“Crear organización desde lo cotidiano, más que desde la revolución”
La Coperacha // Colaboración especial de Eunice Lozada
Ciudad de México // 12 de marzo de 2014
Cuando no se está de acuerdo con el sistema económico imperante no basta quejarse, se deben proponer alternativas. Esa idea es la que impulsó a los miembros de la Cooperativa autónoma Cimarronez, anticapitalismo organizado
a conformarse en un espacio de trabajo colectivo regido bajo tres ejes: la autonomía, la autogestión y el anticapitalismo.
Durante cuatro años, su principal labor ha sido la producción de barras de cacao obtenido en los patios de las casas del municipio de Xochistlahuaca, Guerrero, uno de los más pobres del país. Los habitantes que deciden enviarles sus semillas al Distrito Federal son quienes establecen el precio de venta con el propósito de establecer un comercio justo.
Impregnados de un discurso político, dos de los integrantes de la cooperativa, Renato y Lucía, cuentan que la elección de la semilla de cacao como producto principal de su trabajo tiene un simbolismo histórico y de resistencia: “El cacao fue la principal moneda de nuestros antepasados y uno de los alimentos que la región mesoamericana dio al mundo”.
Los miembros de la cooperativa se han preparado y han experimentado en la labor de preparar el cacao. Comenzaron con la barra más sencilla de un solo sabor, pero ahora tienen ya una gran variedad, como los de la línea clásica con frutos secos como nuez, cacahuate o almendra, entre otros, o los aromáticos con menta, vainilla o cardamomo. También elaboran barras de cacao con mezcal, sin azúcar, y con chile. En poco tiempo tendrán listo el cacao en polvo.
Al principio preparaban cinco kilos, pero ahora han llegado a elaborar hasta 25 kilos de cacao gracias a los pedidos. El aumento de demanda no ha alterado su sistema de trabajo, las decisiones se toman de manera horizontal y entre todos acordaron la manera de repartirse las ganancias, de las cuales un porcentaje también se invertirá en otros proyectos de la cooperativa como una editorial independiente.
El trabajo se rola entre los miembros de la cooperativa, todos saben que la labor es ardua. El cacao debe tostarse, pelarse, incorporarse con azúcar o el ingrediente extra, mezclarse en el molino mecánico que funciona como bicicleta, armar las tabletas redondas, refrigerar, cortar el papel y pegar la etiqueta con el logo de un jaguar para envolverlos.
El nombre Cimarronez fue elegido porque hace referencia a aquellos esclavos negros que lograron huir de los abusos y comenzaron a vivir de manera aislada. Así es justo como pretenden continuar en la cooperativa, pues no está registrada como tal ante las autoridades, ni desean tener algún tipo de apoyo o relación con el Estado o gobierno.
Lucía deja en claro cuál es el interés primordial de la cooperativa “Nuestra finalidad no es económica, la cooperativa se conformó como un esfuerzo político para desarrollar nuestra capacidad de organización. Quienes estamos en ella venimos de diversas experiencias de lucha y con eso nos retroalimentamos. Con el tiempo hemos aprendido a comunicarnos y sobre todo a respetar nuestras diferencias. Nosotros creemos que podemos crear organización desde lo cotidiano, más que desde la revolución”.