Cooperativa Tzikbal

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Los grandes problemas necesitan de grandes soluciones; de nada sirve limar las inconsecuencias externas de un sistema insostenible.


Tonatiuh Gallardo Núñez
Coordinador del Colegio de Investigación
Cooperativa Tzikbal
tonatiuh@email.com

Si uno se deja guiar por el sentido común, no cabe duda que uno de sus dictados apunta a analizar todas las aristas del fenómeno que se busca estudiar; es éste justamente el trabajo del crítico. Pero no solamente se debe de llevar hasta sus últimas consecuencias lo que conlleva aceptar una idea, también, es necesario involucrar en el análisis el contexto que la envuelve y el que la posibilita. La crítica, como se podrá observar, resulta ser un oficio en extremo demandante. Aun así, la piedra angular del quehacer crítico es no dejarse llevar por el prestigiado vértigo de la presunción; al contrario, el buen crítico es siempre crítico primero de sí mismo, de sus limitaciones y de sus sesgos. Y es que la crítica no es un lugar que merezca las grandes insignias, el crítico es un empleado disciplinado de su pensamiento; él es más bien como un tramoyista curioso que busca un punto de luz que le permita observar las sombras del escenario, las imágenes del proscenio y los gestos del público; todo ello sin perder el equilibrio y caer y arruinarlo todo.

Y así, con lo anterior en mente, fue que un foco rojo se hizo escuchar. Es que ni siquiera hace falta ser un lector avezado para intuir causas eficientes tras bambalinas cuando algo, una idea o un concepto, es al mismo tiempo alabado por la imaginería de la opinión pública y sostenido por los políticos en turno. La innovación social resulta ser ese algo.

En el contexto actual, no es trivial que una de las afirmaciones que más gozan de consenso sea la siguiente: «lo que hace que un producto o un servicio resulte en una innovación es su movilización en el mercado, es decir, su aceptación y consumo por parte de la sociedad».

Iré por partes.

Durante el Foro Europeo por la Innovación celebrado en el 2011, la vicepresidenta de la Comisión Europea encargada de la Agenda Digital de Europa, Neelie Kroes, fue quien enunció el discurso inaugural. Ella planteó ahí una serie de cuestiones que a continuación analizaré brevemente (el video al que me refiero lo pueden encontrar Aquí)

El punto de partida de su decir es una afirmación empapada de obviedad: “Nos encontramos inmersos en una crisis económica; el presente es un tiempo de constantes incertidumbres” (me he tomado la libertad de traducir libremente). “La inestabilidad que surge de la profunda crisis financiera afecta a los ciudadanos europeos; lo hace en sus trabajos, en su salud y en sus oportunidades”. Y así, es desde éste contexto que debemos de entender la siguiente afirmación: “Es la innovación la que ahora puede transformar nuestra economía”; nos dice felizmente la vicepresidenta de la Comisión Europea.

Ahora bien, como todo inicio, el propuesto por la señora Kroes es completamente arbitrario. ¿Qué pasa si, por ejemplo, yo decido colocar el origen un poco más atrás, es decir, si en vez de partir de la existencia de la crisis me remonto a los acontecimientos que generaron el actual debacle económico? Bueno, el tono discurso cambiaría completamente.

Por ejemplo, si acoplo el discurso de la vicepresidenta al marco que se ciñe desde éste nuevo panorama, su afirmación quedaría más o menos así: “Nosotros, los políticos, hemos llevado con nuestras decisiones a que el mundo se encalle aparatosamente en el lodazal de una crisis que está destrozando todo a su paso”.

¿Qué pasa entonces con la segunda parte del discurso de Kroes, aquélla que apunta justamente a las estrategias con las que ellos piensan afrontar la crisis? La señora nos dice: “La solución de la crisis está en sus manos; son ustedes, con sus innovaciones y asumiendo los riesgos inherentes a ellas, quienes nos podrán rescatar de nuestro actual estado de postración. Nuestro papel, nuestra innovación como políticos -dice la mujer-, será simplemente posibilitar los mecanismos para que sus esfuerzos rindan frutos”.

Estas palabras no sólo resultan alarmantes por la irresponsabilidad que ostentan; también perturban el buen ánimo por el cinismo que no dejan de reflejar. La vicepresidenta nos dice: “Innoven, ustedes dedíquense a innovar. Si fracasan, no importa; de los errores se aprende, vuelvan a innovar”. Pero bueno, cuando mi innovación implica de principio una deuda para poder conseguir la infraestructura básica que permita la creación del producto o servicio que preveo como posible innovador, y fracaso; ¿acaso eso no importa? ¡Por favor! Para volver a innovar, primero, necesitaría pagar la deuda que adquirí con mi anterior no innovación. Creo que está de más exponer el lugar de peones que ocupamos en esa partida; huelga decir, jugada por malos ajedrecistas.

En resumen. Si traduzco la estrategia que se lee en el discurso Neelie Kroes al dialecto que aquí estoy utilizando, la proposición central del decir de la vicepresidenta de la Comisión Europea sería: “Nuestras decisiones políticas coadyuvaron a generar una crisis económica que a ustedes les toca reparar; necesitamos de su esfuerzo y de su trabajo; necesitamos de sus ideas, de sus emprendimientos y de sus riesgos. Nosotros les facilitaremos su inserción en el mercado”.

Entonces, y desde éste panorama: ¿son las innovaciones sociales algo malo? No; no se puede ser tan simplista. Pero bueno, ¿las innovaciones sociales sirven de algo? Sí, no cabe duda. ¿Entonces las innovaciones son la solución a la crisis financiera? Claro que no; las cosas no son tan sencillas. 0 k.; pero ¿son una buena apuesta pensando a futuro? … Aquí hay que llamar a un brujo; pero a uno de los buenos.

Lo que sí, pareciera entonces que la estrategia encímale un parche al agujero por donde se descarrila el mar peca un poco de ceguera. ¿O no es así? ¿No hay algo que suena ilógico cuando se afirma que la solución a la crisis que surgió de la dinámica financiera está en el mercado? ¿Es que acaso para volver a construir un edificio en ruinas no es necesario hacerlo desde sus cimientos? Los grandes problemas necesitan de grandes soluciones; de nada sirve limar las inconsecuencias externas de un sistema insostenible. Al menos, eso creemos en la Cooperativa Tzikbal; al menos esa es nuestra apuesta.

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