Del desarrollo industrial desbocado a las alternativas sustentables ¿se puede?
Redacción La Coperacha
Ciudad de México // 19 de mayo de 2015
China provoca una mezcla de admiración y repulsión por su vertiginoso crecimiento económico. Sabemos que es la potencia retadora en el “orden global” y que, al ritmo que crece, se puede acabar el planeta en una generación.
En el artículo “Crisis ecológica, ecoaldeas y ecociudades en China” Shanon May lo expone así : “Si cada habitante de China fuera a consumir igual cantidad de energía que la media de norteamericanos, China engulliría más de 80 millones de barriles de petróleo por día, o el suministro actual diario en el mundo entero”.
El hecho es que el gigante asiático ha venido transitando de un socialismo al menos polémico a un capitalismo más que descarnado: salarios reducidos aunque en ascenso, crecimiento sostenido con costos ambientales casi incalculables y desarrollo tecnológico que abre nuevas posibilidades.
Discípula del pionero del diseño sustentable en arquitectura, Bil McDonough, May plantea con claridad el problema: “¿Qué pasaría si se lograra una urbanización rural tal que al mismo tiempo aumentara la calidad de vida y las oportunidades económicas de la China rural, y también afectara de manera positiva el cálculo global de carbono?”
El desarrollo de ecoaldeas se ha venido desarrollando como opción para cerrar la brecha entre el nivel de vida urbano y rural, sin acabarnos el planeta.
Sustentabilidad en una geografía complicada
La región sudoccidental de la República Popular de China, que comprende las vastas provincias de Qinghai, Sichuan y Tibet, recibe más de tres mil horas anuales de energía solar. Hasta hace pocos años ese enorme potencial no era fácilmente explotable por los altos costos de las plantas fotovoltaicas.
Así, distintos proyectos de reforestación y construcción sustentable en esa región poco poblada y con elevados índices de pobreza, se limitaban a recuperar técnicas y materiales de producción local para revertir la desertificación, aminorar el clima extremo en las viviendas y tratar de aprovechar algunos residuos para generar biogás y fertilizantes.
Qinghai es una extensión de la meseta del Tibet, rodeada de vastas montañas y con una altura promedio de 3,000 metros sobre el nivel del mar, donde a pesar de su extensión de 720,000 km², la población alcanza alrededor de 5 millones de habitantes. En esta provincia la expansión del uso de tecnologías sustentables desde hace un lustro ha mejorado las expectativas de vida de miles de pobladores en pequeñas aldeas.
La combinación de programas para agricultura y ganadería sustentable ha permitido revertir la erosión del suelo y la conversión de los criadores nómadas de yaks, caballos y ovejas a sedentarios. Desde 2005 la construcción del ferrocarril Qinghai-Tibet ha facilitado el comercio de sus productos, la adquisición de insumos y la expansión del turismo.
Energía solar y mejores condiciones de vida
Un factor que destaca en esta provincia es la creciente instalación de páneles solares, que permiten que en pequeñas aldeas aisladas se cuente por primera vez con electricidad en los hogares.
Por su parte, la formación de cooperativas que aplican tecnologías sustentables combina la producción agropecuaria, la construcción de caminos y viviendas y la instalación de los páneles. Además se ha hecho más eficiente la utilización de estiércol y residuos agrícolas para generar biocombustibles.
Estos emprendimientos han posibilitado mejorar los ingresos, que en la provincia en 2009 alcanzaban alrededor de 1,500 yuanes per capita, a poco más de 3,000 en 2014 (aproximadamente $484.00 USD). Más significativo es que dejan de depender de fuentes de energía externas y evitan tener que emplear más de cinco horas al día, durante el invierno, en labores de recolección de leña y materiales como el estiércol de Yak para calentar sus hogares.
El proceso de formación de cooperativas de agricultores abre un panorama al menos interesante para un viraje hacia la sustentabilidad en vastas regiones amenazadas por el colapso ambiental y la pobreza.
Foto: spanish.peopledaily.com.cn