Advierten que Ley General de Biodiversidad es administrativa para el reparto de la riqueza de un país megadiverso
Redacción La Coperacha
Ciudad de México // 17 de abril de 2017
Durante el mes de abril, en cualquier momento, senadores pretenden aprobar de manera rápida la iniciativa de la Ley General de Biodiversidad, “una ley administrativa para el reparto de la riqueza de un país mega diverso”, advierte Francia Gutiérrez, la jija del maíz.
Esta iniciativa de ley fue presentada en octubre de 2016 por la presidenta de la Comisión de Medio Ambiente, la senadora Ninfa Salinas Sada. Su aprobación quedó en el congelador por la realización de la Cumbre de la Diversidad Biológica COP 13, en diciembre, y “porque además tenía errores de forma y sustancia”, explica Francia.
La jija del maíz menciona que este borrador integra elementos de otras leyes de protección al medio ambiente, que copia y pega el protocolo de Nagoya, “que tiene que ver con la distribución de los repartos equitativos de los recursos genéticos, de los conocimientos tradicionales, cosa que no nos viene del todo bien, siendo que la población indígena y campesina es quien resguarda mayormente en sus territorios esta diversidad de recursos genéticos”, indica la también integrante de la Campaña Sin Maíz No Hay País.
Ante este proceso tan acelerado, la jija del maíz hace un llamado a los senadores para que detengan esta iniciativa, “hagan una pausa en el camino y lo hagamos (construir la ley) con la voz de los que están siendo involucrados y afectados”, señala.
“Entonces sí queremos una Ley General de Biodiversidad, pero que incorpore los derechos ya ganados, que considere las voces de los guardianes y custodios de este país mega diverso de sus recursos genéticos, a partir de ahí tiene que surgir esta ley, de esas voces, de esos saberes, de esos conocimientos y de esa aprobación”, exige Francia.
“También de las voces de académicos que ya han generado propuestas a lo largo de muchos años para la aplicación correcta, por ejemplo en materia de derechos humanos”.
“Sí a la biodiversidad con voces indígenas”, concluye la jija del maíz.