El Mezquite inspira nuevas monedas sociales

Esmeril de Aguascalientes y Pilón de Guadalajara.


Redacción La Coperacha
Ciudad de México // 12 de agosto de 2014

Crece el mundo de las monedas sociales en México construido a partir de comunidades solidarias y aunque reúne a pequeños grupos ya representa importantes síntomas de cambio.

El Mezquite es la moneda social que circula una vez al año durante los días que se celebra la Feria Vida Digna en Dolores Hidalgo, Guanajuato, y ha inspirado a productores de otros estados para replicar su ejemplo.

Este año, la feria que se realizó del 1 al 3 de agosto, organizó un pánel de monedas sociales que contó con la presencia de nueve de sus representantes que compartieron sus experiencias.

Asistieron de Querétaro el Verdillete y el Kuni; de la Ciudad de México el Tláloc, Mixiuhca, Fausto y la Paloma; el Mezquite de Guanajuato; de Aguascalientes el Esmeril y de Guadalajara el Pilón.

Claudia Caballero de la Red Tláloc, y animadora del Mezquite, identifica uno de los objetivos de la feria: “sensibilizar a productores de la implementación de sus monedas sociales dentro de sus propios procesos comunitarios”.

El Esmeril, del merito Aguascalientes
La moneda de los artesanos hidrocálidos apareció durante la Feria Nacional de San Marcos en abril pasado y circuló entre los pequeños productores del Pabellón México Artesanal, en su mayoría indígenas.

La tradicional feria que dura tres semanas y que es reconocida como la “feria de ferias del país”, contó con su moneda por iniciativa de Norma Angélica Morua que desde hace cuatro años coordina el pabellón artesanal de la feria.

“Desde el 2013 teníamos la inquietud de implementar nuestra moneda pero hasta este año la aplicamos. Surge porque nos motiva la feria de Dolores Hidalgo con su Mezquite; de ahí surge”, reconoce Norma Angélica.

La Feria de San Marcos reunió a más de 120 artesanos de 18 estados del país, “al principio no querían ni tocar la moneda”, confiesa Ramón García, promotor del Esmeril.

“Iniciamos con alrededor de 60 artesanos de todo el país que participan en el pabellón. Se les invitó y se les dio un taller mesa por mesa, se les entregaron 50 esmeriles y también promovimos el trueque directo”, recuerda Ramón.

Norma comparte el origen del nombre, “El esmeril es una comida tradicional de los ferrocarrileros en Aguascalientes. Es una gordita de maíz, frita, con papa y col y una salsita de jitomate”.

Pero su moneda, que se reconoce como hija del Mezquite, estuvo a punto de tener otro nombre, “se propuso la Guayaba, para que nos dijeran que somos hijos de la Guayaba, pero al final se votó y quedó Esmeril”, ríe Norma Angélica.

Ya se han propuesto una meta los doce artesanos de Aguascalientes.

“No queremos que el Esmeril se quede sólo para la Feria de San Marcos, queremos reafirmar bien el grupo y que entre nosotros circule todo el año. Queremos lograr poco a poquito lo que ya tiene ahorita Veracruz con el Túmin”, concluye Norma.

De Guadalajara, el Pilón
María del Rosario Anaya Corona, desde la Universidad de Guadalajara, es la promotora de la moneda.

A principios de este año inicia la experiencia del Pilón y las instituciones que colaboran con la universidad para su promoción fueron las representaciones del DIF de Guadalajara, de Zapopan y de Tonalá.

“El Pilón es una moneda formativa, se activa dentro de un programa de capacitación para mujeres de la periferia de Guadalajara. Participan 45 aproximadamente”, señala Rosario.

Las mujeres tienen talleres específicos para diversificar el intercambio, “las de Tonalá tuvieron toda la formación de blancos, las de Guadalajara se les capacita en la transformación de alimentos y el grupo de Zapopan produce artículos de limpieza”, detalla Anaya Corona.

La estrategia final es que cada grupo active su moneda, ocupe el espacio público y confluya en redes de economía solidaria.

Rosario reconoce a la Red Tláloc, promotora del Mezquite, como acompañante en el proceso formativo de las monedas en Guadalajara: “Nos acompañaron a impulsar la moneda Itacate, que hoy está en pausa, y como consecuencia de esa experiencia surge el Pilón”.

El nombre de la moneda alternativa se acordó en los talleres “porque el pilón es ese extra que nos daban antes, era el kilo más el pilón”, agrega Rosario Anaya.

Roberta, alumna de los talleres reconoce que “primero era como romper con las ideas que tenemos sobre el dinero, pero vemos que es posible y nos beneficiamos mutuamente y el grupo se conoce más, hay solidaridad”.

Claudia Caballero, de la Red Tláloc, resalta el valor autogestivo de las monedas sociales ya que “entre nosotros aprendemos a organizarnos mejor para generar una experiencia colectiva”. Y el valor externo lo ubica “en el compromiso que asumimos para acompañar la formación de otras monedas y de compartir lo que descubrimos”.

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