El día en que la Cooperativa Pascual apoyó la huelga de la Cervecería Modelo.
El 15 de febrero de 1990 los obreros de la Cervecería Modelo pararon la fábrica para demandar la jubilación a los 30 años de labores sin límite de edad. El cura obrero, Carlos Rodríguez Rivera, participó en la huelga que resistió 70 días los embates de la alianza llamada “Charro, gobierno y patrón”.
Carlos narra los eventos que marcaron esta experiencia en su libro: 1990 Huelga en la Cervecería Modelo. En charla con La Coperacha enfatiza “hubo vasos comunicantes que para las fibras de Pascual fueron altamente sensibles con aquel movimiento de huelga”.
En la alianza contra los obreros estaba el dirigente sindical Fidel Velázquez subordinado al gobierno presidido por Carlos Salinas de Gortari, privatizador de empresas estatales y de la banca. Su gobierno, a través del secretario del Trabajo Arsenio Farell, intervino para que se declarara la huelga inexistente en menos de 20 horas.
Se completó la alianza con el patrón Juan Sánchez-Navarro, reconocido ideólogo del sector empresarial y vicepresidente de la Modelo. Esta empresa era para entonces la principal cervecera de México y de América Latina, y la tercera exportadora mundial de cerveza.
El panorama era adverso para los 5 mil 200 obreros que exigían jubilarse a los 30 años de labores. Realizar su trabajo dañaba su salud pues se exponían a temperaturas extremas, humedad ambiental y altos niveles de ruido, relata Carlos Rodríguez.
La alianza solidaria de mil millones de pesos
El soldador Cristóbal Ramírez, miembro del Comité de Huelga, cuenta a La Coperacha que al declararse inexistente “nos amparamos y entregamos las listas de asistencia de la Asamblea que votó por la huelga”. Así respondían a la Junta Federal que descalificaba la legalidad del movimiento.
La juez tercera de Distrito, Edith Cervantes, tuvo que conceder la suspensión definitiva y la huelga volvió a tener validez legal, “no les quedó de otra, pero fijó una fianza de mil millones de pesos a pagar en efectivo. Condición cabrona para hacer valer un derecho inequívoco”, señala Carlos Rodríguez.
Cristóbal Ramírez, tesorero durante la huelga, detalla que tenían cinco días para reunir con sus compañeros los mil millones en efectivo y llevarlos a la Junta Federal. Agradece el apoyo del diario La Jornada para publicar un desplegado “dirigido al pueblo de México solicitando su solidaridad”.
La respuesta llegó a la huelga y desfilaron hombres y mujeres dando su préstamo y su nombre para reunir el monto exigido como fianza. También recibieron el apoyo de organizaciones como Ruta 100, el SME, los colonos de Naucopac y la Asamblea de Barrios, de la que Cristóbal formaba parte.
El plazo vencía el miércoles 7 de marzo y la noche anterior tenían 650 millones de pesos, “ya nos dábamos por perdidos”, recuerda Cristóbal. Pero a la mañana siguiente recibieron la llamada de la cooperativa Pascual, “¿cómo van compañeros? Les dije, andamos re’mal, no la hicimos”.
Los de la Pascual le recomendaron “conservar 150 de los 650 millones para continuar la lucha y nosotros les llevamos los otros 500 millones para juntar los mil”. Cinco minutos antes de que venciera el plazo, cuenta Cristóbal, “llevamos nuestra parte en botes de basura y la Pascual llevó la suya”, y así en tiempo récord se cumplió la exigencia que parecía imposible de lograr.
Esa batalla ganada la tiene muy presente Cristóbal: “Los diarios de la tarde decían que los trabajadores de la cervecería Modelo cumplieron. Lograron juntar mil millones de pesos y ya depositaron su fianza. Eso fue un logro de todo el pueblo”.
La llamada de Farell
El cooperativista de Pascual, Abad García, comenta a La Coperacha que apoyaron a los obreros de la Modelo pero que les pidieron discreción “porque teníamos una relación no tan buena con Farell, el secretario del Trabajo, pero la noticia fue publicado a ocho columnas”.
La llamada telefónica de Farell no se hizo esperar, “nos preguntó, ¿qué había pasado? ¿Por qué esa actitud? Y ya le dijimos que ellos (los obreros) tenían la razón y ya no hubo más consecuencias”. Abad agrega en tono de broma, ”y le dijimos que con nuestro dinero podemos hacer lo que queramos”.
Abad enfatiza que desde el triunfo de Pascual se acordó en Asamblea ser solidarios con las organizaciones que estuvieran en conflicto: “Años después con los compañeros de Euskadi, también fue contundente nuestro apoyo”.
El trago amargo
El 17 de marzo la aplanadora “Charro, gobierno y patrón”, aceitada por los grandes medios de comunicación, reprime la huelga de la Modelo. Nueve días después los convoca a negociar el “mediador” del salinismo, el regente del Distrito Federal: Manuel Camacho Solís.
El libro de Carlos Rodríguez recoge el clima del conflicto: Para el patrón Juan Sánchez Navarro, “los trabajadores están legalmente despedidos”. Camacho, va al grano,” tienen la legalidad en su contra. Negocian o negocian”. Además, la cervecera ya funcionaba con esquiroles enviados por Fidel Velázquez.
La resistencia concluye el 26 de abril con ocho puntos de acuerdo, entre ellos, la reinstalación de los 5 mil 200 huelguistas despedidos, menos un grupo que los patrones señalarían. “Nos tragamos la píldora de la amargura. Primero dijeron que iban a ser 100 despedidos, después otros 30, 20 más y al final otros 4, ahí salió mi nombre”, cuenta Cristóbal.
Para Carlos, el movimiento fue una prueba difícil “para la CTM, los patrones y el gobierno”. Piensa que fue un modelo de huelga “bajo las premisas de ayuda mutua, honestidad, democracia y solidaridad”.
Pascuales, nunca cambien
Uno de los ocho puntos acordados con Manuel Camacho fue recuperar la fianza exigida por la juez y que fue reunida gracias a la solidaridad social.
Cristóbal narra que la Pascual les abrió un punto en su asamblea para dirigirse a los cooperativistas “y agradecer y entregar el cheque con la cantidad que nos prestaron. Fue una asamblea muy emotiva”.
Finaliza Cristóbal la entrevista con un mensaje que pareciera dirigido a los asistentes de aquella asamblea memorable: “Nuestro agradecimiento a la Pascual y esperemos que nunca cambien”.
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