Pantitlán no es colonia de paso, es comunidad y cultura

Cooperativa Culturalia busca visibilizarlo como contribución social.


Redacción La Coperacha
Ciudad de México // 21 de marzo de 2016

En días recientes, en los terrenos cercanos al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, los vecinos recibieron la visita del secretario de Desarrollo Económico, Salomón Chertorivski, para, en medio de un foro, decirles que en ese espacio se iba a construir un polo de desarrollo igual que Santa Fe.

El funcionario se encontró con una comunidad que sabe lo que significa la gentrificación, ese proceso por el que se desplaza a los pobladores originarios por otros de mayor nivel económico, y que no está dispuesta a experimentarla.

En ese lugar, rodeado del Metro Pantitlán, el aeropuerto y la entrada a la Ciudad de México, se asienta la cooperativa Laboratorio Educativo Culturalia, un espacio comunitario que es como un abanico de servicios sociales, culturales y educativos para los pantitlences, pero también una alternativa al progreso que les pretenden hacer llegar.

A recuperar…
Culturalia es descendiente de la asociación Desarrollo Integral Comunitario de Iztacalco (DICIAC). A lo largo de los años y junto a otras organizaciones del movimiento urbano popular como Copevi, han elaborado talleres de diagnóstico participativo de donde sacaron la agenda local de Iztacalco.

“Encontramos que las problemáticas eran pobreza y exclusión social, el no ejercicio de la salud sexual y reproductiva, inseguridad, violencia de género familiar y social; inseguridad pública, adicciones, deficiente planeación de la administración pública y deficiente planeación del desarrollo urbano”, dice Angélica Ayala, socia de Culturalia.

Además hicieron el primer diseño de lo que hoy es el Programa Comunitario de Mejoramiento Barrial y en su comunidad recuperaron el espacio público que hoy ocupa la cooperativa. “En 2007 vimos este espacio en los recorridos, era un llano enorme, venían a jugar chicos del fútbol llanero pero también se daban asaltos, hubo violaciones, había adicciones”, recuerda Angélica Ayala.

Como parte del proyecto piloto de dicho programa recuperaron el predio, lo construyeron con manos de vecinos y con la organización Jóvenes Constructores, que ofrece capacitación para jóvenes. Luego lo dotaron de contenidos: una cafetería, una ludoteca-bebeteca, espacios con ecotecnias, bazar cultural y un laboratorio de medios alternativos comunitarios.

“El mejoramiento barrial que hemos tenido aquí, también nos ha enseñado que cuando la gente participa se apropia, porque es de todos”, sostiene Angélica.

La cooperativa
Dentro del diagnóstico comunitario encontraron la falta de empleo, de derrama económica, de vínculos y de redes sociales no virtuales, “parecemos colonia de paso”, dice una de las socias más jóvenes, Josefina Estrella Ayala.

Ante ello, decidieron caminar hacia la economía solidaria. “Ahí empezamos a ver la necesidad de buscar otro modelo económico, y de los proyectos en gestión, estaba la cooperativa de ahorro, la plaza comercial de pequeños comerciantes y los mapas de inclusión y exclusión social”, prosigue.

“Hace un par de años empezamos a ver la cuestión económica, qué onda con la autogestión, no podemos estar dependiendo del presupuesto y empezamos a ver qué onda con la economía solidaria”, sostienen quienes han sido impulsoras de varias políticas públicas.

Ganadoras del Premio Carlos Monsivais
Una de las socias, Angélica Ayala Pliego, fue acreedora del premio al Mérito Cultural Carlos Monsivais 2015 en reconocimiento a su trayectoria, que le fue entregado por el secretario de Cultura de la ciudad, Eduardo Vázquez Martín. Posteriormente la institución las invitó, a ella y sus compañeras, a crear cooperativas culturales en Pantitlán. “Entonces la idea era hacer varias cooperativas, o una cooperativota”, recuerdan.

Pero más allá de fascinarse con tener números grandes, las socias acordaron crear una sola cooperativa, consolidarla, para promever a otras. Afirman que a futuro esto podría ser “una casa de cooperativas, tanto de cooperativas constituidas como de grupos que fusionen cooperativamente, grupos solidarios”, dice Josefina Estrella.

“Vimos que la cooperativa no solamente es una entidad económica sino de valores, de procesos cooperativistas, sobre todo la vena educativa”, tercia Angélica Ayala y subraya que se han autoeducado y desbancado liderazgos, “te das cuenta que las cooperativas deben ser horizontales”.

Pintan su raya, como se dice coloquialmente, con políticos y funcionarios, “si llega de repente un partido (político), uno dice no”, y prosiguen, “la única relación que tenemos con gobierno es de corresponsabilidad, pero las decisiones se tienen que seguir tomando de manera colectiva”.

Visibilización contra gentrificación
La cooperativa les ha dado una forma de vida. Han aprendido de académicos como Laura Collín o Antonio Mendoza, que es necesario hacer algo, producir. “El sistema nos enseña a no producir nada, porque todo lo compramos, eso me ha inducido a empezar a aprender a hacer cosas”, dice Josefina. Así aprendieron a trabajar en la cafetería y también en las ecotecnias, baños secos y la hidroponia.

Si bien afirman que no pretenden una vida de lujos, ven en la cooperativa a “un ente que nos permite trabajar desde el sistema capitalista pero también para desbancarlo y entrar a la economía solidaria. Pero además es un proceso y los procesos tardan un chingo”.

Y en lo que dicho cambio se concreta piensan contribuir a la identidad de la comunidad. “Queremos visibilizar Pantitlán, no queremos la gentrificación y ser el próximo Santa Fe, como cooperativa esa sería nuestra contribución social”.

La Coperacha

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