Concluye la serie, continúa la reflexión.
Imaginemos un gran campo de fútbol donde dos equipos compiten por la construcción de un mundo mejor. Estos equipos poseen sistemas de juego distintos: uno se basa en la individualidad y la competencia férrea, apostando por la acumulación del capital, mientras que el otro se fundamenta en el juego colectivo y cooperativo. La cancha, sin embargo, está en condiciones difíciles, con declives y fango, lo que nos lleva a cuestionar si un cambio global es realmente posible. A ras de pasto vemos que el cooperativismo no surgió con la intención original de transformar el mundo, fue una respuesta directa a la profunda crisis social generada por la Revolución Industrial. Además, su capacidad inmediata se centró en mejorar las condiciones económicas de sus integrantes.
Sirva la analogía futbolera para concluir con una reflexión colectiva apoyada por la alineación de articulistas que aportaron en la serie ¿Las cooperativas construyen un mundo mejor?
¿Las cooperativas ganan en la disputa por un mundo mejor?
Antonio Mendoza mete un gol a favor al afirmar que las cooperativas tienen el potencial de contribuir a la construcción de un sistema más justo, democrático y sostenible, distinto al capitalismo. Laura Collin recuerda que históricamente, estas organizaciones han sido una respuesta a la explotación laboral y a los efectos negativos de la Revolución Industrial. Otro gol a favor. Juan José Rojas señala que en México, el sector cooperativo ha demostrado un notable dinamismo y expansión, aportando en 2018 el 1.6% del Producto Interno Bruto y empleando al 3.14% de la Población Económicamente Activa. Gabriela Medina añade que las cooperativas culturales van más allá de lo económico, promoviendo la cultura de paz y potenciando la emancipación social.
Falta de inclusión en la perspectiva de género
Josefina Cendejas nos enseña que las mujeres también juegan. Demuestra que las cooperativas ofrecen un espacio para la autonomía económica y la autogestión que empodera especialmente a ellas, pues les amplía las posibilidades de decidir sobre su vida y les da sentido de pertenencia y orgullo. Pero no todo es tan bello, la misma autora identifica una falta de inclusión en la perspectiva de género, ofreciendo un mundo cooperativo con una sub representación de mujeres en puestos de liderazgo y toma de decisiones. Barrida limpia y gol en contra.

Jaime Martínez Luna, aunque valora a las cooperativas como la “propuesta más generosa” frente a condiciones injustas, las posiciona como un “intento de un mundo mejor” que requiere “abono y agua” para distanciarse del momento “depredador”. De manera similar, Isabel Flores sostiene que las cooperativas de ahorro poseen un gran potencial para edificar un mundo mejor, siempre y cuando logren superar factores externos como la sobrerregulación y aspectos internos como la falta de interés de sus propios socios por los principios cooperativos.
Por su parte David Monachon hace una invitación al”cooper-activismo”, enfatizando que la acción es el motor fundamental para lograr la transformación social. Gustavo Oliveira sugiere que construir un mundo mejor implica recuperar el control sobre el tiempo, reapropiarse del trabajo colectivo y digno, y establecer relaciones basadas en la reciprocidad, el cuidado y la solidaridad, no mediadas por el dinero. En esta visión, las “otras economías” son parte de esa apuesta para otro mundo mejor. Golazos.
Finalmente, Eduardo Enrique Aguilar visualiza el cooperativismo como un dispositivo de transición hacia un horizonte “post-cooperativo”, donde la sustentabilidad se establezca como el pilar de un mundo renovado. Gol del Tapatío, pero en otra cancha.
El gran estadio del capital
La relación entre las cooperativas y el mercado capitalista es compleja y a menudo contradictoria a pesar del potencial que la cooperación ofrece como alternativa económica.

Mendoza describe al sector como un impulsor de la propiedad colectiva, que distribuye equitativamente excedentes y coloca a las personas en el centro. No obstante, Cendejas critica el uso retórico que hace la “Cuarta Transformación” de la economía social sin cuestionar la lógica de “reproducción/acumulación del capital”.
