Cooperativa La Chicuarota y su necedad por defender la chinampa

Ya cuenta con sello de excelencia por sus prácticas agrícolas.


Redacción La Coperacha
Ciudad de México // 13 de abril de 2016

“A ver dígame, ¿porque los niños comen su verdurita cuando vienen a visitar la chinampa y en su casa nomás no?”. Es don Pedro, de la cooperativa La Chicuarota, que lanza la interrogante como prueba del valor de la chinampería, aún más contundente que el sello de oro recibido por sus buenas prácticas agrícolas.

El cultivo en chinampa ha sido reconocido como un sistema sustentable y productivo, la conservación de su tradición milenaria sólo se explica por la necedad de sus habitantes: de los chicuarotes, así llaman a los originarios del Pueblo San Gregorio Atlapulco en Xochimilco, por su terquedad vuelta resistencia.

La chinampa: identidad y cohesión
Construidas a mano sobre la zona lacustre las chinampas son isletas formadas sobre armazones de cañas y rodeadas de ahuejotes, árboles que evitan su erosión, además de “proteger de los fuertes vientos”, añade don Pedro Aguilar Santiago.

Los huertos flotantes hechos con recursos que provee el mismo lugar, resultaron la técnica idónea para abastecer al mercado de la ciudad de Tenochtitlán y su florecimiento se ubica en el año 1519, antes de la llegada de caballos y mosquetones.

Actualmente esas porciones de tierra, que además son refugio para las aves migratorias, siguen aprovechando los humedales que las mantienen fértiles y les permiten obtener de 3 a 4 cosechas al año, dependiendo del cultivo.

“Nosotros a diario producimos en las chinampas entre 30 y 60 toneladas de hortalizas”, calcula Aguilar Santiago.

Don Pedro, de manos y gestos recios curtidos en el campo, explica que la agricultura chinampera forma parte de sus usos y costumbres, además de las tradiciones religiosas colectivas que se vive en los barrios de San Gregorio.

Una cooperativa picosa y terca
Como ocurre con muchas palabras, a chicuarote también se le reconocen dos significados: uno es el nombre de un chile endémico y el otro es necio o terco, así es como se les identifica a los originarios de San Gregorio.

La cooperativa de La Chicuarota la integran 3 mujeres y 2 hombres, los que no dudan en afirmar que su práctica es milenaria; que no emplea pesticidas y en defender la calidad del agua que, “es tratada a nivel terciario, a sólo 2 grados para poderse beber, por lo que es apta para los cultivos”.

Además de cultivar, la cooperativa organiza paseos culturales para dar a conocer la importancia de las chinampas entre los niños de las escuelas. “Con esta labor social difundimos lo que es una chinampa, les regalamos una ensaladita y sí se la comen, entonces las amas de casa regresan a comprarnos los alimentos”.

Con la figura cooperativa llevan funcionando más de 6 meses y reconocen que tienen mucho que aprender, pero que por lo pronto ya se organizan mucho mejor y se consensan las decisiones.

Producto verde con sello dorado
A finales del mes pasado la cooperativa obtuvo el Sello de Oro por su Excelencia Turística por su gestión sana, eficiente y certificada, que otorga la Secretaría de Turismo capitalina y que garantiza sus buenas prácticas agrícolas. “Entonces ya está sustentado todo eso”, concluye satisfecho don Pedro.

Para La Chicuarota es muy importante apoyar esta manera de cultivo, porque además contribuye a contener el deterioro del medio ambiente en la ciudad: “El día que nosotros en las chinampas dejemos de trabajar el deterioro va a ser peor”.

El trabajo por difundir su cultura agrícola, los ha llevado a montar, por dos años consecutivos, la chinampa demostrativa en la Universidad del Claustro de Sor Juana.

Los aliados del Claustro
Para el Coordinador de Educación Continua de Gastronomía, de la Universidad del Claustro de Sor Juana, Marco Antonio Covarrubias, el intermediarismo que se ejerce en la Central de Abastos, está acabando con los alimentos que se cultivan en las chinampas.

“No es el canal comercial en el cual ellos deben andar. Hay subasta y los precios se los tiran. No podemos comparar a un productor de Puebla con un productor de la chinampa”, apunta Covarrubias, promotor de una investigación aplicada sobre el tema.

Además de recordar que nuestra ciudad fue construida en una chinampa, Marco quién también es Chef, señala que los restauranteros deben vincularse directamente con los productores y apreciar esa forma natural y milenaria de cultivar: “Estas características dan un valor agregado a sus preparaciones”.

A la necedad chinampera hoy se suman la investigación aplicada del Claustro, el sello dorado de su alimento verde y sobre todo el aval del gusto infantil, por lo que orgullosamente en La Chicuarota afirman: “Nosotros somos profesionales en el cultivo, en eso nadie nos gana”.

La Coperacha

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