Morelos, Puebla y Estado de México han recibido el apoyo cooperativo.
Redacción La Coperacha
Ciudad de México // 22 de septiembre de 2017
Las primeras 72 horas después de un sismo son vitales para rescatar a personas atrapadas entre viviendas colapsadas, sin embargo la experiencia de 1985 ha demostrado que no siempre ocurre así, que incluso varios días después surge la vida entre los escombros.
En las horas que siguieron a la sacudida del 19 de septiembre la solidaridad de la sociedad civil, incluidas las cooperativas, se vivió como si se hubiera estado entrenado para ello.
El gobierno hizo su parte, activó un plan maestro donde Ejército y Marina se pusieron al frente, pero la constante fue que en lugar de darle fluidez a la solidaridad ésta se vio entorpecida. Los llamados a brincar el cerco surgieron aquí y allá.
El Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) y cooperativa LF del Centro hizo un llamado a “canalizar los mecanismos de solidaridad a través de mecanismos directos”. El gobierno ha buscado desinformar y desactivar la participación de la gente, juzgaba Montes de Oca, secretario del exterior de los electricistas. El SME habla con la experiencia de 7 años de resistencia ante un decreto presidencial que los extinguía.
Descentralizar la ayuda
La primera reacción cooperativa ha sido enfocarse en las zonas donde el riesgo históricamente ha sido latente con los sismos. Así la cooperativa Pascual, que surgió precisamente en el 1985, el año del sismo que derribó cientos de edificios capitalinos y segó casi 10 mil vidas, salió a la colonia Tránsito a repartir agua.
Los patos fueron incluso al edificio colapsado más emblemático y mediatizado, el Colegio Rébsamen, en la colonia Nueva Oriental Coapa, sin embargo la ayuda había desbordado la necesidad inmediata en busca de niños atrapados entre el cemento y ladrillos. De ahí fueron descentralizando la ayuda. En las horas siguientes brigadas con cajas de agua salían de la cooperativa para repartirlas en otros puntos.
No había pasado una semana de que la cooperativa Pascual y sus empresas filiales Transportes Valbo y Grupo Acolman, mandasen 50 toneladas de víveres a Oaxaca con los damnificados del sismo del 7 de septiembre, cuando ya estaban de nuevo en las calles dando el brazo.
Xochimilco
San Gregorio Atlapulco y Santa Cruz Alcapixca, fueron dos pueblos donde las viviendas dañadas se contaban por decenas y la ayuda no llegaba. Los cooperativistas de Tláhuac, organizados a partir de redes de Whats App, abrieron centros de acopio en las cooperativas Apiario Atotolco en Tláhuac y Chinampayolo en Xochimilco.
De pronto la solidaridad desbordó y las vías de acceso para esos pueblos colapsaron. Cinco horas se tomaba para llegar desde Villa Coapa hasta San Gregorio. La cooperativa Ecoturismo Olin Tlalli valoraba enviar la ayuda por el canal de Xochimilco.
Ecatepec
La cooperativa LF del Centro, formada por más de 16 mil ingenieros y técnicos electricistas, se volcó en brigadas a sitios colapsados y abrió un albergue en las instalaciones de Villa Coapa, y centros de acopio en San Simón y Aragón, al sur y norte de la ciudad.
En Ecatepec y en Tenancingo, Estado de México, brigadas de la cooperativa atendieron fallas eléctricas, en momentos en que el 40% de la CDMX y el 60% de Morelos se habían quedado sin servicio eléctrico.
En un comunicado la cooperativa de electricistas a puso a disposición de las tareas de auxilio sus vehículos, equipo y herramienta. Camionetas de LF del Centro salían cargadas con víveres a los sitios de rescate.
Morelos y Puebla faltaban
La cooperativa Tradoc también pensó en descentralizar la ayuda. Una brigada de paramédicos viajó de Jalisco a Morelos para trabajar en municipios reportados con poca atención de rescate. Diez cooperativistas con medicinas y víveres arribaron primero a Cuautla y luego a Tetela del Volcán, a pocos kilómetros del epicentro.
Tradoc habilitó dos centros de acopio donde los más de mil socios y vecinos de Zapopan, Tlaquepaque y Guadalajara llevaron víveres y medicamentos. Lo juntado sería para las comunidades morelenses. “No pretendemos que el gobierno meta las manos en esto, es una iniciativa de la cooperativa hacia la población”, decía Tradoc.
En Morelos la División Cuernavaca de LF del Centro dijo que la ayuda sólo se desviaba hacia Jojutla y se habían olvidado de colonias de Cuernavaca, así que el SME-LF del Centro han mandado camionetas de víveres para allá.
En Puebla, donde el sismo cobró 45 vidas, la División Necaxa de la LF del Centro abrió un centro de acopio en Necaxa, pueblo de electricistas.
También en Puebla las unidades productivas de la Fundación Kolping, ubicadas en comunidades cercanas a Tehuacán, una vez pasado el susto recabaron miles de víveres y los organizaron para Morelos y también Oaxaca, que no se olvida.
La Coperacha