Las empresas comunales de Ixtlán combinan lo social, económico y ambiental.
Redacción La Coperacha
Ciudad de México // 08 de enero de 2018
En las zapotecas tierras de los guerreros Jupa y Cuachirindoo, los que enfrentaron durante cuarenta días una incursión azteca, se encuentra la comunidad de Ixtlán de Juárez, Oaxaca. Desde una altura de 2 mil metros sobre el nivel del mar se aprecian miles de hectáreas de bosque que nueve empresas comunitarias resguardan y trabajan.
En Ixtlán de Juárez no existe la propiedad privada, se vive y se toman decisiones a partir de los usos y costumbres, este sistema les ha blindado el suelo. Ixtlán posee una vegetación que va del bosque mesófilo (o bosque de niebla), de pino, encino y selvas. Aunque su principal riqueza viene del aprovechamiento forestal no se ven tajos pelones. Pero no siempre fue así.
Las empresas comunales
En los años 70 y 80, concesiones de explotación forestal a empresas privadas minaron sus recursos forestales y los comuneros eran contratados como empleados. Entonces se creó una unión de ejidos y comunidades, donde participaron decenas de comunidades de la Sierra Juárez, cerraron filas por sus tierras, echaron (por medio de un proceso legal y social) a las empresas privadas y nació su modelo de trabajo comunitario.
En Oaxaca, de 517 municipios existentes 418 se rigen por usos y costumbres, y como en Ixtlán, toman las decisiones en asambleas donde los comuneros están presentes.
En una asamblea comunitaria de Ixtlán se decidió formar las empresas comunales. Éstas son motor económico del pueblo, generan empleos y una derrama considerable: unos 250 empleos directos (socio-trabajadores) y 120 indirectos, así como un movimiento económico de 30 millones de pesos anuales, calcula el presidente del Comisariado de Bienes Comunales, el ingeniero Félix Ruiz Pacheco.
Las empresas comunales no concentran las ganancias, la manera en cómo se distribuyen los recursos también es acordada en la asamblea. Del total de utilidades 10% se destina a trabajadores, quienes cuentan con 30 días de aguinaldo, seguro social, uniforme y equipo de seguridad; 30% se manda al Comisariado de Bienes Comunales para repartirse entre los 521 comuneros; el 25% sirve para capitalizar a la misma empresa y el restante se va a previsión social y para el retiro de los socio-trabajadores.
Bosques para siempre
Entre las empresas comunales de Ixtlán se encuentra la Unión Forestal Santo Tomás, la fábrica de muebles Productora Comunal y el Vivero Forestal, con ellas se construye un ciclo de aprovechamiento maderero, transformación y recuperación del bosque.
Personal de la empresa comunal Servicios Técnicos Forestales realiza un plan para el trabajo del bosque, delimita las áreas de conservación, reforestación y extracción. El terreno comunal está cuadriculado en decenas de fracciones y cada año, se aprovecha únicamente una de estas cuadrículas para dar tiempo a que las otras se recuperen. Así cuando todas las cuadrículas han sido aprovechadas, la primera ya se reforestó y maduró.
“Antes le llamaban explotación forestal, ahora le denominan aprovechamiento forestal, no significa un simple cambio de nombre, es un cambio de visión”, describe Amado Maurilio Méndez Pacheco, técnico industrial forestal y comunero que ha participado en varios cargos.
La organización ambientalista GreenPeace ha tomado en cuenta el modelo de gestión de Ixtlán de Juárez y destacado el certificado internacional “FSC Forest Stewardship Council, Bosques para todos, bosques para siempre”, otorgado por la WWF, que garantiza la sustentabilidad de su madera y muebles.
Las otras empresas comunitarias son una envasadora de agua, una gasolinería, una tienda de materiales que de paso, sirve para colocar un precio estable en la región y que la empresa privada no los pueda elevar, una Sofom (sociedad financiera de objeto múltiple) dedicada al préstamo de recursos para vecinos y el centro de hospedaje comunitario Ecoturixtlán.
Hospedaje en medio de las nubes
Ecoturismo Ixtlán fue creada por acuerdo de asamblea durante el bum del turismo alternativo a mediados de los años 90, es administra desde hace 5 años la comunera Laura Pérez. Rodeada de nubes y neblina, ofrece hospedaje para 60 personas, restaurante, salón de capacitaciones, actividades de naturaleza como tirolesa, rappel y recorridos al bosque en bici y a pie.
Por su experiencia comunitaria en la gestión de sus recursos Ixtlán se ha ganado el nombre de comunidad instructora, cada año recibe a personas de diferentes comunidades que llegan al seminario De Comunidad a Comunidad que se lleva a cabo en las instalaciones de Ecoturixtlán.
“Ellos vienen a ver cómo hemos ido creciendo porque somos modelo a seguir. Vienen a conocer cómo se organiza la comunidad, cómo establecemos controles, cómo podemos tener usos y costumbres y cuidar nuestros bosques”, explica Laura Pérez, quien se toma un tiempo durante un encuentro de mujeres de la Sierra Juárez, donde también participa Ixtlán.
La joven directora sintetiza lo que para el pueblo simboliza una empresa comunal como esta: “La finalidad de una empresa comunitaria es llevar empleo a tu gente, significa mucho porque tienes que tener tres aspectos fundamentales, lo social, lo económico y lo ambiental”.
La Coperacha