Balance social cooperativo a la mexicana

Redcoop presenta conclusiones de pilotaje a 25 cooperativas.


Redacción La Coperacha
Ciudad de México // 27 de agosto de 2014

Académicos y estudiantes de cuatro universidades presentan las conclusiones de su investigación piloto para desarrollar el balance social cooperativo en el marco de la asamblea anual de la Redcoop.

La red de investigadores pretende usar esta investigación para definir una metodología propia para realizar el balance social cooperativo bajo el sello Redcoop, algo así como un balance social a la mexicana.

En concreto el balance social permite evaluar cómo están trabajando las cooperativas con relación a los 7 principios cooperativos y esto cómo repercute en lo económico.

El balance social es una herramienta que nació en Argentina y es avalado por Alianza Cooperativa Internacional, ACI incluso certifica a cooperativas que logran hacer este balance y a personas que pueden desarrollar esta herramienta en diferentes cooperativas.

En México no existe el balance social cooperativo, diferentes cooperativas consultadas por La Coperacha reconocen que deben realizarlo pero no saben cómo hacerlo. Tal es el caso de la Caja Popular Mexicana, Federación Alianza y Federación Unisap, grupos cooperativos que han tomado la capacitación ofrecida por Cooperativas de las Américas pero que no encontraron una metodología adecuada para aplicarlo en sus organizaciones.

Balance social a la mexicana
El trabajo que se presenta este día ante los académicos de Redcoop, son las conclusiones del pilotaje del Manual del Procedimietos Administrativos (Mapa), que se aplicó a 25 cooperativas de 5 estados por académicos y estudiantes de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS), Universidad Autónoma de Chapingo, la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y la Ibero campus Puebla.

La maestra Yesenia Ramírez, de la ENTS, explica que esta investigación tiene un proceso de dos semestres donde alumnos de un grupo de especialización aplicaron un balance social a 3 cooperativas, detectando que las organizaciones carecían de un instrumento para registrar las acciones que debían evaluarse, “a este instrumento los muchachos denominaron el Mapa”.

En este pilotaje participaron estudiantes de diversos niveles, desde licenciatura hasta doctorado. Además pudo usarse en diferentes modalidades académicas, así “hubo quienes lo usaron como una herramienta más para su tesis, para otros fue un tema de estudio de maestría, y para otros formó parte de una materia curricular, como fue el caso de los estudiantes de Trabajo Social”, prosigue Yesenia.

Cooperativas dispares
Del resultado del pilotaje se desprende una gran disparidad entre las cooperativas, afirma Yesenia.

“Hay mucho que trabajar todavía tanto en el instrumento como en el interior de las cooperativas, hay quienes tienen mucho trabajo en la educación cooperativa y hay quienes no tienen nada, y hay quienes tienen mucho trabajo en ello pero la identidad está diluida. Y hay quienes no trabajan en ello porque están imbuidos en lo económico”.

También fueron halladas disparidades entre cooperativas rurales y urbanas: “los socios de las cooperativas urbanas tenían más herramientas de formación académica y de comprensión del instrumento pero en la práctica cooperativa, podemos decir que lo practican más las cooperativas rurales que las urbanas”.

Las piedras del camino
Uno de los principales problemas fue la falta de recursos, cada universidad absorbió los gastos y por falta de recursos la Universidad Nicolaita (de Michoacán), la Intercultural de Veracruz y la U de G se quedaron sin participar aunque estaban interesados, admite la maestra Yesenia.

“Otro de los problemas fue la resistencia de las cooperativas a participar, se les explicaba de qué se trataba y les daba temor”, señala la maestra, no querían ser exhibidas ante sus socios.

Norma Castela, Coral Alquicira y Georgina López, alumnas de la ENTS, elaboraron la investigación en la capital del país. Georgina piensa que esta investigación le cambió su visión sobre las cooperativas, “muchas se quedan sólo en el nombre de cooperativa, falta un trabajo de identidad, de formación, de educación y de comprensión de los principios cooperativos”.

Rumbo al sello de certificación Redcoop
El coordinador nacional de la Redcoop, Juan José Rojas, afirma que se llevarán todavía dos años de investigación para aterrizar en el sello de certificación de cooperativas.

“El Mapa es la fase previa para aplicar el balance social, el Mapa lo que le permite a la cooperativa es ordenar su información, tenerla disponible; y lo que estamos concluyendo es que una cooperativa que quiera hacer su balance social debe en un primer año aplicar el Mapa y al año siguiente aplicar el balance social cooperativo”, detalla.

“El proyecto incluso es más ambicioso, pretende ingresar a otras figuras de la economía social y convertirse más adelante en un proceso de certificación, darles un sello que lo hemos denominado Sello Redcoop, agrega.

En voz de la maestra Yesenia, Redcoop defiende la posibilidad de lograr una certificación independiente del gobierno y cooperativas:

“Reflexionábamos que si la certificación la hacía el movimiento cooperativo, sería juez y parte; si lo hacía gobierno, sabemos como se sesgan algunas cosas y las instancias de gobierno desconocen lo que es el cooperativismo, entonces consideramos que Redcoop es un actor importante porque está visto desde la academia, somos los estudiosos del movimiento aunque sí llegamos a formar parte de las cooperativas”.

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