Hemos desaprendido a ser profesionales especializados, hemos aprendido a compartir nuestros saberes entre diferentes, hacemos libros para luchar.
Redacción La Coperacha
Ciudad de México // 10 de marzo de 2015
Los caminos de Oaxaca parecen estar hechos con cursivas a punto de desbarrancarse. Ahí en esa calurosa y sinuosa tierra, se ha concretado una iniciativa editorial que no es la alta cultura, ni el refinamiento literario, ni el best seller.
Cooperativa El Rebozo es el nombre del proyecto que desde hace tres años crea “libros para luchar” y ha roto esquemas desgastados de esa industria tradicional, calificada por otras editoriales autogestivas como supermercados de libros.
En este proyecto de la sierra oaxaqueña no hay grandes expertos ni vacas sagradas revisando, criticando, corrigiendo, diseñando y muchas veces cerrando las puertas a libros en ciernes. En El Rebozo lo que hay es personas que han aprendido a hacer libros a través de la praxis.
“Hemos desaprendido a ser profesionales especializados, hemos aprendido a compartir nuestros saberes entre diferentes”, se describen asimismo y se les reconoce la influencia de Iván Ilich, pero sobre todo, de la Universidad de la Tierra de Oaxaca, espacio 100% desescolarizado.
El método de prueba y error
Suman alrededor de 10 personas los que colaboran con la cooperativa, aunque son tres y a veces cuatro los que se dedican de lleno a tejer sabroso, lento y armonioso, los contenidos de El Rebozo.
“Nadie de nosotros estudió una carrera que nos preparara para la tarea editorial, aunque la mayoría pasamos por la universidad y no podemos negar que eso nos ha dado familiaridad con la palabra escrita”, dicen los integrantes de la cooperativa en voz de Irene, hilo conductor para fines periodísticos.
El nacimiento de su primer libro evidencia la ruptura con los esquemas tradicionales. “La primera vez que aprendimos a editar un texto fue en un taller en la calle en un encuentro de cultura libre organizado por una radio en Buenos Aires, llamado Fábrica de Fallas”, afirma Irene.
Con el método de prueba y error, que es el mismo usado por la ciencia, El Rebozo ha editado cerca de 15 publicaciones con tópicos rebeldes, feministas, zapatistas, sobre autogestión y otros horizontales.
La cooperativa es una hija y una milpa
Con la idea de ser coherentes, entre promover la autonomía y experimentar vivir de ella, los socios de El Rebozo formaron su organización. “Decidimos crear esta cooperativa porque no queríamos pasar ocho horas de nuestros días en un trabajo explotado y el resto del tiempo dedicarnos a luchar contra el sistema que alimentamos durante esas ocho horas”, comentan.
“Le pusimos así porque nos gusta la idea de que el futuro lo cargamos en la espalda”, dicen del rebozo como parábola de la madre. “La cooperativa ha sido un proceso de crianza mutua y la queremos como a una hijita o como a nuestra milpa porque es lo que nos ha dado de comer”.
Y aunque afirman que la cooperativa es “una herramienta para la organización y la resistencia económica y no como fin último”, la intención de hacer libros al alcance de todos se volvió la tarea primordial.
Las mujeres
La mujer tiene un peso grande en la cooperativa. Así los textos de crítica al patriarcado jalan El Rebozo hacia una postura política. “Los textos feministas han sido propuestos por las mujeres de la cooperativa que, aunque minoría, han sido las que más se han dedicado al trabajo de diseño editorial y tal vez eso ha favorecido que tuvieran una cierta prioridad”, dice Irene.
“No pensamos que los textos en contra del patriarcado vayan dirigidos exclusivamente a mujeres sino que a partir de nuestra propia experiencia hemos encontrado muy rico el proceso de compartirlos entre hombres y mujeres”, agrega.
“Hilando fino desde el Feminismo Comunitario”, de Julieta Paredes, feminista aymara; y “Por un feminismo de la recuperación”, de Casilda Rodrigañez, son algunos textos sacados en esta editorial.
¿Cómo se hace un libro?
Los criterios editoriales como el afamado autor o el potencial de venta, aquí no aplican. Y si bien no han logrado formar un consejo editorial permanente, usan un criterio horizontal que se asemeja al taller literario.
Las publicaciones surgen de afinidades políticas personales o colectivas, así “cuando hay una propuesta de libro, se pone una fecha para discutirlo, previa lectura de todos, para escribir una introducción a partir de la reflexión colectiva”, explica Irene.
Con métodos artesanales de impresión, que además se difunden en talleres comunitarios, han surgido títulos que van de “La convivialidad y los ámbitos de comunidad: Claves del mundo nuevo”, de Gustavo Esteva; a la poesía rebelde de “Lanzallamas, Poesía para la revuelta cotidiana”; así como apuntes sobre autogestión y “Otra economía posible”, y una recopilación de comunicados del EZLN titulado “¿Escucharon?”.
El trueque como forma de vida
“Estamos convencidos y hemos comprobado que las relaciones de colaboración y reciprocidad favorecen nuestra economía más que las relaciones de competencia”, dicen. Bajo esta visión propia de altos posgrados de economía solidaria, también hacen trueques de libros y compras en común con editoriales independientes, para abaratar al capital.
En lugar de competir por la exclusividad de un texto y solventar solos un gasto, El Rebozo busca a otros colectivos y editoriales de diferentes territorios para socializar la inversión, comprar el libro a precio de costo y resolver el tema de la distribución.
La sustentabilidad pasa por trabajar con otros proyectos y cooperativas. “Hemos colaborado no sólo en el trabajo (editorial) sino también en resolver el tema de la vivienda y del consumo, participamos en una caja de ahorro autónoma. Sin todas estas prácticas nuestro proyecto sería totalmente insostenible”.
El Rebozo, en colaboración con la Universidad de la Tierra, La Jícara, Pez en el Árbol y Sur Plus (editoriales independientes), han tejido una Feria del Libro Independiente y Autogestiva, donde se defiende al maíz, se canta poesía, se hacen editoriales cartoneras, pero sobre todo, se aprenden las nuevas formas de relación.
La Coperacha