Vámonos con La Bola… Sureña

“Si la gente ve teatro, ve cine, lee libros, se transforma y ya no puede vivir en un país como este”.


Redacción La Coperacha
Ciudad de México // 04 de enero de 2016

El nombre de la cooperativa La Bola Sureña evoca al “vámonos a la bola” que surgió durante la Revolución Mexicana, cuando cientos de campesinos se sumaban a las fuerzas villistas o zapatistas. Sin embargo la revolución que la cooperativa pretende hacer, es más bien del tipo cultural y comunitaria.

“Nosotros pensamos que el arte tiene un valor incalculable en la transformación de la gente que puede transformar un país”, dice María de Lourdes Rangel, una de las socias. El cambio puede ocurrir por esta vía, explica. “Si la gente ve teatro, ve cine, lee libros, se transforma y ya no puede vivir en un país como este”, afirma.

Para los integrantes de esta cooperativa, la cultura está mal repartida, y la cultura comunitaria está subestimada por las instituciones. “Te vas a la Condesa y encuentras muchas actividades pero te vas a Contreras a Tláhuac y a Iztapalapa y no hay espacios culturales”, dice Arturo Sánchez Barrera, un antiguo promotor cultural que un día decidió impulsar un proyecto de integración de colectivos culturales comunitarios que hoy forman La Bola Sureña.

Ahí viene la bola
Para Arturo la cultura comunitaria tiene tanto valor como la universal o la “supuesta” alta cultura. “Hay muchos valores en la comunidad, la gran diferencia es que en las instituciones no se toman en cuenta esos valores, ahí les importan los números, justificar números para justificar un presupuesto”, dice quien trabajó más de 25 años en lo que hoy es la Secretaría de Cultura del DF.

Durante su trabajo de promotor cultural se percató que los grupos estaban incomunicados, no se conocían ni se apoyaban. Entonces realizó una convocatoria para los colectivos comunitarios, comenzaron con 8 colectivos, principalmente del sur y del poniente, los cuales se capacitaron en el ejercicio de los derechos humanos a partir de la cultura y el arte.

Posteriormente se agregaron más colectivos, al grado de llegar a contar con cerca de 30, entonces vieron necesaria la integración en una organización para tener mayor comunicación e incidir en las políticas públicas.
“Veíamos que el presupuesto no llegaba a las comunidades, que las delegaciones utilizaban a estos grupos, nada más les prometían que iban a tener funciones o que les iban a bajar recursos para equiparlos pero nunca hacían eso”, prosigue Arturo.

Carambola Teatral
La cooperativa, donde toman sus decisiones de manera asamblearia, ha funcionado como un motor para impulsar varios de sus proyectos como la Carambola Teatral, donde presentaron “tres obras de un tiro”, o los foros de reflexión sobre la situación de los artistas o la violencia económica.

“La violencia económica la identificamos en cuanto a los salarios. Es una violencia ganar el salario mínimo que no alcanza para nada. Y otra es que a los artistas y talleristas no nos toman en cuenta y ni siquiera ganamos el sueldo mínimo”.

Esta cooperativa de colectivos, que presentó varias piezas teatrales durante la ExpoCoop en Reforma, identifica que la figura jurídica les da una fuerza que antes no tenían a la hora de manifestarse en los conflictos sociales.

“En las marchas lo hacemos con nuestra manta de la cooperativa. Participamos en discusiones como cooperativa, pensamos que tener una organización que se manifiesta, tiene siempre más fuerza”, dice María de Lourdes Rangel, quien recuerda los performances que han hecho en todas las marchas por la aparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

Otra ventaja es la autogestión, afirman, pues si no hay trabajo con las instituciones, la cooperativa los autoemplea: “si Conaculta no me contrata, me contrato yo”.

La Coperacha

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor deja un comentario
Por favor ingresa tu nombre