Las cooperativas se obligan a elevar sus volúmenes de producción y competir, lo que las convierte en grandes empresas capitalistas
Martínez Luna advierte que, para asegurar beneficios económicos a sus socios, las cooperativas se obligan a elevar sus volúmenes de producción y competir, lo que las convierte en “grandes empresas capitalistas”. Además, en un mundo desigual, las cooperativas enfrentan el “razonamiento hegemónico” basado en “el poder, la propiedad y el mercado”.
Por su parte, Collin plantea que la producción como “unidad doméstica” se beneficia de esquemas descentralizados y locales, y ve un espacio para las cooperativas en la compra común de insumos o la comercialización en mercados más amplios.
Flores sostiene que las cooperativas de ahorro pueden generar alternativas que el mercado no aborda, como la exclusión bancaria de sectores vulnerables. Ambriz identifica el modelo cooperativo como una alternativa a la mercantilización de la vivienda, capaz de hacer frente al despojo, el desplazamiento y la gentrificación. Medina, ve que las cooperativas culturales apuestan por el trabajo organizado, cuestionando la inercia mercantil del sistema económico actual.
Eduardo Enrique argumenta que si las cooperativas se subordinan a la lógica competitiva del mercado, se ven forzadas a incrementar la explotación del trabajo y la naturaleza. Por el contrario, las cooperativas no totalmente sometidas al mercado tienen el potencial de constituir una alternativa sustentable que puede trascender la acumulación para enfocarse en el disfrute colectivo y el consumo consciente.
Oliveira distingue entre cooperativas institucionalizadas, que operan bajo una lógica empresarial tradicional, y las “otras economías” o “economías comunitarias”, que reconfiguran los vínculos entre personas y territorio mediante la autoorganización, priorizando la reproducción de la vida sin subordinarse al lucro.
Monachon propone una reexaminación del cooperativismo para incluir formas de cooperación en la producción alimentaria que articulen redes de colaboración solidarias, reconstruyan vínculos comunitarios, experimenten desde la autonomía y la autogestión, y se opongan a la agroindustria.
Es innegable que la cancha del billete es difícil de evadir; puede asfixiar a las cooperativas y orientarlas hacia la acumulación de capital y la competencia. Sin embargo, las cooperativas poseen la esencia y el potencial para modificar el juego si priorizan los valores sociales y comunitarios frente a la lógica de la ganancia individual.
¡Arbitro vendido!
La relación entre las cooperativas y el árbitro-estado-gobierno, es compleja y cambiante, abarcando aspectos legales, políticas públicas, recopilación de datos, control, subordinación, clientelismo y desafíos en su desarrollo. Rojas señala un proceso de desinstitucionalización gubernamental, una falta de apoyo al sector y cambios regresivos en las leyes, lo que ha provocado un estancamiento de la política pública. Por ello, propone una reinstitucionalización a través de un diálogo constructivo y la coproducción de leyes y políticas públicas, además de que los actores sociales se movilicen como un “movimiento social reivindicativo” con un proyecto político.
Observa un carácter excesivo y restrictivo a la ley que regula a las cooperativas de ahorro
Flores observa un “carácter excesivo y restrictivo” a la ley que regula a las cooperativas de ahorro, que vulnera su autonomía e identidad; en cambio propone incorporarle los principios cooperativos de equidad, igualdad y justicia social. Ambriz subraya la importancia de un marco jurídico para las cooperativas de vivienda y la tenencia colectiva, destacando la responsabilidad del gobierno en crear programas de vivienda social con enfoque alternativo. Medina reconoce el valor de las instituciones gubernamentales para la formalización, adquisición de herramientas, formación y capacitación de las cooperativas culturales, pero propone una agenda de política pública que incluye convocatorias, estímulos fiscales y contratación digna, sin comprometer su autonomía.
Cendejas expresa su preocupación de que abrir el marco normativo pueda resultar en un mayor control burocrático y una “subsunción” más profunda a las fuerzas de la economía de mercado, en lugar de fomentar y proteger a las cooperativas.
