Pedalear el Centro Histórico con Ciclotaxis Los Mosquitos

En la oficina de Los Mosquitos guardan y reparan a los ciclotaxis.

Usan la bicicleta como base de movilidad sustentable para personas y mercancías.

Usar la bicicleta como la base de un modelo de transporte sustentable y trabajo cooperativo en el Centro Histórico de la Ciudad de México fue la idea inicial de la cooperativa Ciclotaxis Los Mosquitos, una de las 4 organizaciones cooperativas registradas por el Gobierno local que operan en el primer cuadro, que es al mismo tiempo, la que más ha crecido en los últimos años.

La oficina de la cooperativa Los Mosquitos está en un estacionamiento público sobre la calle Balderas. En dos pisos del estacionamiento, 70 socios cooperativistas, entre ellas 14 mujeres, guardan sus unidades, realizan mantenimiento, reparaciones mecánicas a las bicis y electrónicas a las pilas de litio que ahora forman parte del modelo híbrido con el que trabajan. Las unidades asemejan a los antiguos taxis cocodrilos que circulaban negriverdes a mediados de los años 50 en la ciudad.

En los sillones de esparcimiento y descanso para socios, Miguel Maximiliano Durán y Arcadio Salomón Sánchez, presidente y secretario de la cooperativa reciben a La Coperacha para actualizar el zumbido y pedaleo de Los Mosquitos.

Miguel Maximiliando y don Arcadio Salomón, socios cooperativistas de Los Mosquitos

Lo que más orgullo genera en ambos es ser la primera cooperativa mexicana en desarrollar con apoyo de algunas organizaciones un modelo híbrido que está pensado para la seguridad de cualquier persona: con alguna discapacidad o para transportar cualquier tipo de mercancías del Centro Histórico, espacio descrito por Miguel Maximiliano como “un centro comercial gigante” con su área de telas, herramientas, vestidos, verduras, comidas y cantinas.

Un poco de historia
Lejos ha quedado aquel año de 2014 del gobierno de Miguel Ángel Mancera, cuando bajo operativos policíacos se les impedía circular y trabajar en el primer cuadro del país. “Casi desde la constitución de la cooperativa recibimos por parte del Gobierno de la Ciudad de México represión, desigualdad, marginación, desprecio”, recuerda Miguel Maximiliano.

Entonces les fueron decomisados y llevados al corralón entre 100 y 150 unidades, sus anteriores bicitaxis, bajo el argumento que no estaban regularizados, acciones que fueron calificadas por organizaciones de ciclistas como una incongruencia de parte de un gobierno que se decía promotor del uso de la bicicleta.

“Cómo es posible que un gobierno pueda reprimir o desaparecer algo que es este parte de la cultura mexicana, porque el servicio del bicitaxi es parte de esta cultura”, dice un enojado Maximiliano. El cooperativista refiere que el trato y la represión gubernamental a Los Mosquitos en el fondo buscaba apoyar a la cooperativa “oficial” Ciclotaxis Aztecas del Bicentenario.

Fue en 2008 cuando bajo el impulso gubernamental nació la cooperativa Ciclotaxis Aztecas del Bicentenario, reconocida por poseer unidades verdes que combinaban la pedaleada con el motor eléctrico y donde se pretendió agrupar al enorme número de bicitaxis del centro.

La referencia a la cooperativa Aztecas del Bicentenario viene a cuento porque de ahí se desprendió un puñado de 18 operadores, que en realidad fueron expulsados por exigir transparencia en la administración de la cooperativa. En ese grupo ya zumbaban los mosquitos.

Cambio climático
“Hablemos del cambio climático. Desde los años 50 y 60 las ciudades se vienen construyendo para autos y no para personas”, dice el presidente de la cooperativa. Con el uso excesivo de los automóviles y de los combustibles fósiles “caminamos hacia un horizonte encerrados en altas temperaturas, necesitamos vehículos de baja velocidad como la bicicleta y que no contaminen”, añade.

Por eso este modelo propuesto por Los Mosquitos ofrece un alternativa, dice. “Necesitamos políticas públicas de movilidad que garanticen que las personas se puedan mover sin tener que contaminar”.

De acuerdo a los cálculos elaborados por las organizaciones impulsoras del ciclotaxi y el bicitaxi en la ciudad, todas las organizaciones mueven en conjunto alrededor de 300 mil personas diarias, el mismo número que transporta el Tren Suburbano que conecta al Estado de México con la capital. Entonces, reflexiona Miguel, se requiere una política de apoyo similar al que se le da a un proyecto de esas dimensiones.

Con todas las de la ley
En 2014 se publicó la Ley de Movilidad de la Ciudad de México, por primera vez se introdujo el concepto del ciclotaxi: “vehículo de propulsión humana a pedales que puede contar con un motor eléctrico para asistir su tracción con el propósito de brindar el servicio público de transporte individual de pasajeros”.

Los Mosquitos consideran que una parte del impulso para concretar ese reconocimiento al ciclotaxi en la ley, fue el trabajo de las organizaciones de bicitaxi, muchas de ellas esparcidas por las alcaldías de Tláhuac, Iztapalapa así como las del Centro Histórico.

A partir del reconocimiento, lo siguiente fue reglamentar el uso del ciclotaxi. Hoy están regularizados a partir de una placa, un permiso-tarjetón, que es una especie de licencia, un engomado, además de portar una cromática y la capacitación ofrecida por la misma cooperativa.

Trabajo cooperativo
Algunas de las acciones cooperativas que mantiene Los Mosquitos son dos asambleas al año para visualizar el estado financiero, cinco asambleas para analizar los temas de los motores eléctricos y el funcionamiento de las unidades.

Algunos beneficios del trabajo organizado son que ninguna unidad se queda tirada, “siempre cuenta con apoyo por parte de la cooperativa tanto para mantenimiento eléctrico o mecánico”, dice Miguel Maximiliano.

En caso de enfermedad “se le apoya con el 50 o hasta el 70% de las aportaciones dependiendo de la enfermedad”, en caso de fallecimiento se cubre el 100% de los gastos funerarios. Otro beneficio es que los socios son propietarios de su unidad y del permiso o concesión que entrega el gobierno.

Finalmente, el modelo híbrido desarrollado por la cooperativa ha permitido una segunda oportunidad laboral para socios que ya se sentían jubilados. Fue el caso de Don Arcadio, quien siendo un cooperativista adulto mayor, se había jubilado del pedaleo pero pudo regresar al jale con Los Mosquitos.

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