Autofinanciamiento y cooperativas ofrecieron calidad al cine mexicano: Alejandro Pelayo

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“No hay momento más triste para la cinematografía mexicana que los años ochenta”


Redación La Coperacha
Ciudad de México // 12 de diciembre de 2014

A través del autofinanciamiento y el modelo cooperativo, los creadores cinematográficos ofrecieron un cine de calidad en los años ochenta, explicó el cineasta Alejandro Pelayo, dentro de una serie de conferencias promovidas por Conaculta y la Academia Mexicana de la Historia. El actual director de la Cineteca Nacional, afirmó que fue el surgimiento de una generación de cineastas, actores, guionistas, directores y productores, conocida como “la generación de la crisis”.

Según Pelayo, “no hay momento más triste para la cinematografía mexicana que los años ochenta, pues el trabajo independiente era de sobrevivencia, ya que no había ningún tipo de apoyo”.

El autor de cintas como Miroslava y Días difíciles explicó que en un momento de crisis económica y social, en un contexto en el que el cine estaba dominado por la producción privada y de mala calidad, hubo el resurgimiento del cine independiente nacional.

Pelayo hizo un contraste con la época de los setenta, en donde a diferencia de los ochenta, se vivió un gran momento porque existía la libertad de filmar lo que se quería sin censura y con el apoyo financiero estatal, y catalogó los años setenta como un entorno maravilloso para el cine.

Aunque en la época de los ochenta permeó la censura, no todo fue tan malo dijo Pelayo, pues después de los primeros cinco años de esa década, ya con un modelo aprendido por los realizadores, surgieron iniciativas como el tercer Concurso de Cine Experimental con importantes propuestas.

Además, hizo un repaso de algunas cintas como Lola (México,1989) hecha como una coproducción entre cooperativa y la empresa privada. Refirió que fue a finales de los ochenta cuando se consolidó la producción independiente que con mayores recursos a las producciones. Películas como Goitia Un dios para sí mismo (México, 1989), y Morir en el Golfo (México, 1990), marcaron el final de una época y el inicio de otra.

Las últimas películas bajo el modelo cooperativo fueron Rojo amanecer (México 1990) y Retorno a Aztlán (México,1991), pues ya para los noventa cambia todo el esquema por la visión neoliberal, explicó Pelayo. “Desaparecen las cooperativas, los mismos directores se convierten en empresarios y el Estado comienza a aportar cerca del 60 por ciento de ingresos para la producción, aunque a través de las empresas creadas por los propios directores”.

Alejandro Pelayo también adelantó que para 2015, ya se preparará un ciclo que contextualice y dé a conocer las piezas hechas por “la generación de la crisis”.

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