Huertos, baños secos, cisternas y cooperativas son algunos resultados.
Colaboración especial de Eunice Lozada
Ciudad de México // 10 de agosto de 2015
Fue a principios del 2012 cuando los noticieros pusieron su foco de atención en el territorio de Wirikuta gracias a que varios activistas y artistas levantaron la voz en defensa del territorio sagrado del pueblo Wixárika, también conocido como pueblo huichol. Su demanda fue que se retiraran las 72 concesiones otorgadas a empresas mineras, sobre todo canadienses, para explotar los recursos que se encuentran en una región emblemática para la cultura wixárika y protegida por su riqueza natural.
Su activismo se concretó en mayo de ese año con el Wirikuta Fest que convocó a más de 50 mil asistentes a un concierto en el Foro Sol de la Ciudad de México. Quizá hasta antes de esos días, muchos de quienes acudieron no habían escuchado hablar de Wirikuta, pero esa tarde, de la voz de sus artistas y grupos preferidos, comprendieron que la importancia de esa tierra no sólo era espiritual, sino natural. Al final, el escenario principal, las gradas y la pista del Foro Sol retumbaron a la voz de un solo grito “¡Wirikuta no se vende, Wirikuta se defiende!”.
Pocos días antes del concierto la minera canadiense decidió retirarse y ceder los terrenos al pueblo wixárika, así, gracias también a la presión social el territorio fue protegido por el gobierno federal. Pero luego de lo sucedido ¿qué pasó en las comunidades que abarcan la zona de Wirikuta en el estado de San Luis Potosí?
Ofrendar desde la sociedad civil
Wirikuta es una región natural semi árida que abarca seis municipios del altiplano potosino. En ellos habitan personas de origen rural que si bien están asentadas en el territorio sagrado huichol, no todos forman parte de esta etnia, aunque varios comparten su espiritualidad. Es en estas comunidades donde diversas organizaciones de la sociedad civil han realizado trabajo social y proyectos productivos.
Tras el Wirikuta Fest, el Consejo Regional Wixárika decidió que una parte de los recursos económicos se destinaran a los proyectos presentados por estas organizaciones, once en total. Una de ellas fue Ofrenda, Restableciendo el Equilibrio A.C., fundada en 2011 por Nadia Morales y Pierre Vignon.
Nadia llegó por primera vez a la sierra Wixárika durante su bachillerato, la experiencia y el vínculo que vivió la hizo regresar con frecuencia, hasta que decidió establecerse en la comunidad a la que poco a poco aportó gracias a sus estudios en veterinaria. En 2011, junto con Pierre, comenzó el trabajo formal en Ofrenda, nombre que eligieron como una forma de regresar a la comunidad y al espíritu de la sierra un poco de lo que recibieron de ella.
Su primera labor fue la elaboración de un diagnóstico participativo con la comunidad de Los Catorce en el municipio del mismo nombre. La conclusión fue que uno de sus principales problemas era la escasez de sistema de drenaje, por lo que, gracias a los donativos que recibieron y a la orientación de un equipo especialista lograron la instalación de 24 baños secos. A lo largo de ese año trabajaron con actividades para niños e hicieron otros diagnósticos del cual surgió el proyecto de la instalación de cisternas de ferrocemento.
Luego de la coyuntura del Movimiento en defensa de Wirikuta en 2012, Ofrenda presentó sus proyectos ante el Consejo Regional Wixárika. Con los recursos obtenidos, en 2013 y 2014 continuaron el trabajo en conjunto con la comunidad pero ahora en la organización de la cooperativa de mujeres “Flor de la Sierra”, ubicada en la comunidad de Los Catorce, a quienes se capacitó en la elaboración de productos cosméticos, así como en administración para que fueran ellas mismas las que llevaran la rienda de la cooperativa.
Con el tiempo “Flor de la Sierra” comenzó a distribuir sus shampús, pomadas y cremas para labios en Real de Catorce y en el Distrito Federal a través de Ninfa Alvarado y Refugio Flores, quienes colaboran con la organización desde la Ciudad de México.
Carretas, el primer voluntariado
En estos tres años Ofrenda ha trabajado también en la implementación de huertos familiares, en la construcción de cisternas de ferrocemento y en la rehabilitación del comedor y cocina del proyecto “Flor del desierto”. Todo este movimiento fue observado por la comunidad vecina de Carretas, cuyas mujeres se acercaron a Nadia para solicitarle que también las apoyará en la gestación de su grupo de trabajo.
De esta manera, a principios de 2015 el equipo comenzó la capacitación de un grupo de 21 mujeres de la comunidad de Carretas para elaborar mermeladas y productos de fruta, de hecho, fue una de ellas quien compartió su receta de duraznos en almíbar que ahora ya se distribuye al igual que la mermelada de higo. Otra variante que desean experimentar es la deshidratación de frutas y verduras, sobre todo del nopal, abundante en la región.
Para ello, estas vacaciones de verano Ofrenda decidió implementar, apoyada por Organik A.C, su primer trabajo de voluntariado en Carretas en el que cerca de treinta visitantes de la Ciudad de México, Puebla y Veracruz aportaron su trabajo para la rehabilitación de la vieja escuela de la comunidad que en un futuro servirá como centro de operaciones de la recién creada cooperativa, y para la construcción de un deshidratador solar.
Este primer voluntariado sirvió de experiencia tanto para la organización como para la comunidad, pues fue la primera vez que ellos recibieron en sus casas a personas ajenas a su entorno como una forma de agradecer la labor. El trabajo duró un fin de semana y el aprendizaje fue vasto, Ofrenda decidió que repetirá la experiencia del trabajo voluntario, afinando detalles como la coordinación de quehaceres, y los asistentes tuvieron la oportunidad de convivir con los habitantes de la sierra Wixárika.
Como vemos lo que hubo detrás del Wirikuta Fest fue más allá de un concierto o de una suspensión de actividades empresariales. El territorio sagrado de la étnia wixárika seguirá latiendo desde el espíritu de la tierra hasta el espíritu emprendedor de sus habitantes.
Foto: Eunice Lozada
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