.

Sus únicas restricciones para ser inquilino es que tengas más de 18 años y que desees vivir en un entorno cooperativo, pero advierte que Sanford no es adecuado para solicitantes con hijos, no se acepta llegar en pareja pues las habitaciones son individuales, no se permite que tengas perros y debido a que el edificio se construyó en la década de los 70 las instalaciones no tienen acceso para personas en silla de ruedas.

Amy Corcoran actual inquilino de Sanford valora así su experiencia colectiva: “Podemos empezar a sembrar las semillas del cambio y permitir a la gente, que se cuestiona su situación, que vea que sí hay una alternativa y que se puede forjar su vida por sí mismos”.

Así es como la experiencia de Sanford, con sus más de 40 años, ha transformado desiertos industriales en parques, huerta orgánica y viviendas sostenibles y le ha aportado, desde su renovada vitalidad comunitaria, al cooperativismo y a la experiencia autogestiva como forma de vida.

Fuentes: The Guardian, Sandofordcoop.org, Red pepper blog

Foto: New Cross Commoners

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