Desde la Comunalidad
Jaime Martínez Luna
Guelatao de Juárez, Oaxaca
La imaginación libertaria o liberal que tiene al individuo como su centro de realización sociopolítica, dista mucho de comprender un fenómeno de participación asambleario. Esto es sencillo de entenderlo si se quiere.
Un individuo es indivisible, se representa a sí mismo. Considera que ante todo el mundo debe ser libre, y sobre todo que son SUS ideas, ideas que nadie puede controlar sin su autorización. Por lo tanto, votará democráticamente por quien sus ideas, las suyas se vean representadas.
Esto es lo que leemos en libros, escuchamos en la Escuela, creemos en la Universidad, debatimos en cualquier centro de reunión. Ante todo, discutimos quién es el individuo idóneo para gobernarnos, y en la definición de quién, se incluye hasta la estética.
El mundo libertario al tener al individuo como su centro, a quien vuelve casi un Dios, es a quien elige un conglomerado mayoritario su presidente, diputado ministro o senador. Es lógico, si es el individuo es el centro, siempre será lo importante.
Cosa distinta se da en lo asambleario. Una asamblea efectivamente se integra de individuos y en los tiempos que nos ha tocado vivir aún más, porque hemos sido educados o formados dentro de una lógica liberal hegemónica, es decir, en un Estado regido por el Derecho positivo y religioso adorador del individuo.
Sin embargo, una asamblea discute problemas concretos y no termina hasta que el problema ha sido analizado desde diversas ópticas. Es el problema la guía de una asamblea, por lo mismo el individuo a pesar de que aporte su experiencia individual, es el problema lo que analiza, no la importancia de su historia personal.
El mundo asambleario deshace al individuo, lo convierte en un todo en el que aporta lo que sabe y se siente respetado y tomado en cuenta, porque es parte de un todo. Es decir, no es voto, sino una participación concreta lo que deshace al individuo en el modo asambleario.
Esto demuestra que lo liberal separa, agrupa, deshace al todo. El Partido Político es su ejemplo. Pareciera que la democracia exige contendiente, no contribuyentes.
Por todo esto, es que podemos afirmar, que la democracia es cuantitativa decisión, y la asamblea es una cualitativa decisión. Lo cual quiere decir que, si no se participa, no interviene uno en la decisión política del mundo que se habita. Y eso sólo se logra en entidades pequeñas que pueden ser no una suma de relaciones, sino una madeja de relaciones, es decir su multiplicación.
De algo podemos estar claros: La democracia es el método político liberal por excelencia, el método se fundamenta en la libertad individual. Y lo Asambleario es el método comunal por excelencia, método que se fundamenta en la Comunalidad.
Lo asambleario explica la organización, no la anarquía. Efectivamente una Asamblea es la vida de Un jefe, que dirime la vida diaria. No es la reunión de individuos para la disputa por el poder, sino una asamblea es la construcción constante de la autoridad, no del poder.
Es el modo de vida asambleario lo que fortalece una verdadera autonomía. Pues se puede incluso depender de un subsidio como pasa en las Universidades de carácter autónomo, sin embargo, al haber un espacio para la toma de decisiones que ponga en cuestión toda Injerencia ajena, la decisión será propia. Por lo tanto, autónoma.
Esto último sucede en Oaxaca y en Michoacán, en donde la decisión de manejar sus recursos económicos es asamblearia. Insistimos en esto, porque no estamos hablando de Independencia, sino de lo Asambleario para fortalecer acciones autónomas. Porque una asamblea respeta la diversidad integrando los diferentes criterios en una decisión. Esto demuestra que en una asamblea no se dirime con discurso, sino con experiencia sobre lo que se ha de decidir.
No puede haber autonomía sino hay respeto e integración de lo diverso. Como tal, es difícil que la democracia respete la diversidad porque se asienta en el discurso y en el individuo.
Imagen: Shinzaburo Takeda (Seto, Japón, 1934). Familia Oaxaqueña
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