Desde otra perspectiva, Monachon identifica redes colaborativas en la producción alimentaria como parte de “otras economías” que, aunque no siempre formalizadas, buscan construir nuevas realidades a partir de la práctica cotidiana de la cooperación. Oliveira, por su parte, considera al Estado y los gobiernos (incluida la ONU) como parte del sistema global del capital, al que atribuye la actual crisis civilizatoria y ecológica. Desde esta visión, las “otras economías”, especialmente en pueblos y comunidades, buscan ejercer su autonomía y forman parte de un entramado mayor de luchas antisistémicas.
En síntesis, la relación con el Estado se caracteriza por una estructura legal que reconoce a las cooperativas, pero por una política pública debilitada. Esto exige un diálogo participativo e igualitario para promover la economía social; aunque también existen otras formas de cooperación donde la autonomía es un valor central, ofreciendo un jogo bonito más creativo para la construcción de otro mundo mejor.
Tiempos extras
La cancha se presenta cuesta arriba debido a la presión del gran mercado, el árbitro-estado y los equipos favorecidos. Es fundamental demandar un piso parejo. Sin embargo, también existe la posibilidad de jugar sin árbitros, apostando por la autogestión y la autonomía; quizás no se construya nada con apellido mundial, pero sí a escala comunal y en muchas canchas. Es un momento crucial para reflexionar sobre cómo cambiar el juego, la cancha y el mundo.
Funcionar como “cooper-activismo”, impulsando la transformación social a través de la comunalidad y la pequeña escala
Los temas para ser repensados por el cooperativismo incluyen:
• Fomentar la educación y la información sobre la identidad cooperativa.
• Visibilizar el trabajo de las mujeres e incluir la perspectiva de género como un imperativo ético y político.
• Mantener su papel en la satisfacción de las necesidades de sus socios y comunidades.
• Participar en la reinstitucionalización democrática y la coproducción de marcos legales y políticas públicas.
• Asumir su papel como movimiento económico alternativo con un proyecto político e ideológico claro.
• Priorizar sus valores sociales sobre la lógica de acumulación de capital.
• Comprender los límites ecológicos y separarse de la lógica de crecimiento ilimitado del cooperativismo capitalista.
• Funcionar como “cooper-activismo”, impulsando la transformación social a través de la comunalidad y la pequeña escala, y creando puentes hacia economías regenerativas que sostengan la vida.
¿Importa narrar la vida del equipo cooperativista?
Es de gran valor hablar hoy en día de cooperativismo, ya que permite visibilizar el sector social de la economía y su funcionamiento asambleario, libre de Patrones. Es esencial destacar su capacidad para contribuir a la transformación de la realidad, especialmente cuando el contexto les es favorable, como en territorios autónomos o gobiernos con sistemas normativos propios, donde su presencia cobra gran relevancia.

Además, es crucial continuar el debate sobre su potencial y los desafíos actuales. Temas como la desinstitucionalización gubernamental, las reformas legislativas necesarias, la inclusión de la perspectiva de género y su compleja relación con el mercado, son relevantes y requieren una discusión pública.
Este “Año Internacional de las Cooperativas” representa una oportunidad para visibilizar las experiencias de “otras economías”. La discusión sobre cómo las cooperativas formales gestionan las contradicciones del mercado, los límites jurídicos y la posible cooptación institucional, puede enriquecer el debate. Asimismo, es vital dar visibilidad a las formas organizativas no institucionales que, aunque a veces puedan parecer más precarias, son más radicales en su apuesta por otra forma de vida y autonomía.
La pelota sigue rodando y no ha sonado el silbatazo final.
Otros trabajos de la serie:
¿Las cooperativas construyen un mundo mejor?
Retos y desafíos de la Economía Social en México
Reflexiones en ocasión del año internacional de las cooperativas
La universidad pública debe volcarse al Sector Social de la Economía
Mujeres, cooperativas y colectivas solidarias. Una mirada feminista
Identidad y regulación de las Sociedades Cooperativas de Ahorro Préstamo
¿Las cooperativas construyen un mundo ecológico?
Cooperativismo, una alternativa frente a la mercantilización de la vivienda
Las otras economías para frenar el colapso
¿Pueden las cooperativas culturales ayudar a construir un mundo mejor?
































