Sembrando orgánico y cosechando comunidad.
Redacción La Coperacha
Ciudad de México // 26 de octubre de 2015
En la cabina de Radio Ciudadana, hace cinco años, Alan Vargas Fabero fue invitado al programa de La Coperacha para presentar el proyecto del Mercado el 100: “queremos que sea un espacio de encuentro entre productores y consumidores locales”. Resaltaba sus valores “local, sano, limpio, rico y justo”.
Desde entonces, el mercado congregó en una plaza pública a un grupo de pequeños productores orgánicos, que se encontraban en un perímetro máximo de 100 millas alrededor del DF.
El espacio público acordado, con autoridades y vecinos, inicialmente fue la Plaza Río de Janeiro de la colonia Roma con la escultura del rey David como testigo.
La Comunidad del M100
Durante cinco años el mercado le apostó a la construcción de una comunidad alrededor de la propuesta orgánica y así evalúan al paso del tiempo.
Ana Gabriela Calderón, actual coordinadora del Mercado el 100, nos recuerda que el mercado inició con 12 productores y que actualmente ya reúne a 56 que distribuyen su presencia en cuatro sedes: Roma, Coyoacán, Tlatelolco y Plaza Loreto.
Para Ana la comunidad que se ha construido en cinco años toca varias dimensiones: “entre los mismos productores, con los consumidores, con vecinos, con algunos medios de comunicación y con otras asociaciones”.
Emma Villanueva, de la cooperativa Casa Tlalmamatla, ofrece alimentos derivados de maíz, de frijol, hortalizas y frutas de temporada. Su cooperativa familiar está en Tepetixtla, Estado de México: “Popocatépetl esquina con el Volcán Iztaccihuatl”, precisa riéndose.
“Nuestra cooperativa ha crecido y hemos involucrado a otros productores de la zona para producir orgánico”, responde Emma, ante la interrogante de la comunidad que ha construido el M100.
Para Roberto Rico, que ofrece el café de la Sierra Otomí-Tepehua, el gran sustento del 100 es “la comunidad que se empezó a crear entre productores y consumidores. Muchos consumidores se han vuelto ya cómplices y algunos ya han ido con nosotros a la cosecha del café”.
Clara Rodríguez, que ofrece detergentes biodegradables, artículos de belleza y de aseo personal, afirma que el 100 sí ha construido comunidad “incluso entre algunos productores practicamos el trueque”, presume.
Las dificultades de producir orgánico
Para Ana un claro problema de la producción orgánica es el crecimiento de la mancha urbana: “Se han reducido mucho las zonas de producción”, señala.
La dificultad que identifica Clara está en que se produce en poca cantidad, lo que eleva costos y precios: “y hasta cierto punto sigue siendo un producto elitista”.
Añade que si hubiera apoyos para aumentar la producción orgánica “estaríamos hablando de otro impacto: del cuidado de la salud y del medio ambiente”.
Roberto ve en los precios de los productos orgánicos la fuente del problema, “pues se vuelve inaccesible para una parte de la población”, y coincide en que “no hay un programa nacional para apoyar la producción de un mayor volumen de orgánicos”.
Los problemas del espacio público
El principal obstáculo que ha enfrentado el M100 ha sido defender su permanencia en el espacio público.
Ana reacciona con un profundo uuufff, antes de contestar la pregunta de cuáles han sido los mayores obstáculos del M100: “Con autoridades, pues siempre el espacio público es todo un lío”. También reconoce que tomar acuerdos con los productores ha representado un gran reto.
Para las productoras de los quesos frescos de la Finca VAI, Eunice Gutiérrez y Pina Segura, las autoridades ignoran que comer orgánico es un acto cultural y político que se define entre “ir al super o a un mercado de productores”.
“Las autoridades creen que esto es un tianguis convencional, o un mercadito de chácharas, o que somos ambulantes”, agrega Eunice.
Y es que los productores no olvidan que en marzo del 2014 frenaron, apoyados por su comunidad, una amenaza de desalojo formulada por autoridades de la delegación Cuauhtémoc.
Las sedes del M100
La propuesta del 100 ha sido importante para productores y consumidores por lo que han ampliado su presencia en varios puntos de la ciudad.
Ana Calderón así define las actuales sedes del M100:
“La sede Roma es como la estrella, porque ha logrado permanecer en el espacio público. Un espacio tan peleado”.
“El Huerto Tlatelolco es muy bonito y es muy especial porque está como aislado”, describe Ana y lo reconoce como la parte social del trabajo del 100 pues se trata de llevarlo “a sectores que no necesariamente tienen un gran poder adquisitivo”.
En Coyoacán, “pues es como la zona hippie: teníamos que estar en Coyoacán. En la sede hay teatro, hay música, está el restaurante El Tajín, que también es parte de slow food. Tiene como un concepto más global”.
Ante la pregunta de ¿qué están haciendo en Loreto? suelta la risa y confiesa “Pues ahí nos invitaron. La plaza es muuy bonita y como que dejó de tener flujo de gente, nos invitaron para jalar gente y la idea es que los productores vendan”.
El plan del Mercado el 100 es mantener su presencia en las sedes actuales y abrir una tienda que a diario ofrezca los productos orgánicos y desde luego crecer con su comunidad.
Por lo pronto la fiesta de celebración inicia el sábado 14 de noviembre en la sede de Coyoacán y el domingo 15 continúa en la colonia Roma: la estrella del 100.
Foto: Es fácil ser verde y Mercado el 100
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