La ciencia económica también se genera desde la práctica

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Académico Antonio Mendoza explica el Pensamiento Económico Latinoamericano.


Redacción La Coperacha
Ciudad de México // 24 noviembre de 2016

En el estado plurinacional de Bolivia se desarrolló el II Congreso de Pensamiento Económico Latinoamericano (PEL), donde economistas de diversas universidades latinoamericanas dialogaron sobre la heterodoxia económica, las diferentes economías de la región y los nuevos escenarios geoestratégicos.

Ahí participaron ponentes como el presidente boliviano Evo Morales, el vicepresidente Álvaro García Linera, los teóricos Pedro Buonomo, Mercedes Marco del Pont, Luis Arce, Demian Panigo y Marcelo Zabalaga. En total tres mil personas de 11 países asistieron.

Uno de los representantes de México fue el doctor Antonio Mendoza, de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México, quien deshebra algunos enfoques que los economistas plantean, esa profesión que pareciera que sólo sirve para impulsar al modelo capitalista, según él mismo confiesa.

– ¿Qué es el Pensamiento Económico Latinoamericano?
– En los países de América Latina somos muy plurales en prácticas diversas de la economía. En la experiencia concreta tenemos las asociativas, cooperativas, comunales, que se rigen no con una economía de mercado sino que atienden a sus necesidades primarias a partir de algo que llamamos subsistencia.

Lo que se construye con el pensamiento es el reconocimiento de que hay prácticas diversas. Esas prácticas generan un tipo de ciencia. Hoy se reconoce ese saber que ellos tienen, le llaman teoría implícita o ciencia endógena. De lo que se trata es dialogar un pensamiento que se genera en las aulas, academias, facultades, universidades, una ciencia que le llaman científica, con una ciencia que le llaman implícita.

Entonces Pensamiento Económico Latinoamericano es la posibilidad de construir pensamiento a partir de la práctica, dialogando y reconociendo dos tipos de saberes: el que dan las aulas y el que se genera afuera.

– ¿Se ha construido una teoría indígena?
– Sí, hay ese reconocimiento porque está ahí, ha estado siempre. Pero también hay que señalar que no estamos haciendo referencia a los indígenas de hace 500 años, son comunidades que se han apropiado de ciertos conocimientos de afuera, como lo dice Jaime Martínez Luna: él lo llama lo propio, lo ajeno y lo posible. Lo propio en aquello que yo soy y me hace ser, arraigado en la tierra porque me da identidad, en mi lengua que crea mundos, en mi cultura; lo ajeno es esta parte que vienen de afuera y tratan de imponer otro tipo de economía. Lo posible surge de lo que hay en el exterior que ellos se apropian sin llegar a perder lo que son.

– ¿Existen diversos tipos de economías?
– Alternativas al desarrollo es buscar una perspectiva diferente a lo que se llama economía, entonces hay una economía capitalista, de mercado, que busca comprar y vender, se rige por la oferta y la demanda, crea necesidades, es economía hegemónica, es la que está en todas partes y mantiene un poder hegemónico pero no es la única.

Junto con esa economía encontramos una que le llaman de la reciprocidad, que tiene que ver con formas asociativas, cooperativas y solidarias, que sus prácticas de vida y trabajo hacen diferentes tipos de asociaciones. Y finalmente una economía que redistribuye, el estado en el caso de Bolivia se asume como redistribuidor, es dueño de la minería, la electricidad y los hidrocarburos, con eso obtiene una riqueza que redistribuye en forma de servicios, de ayuda social y de bonos. Son tres tipos de economía diferentes y una cuarta cuando se juntan, porque se mezclan. Hay una economía mixta y plural.

– ¿Por qué parece que la economía de mercado es tan fuerte y difícil de vivir sin ella?
– Porque la manera en que se impuso fue violenta, llegó y despojó. Llegó y separó al hombre de sus formas comunitarias, al campesino lo convirtió obrero, al sector rural lo convirtió en ciudad. Ha sido un proceso en América Latina de por lo menos 600 años que ha sido sistemáticamente una forma violenta del despojo y eso va cambiando la subjetividad.

