Comenzaron en el camellón, ahora van por techos y patios en la colonia Ramos Millán
Colaboración especial de Eunice Lozada Rosillo
Ciudad de México // 26 de junio 2015
Los autos avanzan rápido sobre el Eje 4 Sur. A un costado, en el andén de la estación Canela de la línea 2, varios usuarios esperan a que llegue el metrobús. Mientras, al otro lado de la avenida, tres jóvenes revisan el crecimiento de las hortalizas y algunas verduras que sembraron sobre el camellón.
Se trata de Alline Torres, Isaí Rocha y Gregorio Córdoba, integrantes de Aliados por las Labores Ambientales y Sociales A.C, mejor conocida como ALAS: laboratorio eco urbano. Esta asociación desde hace dos años comenzó a trabajar huertos urbanos en la colonia Ramos Millán de la delegación Iztacalco.
Cosecha en el camellón
Detrás del camellón está su primer huerto, un pequeño pedazo de terreno cedido por la Casa de Cultura “Las Jacarillas” para que ahí implementaran el proyecto que presentaron en la convocatoria “Empresas juveniles” del Instituto Mexicano de la Juventud, y del que resultaron ganadores a finales de 2011.
Uno de sus objetivos ha sido desde entonces demostrar que en los espacios residuales de la ciudad, es decir, los espacios urbanos que en su origen no están contemplados para albergar alguna actividad, se pueden aplicar diferentes tipos de siembra y ecotecnias para la implementación de huertos urbanos, pero más aún, que éstos pueden trabajarse en comunidad.
El huerto está delimitado por una reja metálica que permite la vista al interior, así, desde la banqueta pueden verse las camas de tierra semicirculares en las que se han cosechado en promedio 4 kilos de plantas aromáticas y hortalizas por metro cuadrado que han sido utilizadas para autoconsumo y venta a bajo costo. También se resguardan cuatro conejos y un pequeño estanque planeado para trabajar plantas de ornato.
Gregorio, médico veterinario, explica que “nosotros estamos conscientes de que llevamos 25% del proyecto que tenemos visualizado, la idea es concretar una Granja de Ciclo Integral a pequeña escala, en la que todo se pueda utilizar, en este caso se trabaja con conejos, que a su vez producirán composta y ésta servirá para trabajar la tierra y producir los alimentos”.
Afuera del huerto, las labores del camellón son algo que quizá no se hubieran consolidado sin el trabajo de una urbanista como Alline Torres, quien le tomó la palabra al gobierno capitalino con el programa “Adopta un Camellón” para continuar con el proyecto del huerto urbano en los 4,500 metros cuadrados que solicitaron.
Algodón y telar en la calle
“El trabajo en el camellón ha costado mucho, al principio porque la gente no conocía nuestro quehacer y continuaban tirando basura o dejando las heces de sus perros, pero ahora poco a poco han comenzado a respetar este espacio e incluso varios se nos han acercado a preguntar en qué consiste”.
Alline se muestra orgullosa de que uno de los proyectos del camellón sea la siembra experimental del algodón coyuchi, una especie nacional que ha sido desplazada por el algodón comercial. Este proyecto lo manejan en conjunto con el colectivo Zapaz Telar, diseñadores textiles oaxaqueños e impulsores del rescate del telar de cintura en la Ciudad de México, quienes ya también dieron talleres de telar en el camellón.
De hecho, talleres como agroecología urbana, ecotecnias, lombricomposta, estufas solares, germinados, huertos verticales, hidroponia, cuadros vivos, entre otros, han sido uno de sus principales motores de crecimiento y contacto social, pues en ellos han conocido a varios ciudadanos interesados en el trabajo con la tierra que incluso han decidido participar con ellos como voluntarios.
Experimente aquí y llévelo a su comunidad
Pese a lo anterior, aún tienen pendiente el trabajo con la gente de su entorno: “Hasta mediados del siglo pasado la colonia Ramos Millán estaba conformada por chinampas, quienes aquí vivían se alimentaron por muchos años de los productos que ellos mismos sembraban, por ello de alguna manera apostamos a la memoria colectiva y hemos comenzado a acercarnos directamente con los vecinos, aunque han sido pocos, algunos nos han visitado y les demostramos que el huerto urbano lo pueden implementar en sus azoteas, en sus patios “, comenta Isaí, el agroecólogo del proyecto.
Pero entonces, ¿por qué laboratorio eco-urbano? Isaí aclara: “Nos llamamos laboratorio eco-urbano porque también abrimos este espacio para que gente con alguna idea relacionada la experimente aquí y luego pueda llevarla a su comunidad, como una chica de Naucalpan, quien ya está trabajando los huertos en su comunidad. Otros chicos que comenzaron aquí con la hidroponia y ya la implementan en sus propios espacios, el caso de Zapaz Telar también es prácticamente un experimento que va funcionando”.
La plática en el huerto de ALAS transcurre entre una avenida y una calle por las que no dejan de pasar los autos. La apuesta de estos chicos es por los huertos urbanos en zonas populares donde la gente los asuma como una posibilidad real de subsistencia. Ya comenzaron por el camellón de la colonia, ahora van por los techos y los patios de la Ramos Millán.
Foto: Alline Torres