Reseña del libro Aceptamos Tumin, o de como la economía solidaria también es economía política, pero desde abajo.
Redacción La Coperacha
Ciudad de México // 12 de diciembre de 2014
A primera vista, Aceptamos Tumin es sólo la narrativa directa, desde adentro, de cómo se constituyó esta experiencia primero local y en esa medida sencillísima, modesta e inofensiva; pero poco a poco más extendida, más compleja, más poderosa y por supuesto, más peligrosa (para ciertos criterios, claro).
Pero precisamente por el desarrollo inesperado y dramático del Tumin, su narrativa no es inocente ni ociosa: está claramente politizada, cargada de intención, proyectada en un futuro bajo parámetros ajenos a los del capitalismo salvaje y depredador.
La primera pregunta a la que nos obliga esta obra es ¿qué es el dinero? O mejor aún ¿por qué lo usamos prácticamente a ciegas? La experiencia del Tumin nos obliga a cuestionarnos sobre esto, pero además, sobre la posibilidad de transformar los simples intercambios cotidianos, por verdaderos intercambios de valores sustentados en base del bien común, por intercambios justos. El Tumin nos recuerda que otra economía es posible (p. 108).
Economía, valores, identidad
No podemos eludir la etimología de economía: “las reglas de la casa”, es decir, las del espacio en el que habitamos y resolvemos nuestras necesidades básicas. Cuando esa casa es una comunidad como Espinal, construir la narrativa es aún más arriesgado. ¿A quién le importa ese pueblo olvidado de Dios, célebre si acaso por un pirata, al que por confusión se llama ahora Lorencillo (quien llegó hasta allá no se sabe bien por qué), y por el malandrín que originalmente llevaba ese nombre?
Aprovechando precisamente las adversidades, los promotores del Tumin se olvidaron de lo académico y lo técnico y asumieron el reto, la “ventana de oportunidad” dirían los tecnócratas, de emprender un camino diferente. ¿Cómo? Acá nos limitaremos a referir que si Espinal no contaba con una historia refulgente, Aceptamos Tumin la reconstruye con desparpajo y así la reescribe. Es una apuesta por la memoria, la dignidad y la identidad de ese pueblo que empieza a ganarse un lugar, su lugar, en la historia.
Entonces el cochino dinero nada vale si no hay valores sustantivos de por medio. Eso es de lo que nos olvidamos al hacer uso ciego del dinero, valorándolo por sí mismo. Eso es exactamente contra lo que se dirige la experiencia del Tumin, y de ahí su potencial transgresor y revolucionario.
Reivindicando una revolución discreta y pacífica
Pero la revolución no necesita ser con fúsiles, ataques o comandos fedayines. Siendo más discreta, la revolución de los tumistas apuesta a ser más profunda: es precisamente esa revolución de la identidad, del orgullo de pertenecer a una comunidad que innova en sus intercambios y llama a otras comunidades, próximas o al otro lado del planeta, a sustentar los intercambios sin explotación ni acumulación y a reconocer distintas experiencias existentes, generadas bajo este propósito.
La comunidad se establece sobre bases de confianza, de convivencia digna y respetuosa, de rechazo a cualquier tipo de violencia, de ejercicio libre y pleno de todos los derechos. Atentar contra estas bases es atentar contra la comunidad, pero esas bases no se establecen de una vez y para siempre, se construyen en la acción cotidiana: “quizá lo más importante de esta estrategia es que la ciudadanía se va apropiando de esta moneda comunitaria al convertirse en parte activa de este proyecto. Porque el Tumin es impulsado por los socios pero beneficia a la comunidad entera.” (p. 73)
Parece simple, pero lo revolucionario consiste en hacerse ciudadanos, en el sentido amplio de participar y actuar, de intervenir efectivamente para ese beneficio común. El gran reto que este recuento establece, es el de pasar del plano monetario y comercial, al del plano productivo: estar en condiciones de atender no sólo necesidades básicas, sino de ofrecer alternativas en todo tipo de bienes y servicios.
La economía como simples cálculos y números para maximizar ganancias es una aberración neoliberal. La economía es política, y debe plantearse la peliaguda cuestión de la justicia, y de su construcción desde abajo, desde la gente y la ciudadanía. Aceptamos Tumin nos brinda lecciones cruciales al respecto.
Aceptamos Tumin se presenta el sábado 13 de diciembre a las 10:00 horas, en el auditorio del Museo Teodoro Cano, de Papantla, Veracruz. Cooperación por ejemplar, $100.00, o $40.00 más 40 Tumines.