La sociedad en que vivimos está diseñada para ir perpetuando el sistema por lo tanto el desafío es muy grande, pero dos cosas ha sucedido, una en América Latina en 1999 con los gobiernos progresistas que empiezan a tener un impacto y resultados. La otra es que vivimos en una era de un agotamiento civilizatorio. La civilización que nació en el progreso y la modernidad industrial está llegando a un quiebre dado que genera más problemas de las que dice solucionar.

La gente se da cuenta cada vez más del consumismo, de la degradación ambiental, acerca de sus aspiraciones como clase social cada vez más difíciles de cumplir. Ante eso se va abrir un panorama y los que estamos en las alternativas tenemos que poner más énfasis y mostrarnos que hay un impacto social de cambio.

¿Qué cambios han generado los gobiernos progresistas?
– Tuve la oportunidad de ir a Bolivia y sentí que los compañeros indígenas se saben que están en su país y que es de ellos. No importa quien seas, lo importante es quiénes son ellos. Una parte de este impacto es que ha regresado el poder a las manos de la gente. Su identidad se ha fortalecido. Otro impacto es que tienen un alto poder adquisitivo, la moneda de ellos vale cuatro veces más que la nuestra. Se ve reflejado en sus estándares de vida, hay una vida más digna.

¿Qué experiencias se abordaron en el Encuentro de PEL?
– Hubo una discusión muy variada, hay desde lo local hasta lo hegemónico. Se habló de las relaciones de Brasil, Perú y Bolivia para construir otro tipo de mercado. Se habló de la idea de construir puentes transoceánicos subterráneos, de tal manera que puedan intercambiar mercancías. Está la disputa por lo geoestratégico y la construcción de otro tipo de hegemonía en el plano macro. Ahí discutieron intelectuales como Theotonio dos Santos. En el aspecto micro hubo diversas, en particular algo que se está haciendo en Argentina que ellos llaman Estilos de Desarrollo. Ellos plantean que el problema no es el desarrollo sino el estilo que lleva hacia el desarrollo, tomando como el horizonte el Buen Vivir.

También hubo crítica, desprendimientos del bloque que fue al poder en Bolivia, profesores que hacen una severa crítica. También está internamente la disputa de la hegemonía local. Lo asumo como una etapa más dentro de este gran horizonte en experiencias de tipo estatal.

¿Se analizaron los términos de los gobiernos progresistas?
– Algunos planteamientos fueron de que estamos en el quiebre, en el sentido de que se acabaron los estados progresistas. Yo lo miro como parte de etapas que se viven de manera contradictoria. Pondría el acento en la construcción del poder popular. Argentina y Brasil no construyeron poder popular y fue lo que los llevó a sus derrotas a golpes de estado mediático.

Algo que se debe aprender en este trance es, además de hacer una distribución de la riqueza, lograr un beneficio y una vida digna, acompañarse por organizaciones de base, populares, que se construyan como un poder paralelo. Porque los embates de la burguesía local o extranjera son cada vez más fuertes. Y Estados Unidos en esa disputa por la hegemonía, también se habló de ello, vuelven sus ojos cada vez más a Latinoamérica.

¿Se plantearon los escenarios de Trump como presidente de EU?
– No fue tema de mesa pero sí de pasillo, lo que se decía es que veían que llegaba Hillary y representaba cierto tipo de interés, ambos asociados a los intereses de EU pero uno más belicoso e intransigente y otro más reformista.

Lo que se viene es una forma que tiene que ver con la conformación de bloques regionales que le apuesten cada vez menos a la globalización, que defiendan sus intereses geoestratégicos y desde ahí hagan el frente a otros grupos. Mi diagnóstico es que EU muestra los intereses más conservadores y sin duda van a manifestarse ante sociedades más divididas, más polarizadas, que en una membrana muy delgada, genere procesos que profundicen la descomposición social.

Está la parte del hartazgo y no creer en instituciones pero también el enfrentamiento entre nosotros a nivel de sociedad, dejando a las instituciones al margen y no haciéndonos corresponsables. Tendríamos que decir con más bríos que las alternativas existen, que no es algo onírico, hay gente que trabaja de eso, vive de eso, ha impactado en su vida.

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