Las tecnologías dependen del uso que les demos, la técnica vive porque nosotros le damos un espacio de uso en nuestras vidas.
Tonatiuh Gallardo Núñez
Coordinador del Colegio de Investigación
Cooperativa Tzikbal
tonatiuh@email.com
En la primer parte de esta entrega buscamos mostrar cómo el progreso tecnocientífico no necesariamente va aparejado a un progreso que pugne hacia el bienestar social; y no sólo eso, en aquel momento también mostramos que, si no existe un gobierno detrás que encamine los esfuerzos de la innovación hacia el bien común, las tecnologías en vez de ayudar podrían desembocar en graves prejuicios para la humanidad.
Sin embargo, esto representa sólo una cara de la moneda; y, en realidad, sería la faz más superficial.
No resulta ajeno que vivimos en un mundo tecnificado, es decir, la técnica no sólo impregna nuestras formas de vida sino que ella ha participado activamente en el moldeamiento de lo que somos. Tomás Ibáñez lo expresa de la siguiente manera:
“La forma en que vivimos, nuestras maneras de pensar, los sentimientos que tenemos, las relaciones que establecemos, todo ello se encuentra profundamente marcado por las tecnologías que conforman la tecno naturaleza en la que estamos” (Ibáñez, 1995: 135).
Sin embargo, esto no quiere decir que la técnica sea un ente autónomo; es más, las tecnologías dependen del uso que les demos, la técnica vive porque nosotros le damos un espacio de uso en nuestras vidas.
Ahora bien, en el momento en que dijimos que un producto o un servicio representa una innovación cuando es bien recibido por el mercado, de entrada, estábamos mostrando cómo toda innovación por el solo hecho de serlo lleva dentro de sí la fuerza para perpetrar la estructura social que le dio vida; es decir, si vivimos en un mundo aplastado por el mercado, todo producto o servicio que se presente como innovador lo único que va a lograr es enraizar más las condiciones sociales que le prestaron apoyo. Las nuevas tecnologías, entonces, tienen la marcada del poder.
“Agustín García Calvo”, escribe Tomás Ibáñez; “ya enunció hace años una proposición que late en lo más profundo del pensamiento libertario: «el enemigo está inscrito en la forma misma de sus armas». Y continúa: “Cuando recurrimos a sus armas, el enemigo ya ha ganado la partida porque nos ha convertido en lo que es él mismo. Su existencia queda incorporada en nosotros mismos y de esta forma su supervivencia queda garantizada” (Ibáñez, 1995: 137).
Entonces, cuando jugamos al juego de la innovación no sólo nos estamos sometiendo a las reglas del mercado, sino que estamos regalándole nuestra vida a esa forma de explotación y producción que no ha dejado de mostrar sus funestas consecuencias. Las innovaciones, más que servirnos a nosotros mismos, le sirven al poder que nos aplasta; por lo tanto, si lo que nos interesa es mejorar nuestra situación, primero tendríamos que romper con ciertas reglas.
REFERENCIA
Ibáñez, T. (1995) Tecnología y emancipación social: una paradoja. En: Ibáñez, T. (2006) ¿Por qué A? Fragmentos dispersos para un anarquismo sin dogmas. España: Anthropos.
COOPERATIVA TZIKBAL:
Pabellón Copilco: Eje 10 No. 136, local B 225, 2° piso, frente a Superama de Universidad.
cooperativatzikbal.blogspot FB: Cooperativa Tzikbal (Oficial)
Twitter: @cooperatzikbal