Migrantes salvadoreños pactan formar cooperativa

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Se firma en su embajada, entre pupusas y asesores mexicanos.


Redacción La Coperacha
Ciudad de México // 19 de noviembre de 2015

Detuvo su camino ilegal hacia Estados Unidos y decidió quedarse en nuestro país. Tiene muy clara la fecha: 6 de marzo del 2011. Se trata de Marta Celida Castaneda, promotora de la cooperativa Cuzcatlán que busca congregar a personas de origen salvadoreño.

“Me percaté que hay mucha similitud con mi país: la gente, el hablar, el tipo de gastronomía y claro con sus pequeñas diferencias. Pero siempre con lo que es el maíz y fue por eso que dije ¡aquí me quedo!”, recuerda Marta quién ya cuenta con la residencia mexicana.

Madre de tres jóvenes y ya con dos pequeños nietos, Castaneda ve que la presencia femenina en la cooperativa le va aportar responsabilidad, administración… y sabor.

“Aportamos mucho en nuestros hogares, muchas somos madres solteras y el apoyo va hacer muy fuerte porque la mayoría nos dedicamos a la gastronomía. Y pensamos que la cooperativa va a permitirnos estar cobijadas”.

En la embajada, entre vino y pupusas se firma el acuerdo
La cita se dio en la representación diplomática de El Salvador. Se podía ver al Cónsul, José Antonio Domínguez pieza clave en la promoción de la cooperativa entre la comunidad salvadoreña, atendiendo los últimos detalles de la reunión que ya reunía a más de treinta invitados.

En su intervención el embajador Salvador Pineda, recientemente nombrado, se comprometió a dar acompañamiento a la cooperativa “en materia política y diplomática con el gobierno mexicano”.

La invitada especial, y que firmó como testigo para promover la cooperativa, fue Liduvina Magarín, Viceministra para los Salvadoreños en el Exterior, que estableció una charla con la comunidad salvadoreña ahí presente.

“Me siento afortunada al estar presenciando un compromiso de organización que es la base de todo esfuerzo para salir adelante”, señaló.

La lectura del convenio le correspondió a Miguel Solórzano, quien además de ser pastor de la Iglesia Luterana del Buen Pastor, será socio de la cooperativa.

El texto leído reivindicó la figura cooperativa como alternativa de organización para mejorar las condiciones de vida y que además cuenta con “principios solidarios y humanistas”.

El convenio que da inicio al proceso de integración de la Cooperativa Cuzcatlán, lo firmaron quince integrantes de la comunidad, pero buscan involucrar al doble de miembros.

Los mexicanos tienden la mano… para la otra pupusa
Los cooperativistas de la Consultoría Profesional para la Iniciativa Social, mejor conocida como Cipis, que le darán forma a la iniciativa salvadoreña son: Martín Knoblauch, Daniel Bastida y Héctor Valdés.

Los asesores y especialistas, en tacos y ahora en pupusas, mencionan que el contacto lo establece Martín con el pastor ecuménico, y el reto es darles forma a los objetivos generales que son el reivindicar un proyecto cultural y apoyar a los migrantes que van de paso.

“Contamos con dos metodologías para establecer un esquema de capacitación y guiar la constitución de la cooperativa”, agrega Héctor, y no descarta que sea más de una cooperativa que se forme pero con actividades relacionadas cada una de ellas.

Daniel sabe que con los talleres y la constitución de la cooperativa apenas inicia el camino por lo que ofrece también el acompañamiento en los procesos comerciales, administrativos, contables, y organizativos: “si ellos así lo desean”.

Cipis se ha distinguido como una cooperativa que buena parte de sus servicios de capacitación las brinda solidariamente, o bien se apoya en programas para evitar que los capacitados carguen con los costos, y en esta ocasión no será la excepción.

De asilado a residente y futuro cooperativista
Juan José Vargas Lemus, conoció México en 1981 y se quedó a vivir definitivamente en 1988. Las causas fueron derivadas de su militancia política durante la guerra que duró doce años en El Salvador.

“Mi salida de El Salvador no fue una decisión de migración, como muchos lo hacen en este momento, llegué como asilado político”, recuerda Juan José.

Y nos confía que aunque se le abrieron las oportunidades de irse a Canadá o algún país de Europa, “yo decidí quedarme en México porque somos la misma gente, venimos de la misma raíz étnica”.

Casado con una mujer mexicana y con hijos nacidos ya en este país, Vargas Lemus resalta que los ejes de la cooperativa deben mostrar una profunda convicción de solidaridad con el migrante, “ser un equipo de apoyo para la gente en tránsito por México”.

Lo que da pie para recordar a Roque Dalton: Pequeño y pobre pan de la solidaridad, bandera contra el frío, agua fresca para la sangre.

La Coperacha

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