“Esta comunidad se construye día a día disfrutando su existencia, replanteándose, compartiendo conocimientos y reconociendo que sé es maestro y aprendiz”
Colaboración especial de Klara G. Meyra Segura
Ciudad de México // 07 de diciembre de 2016
Serigraferos por Vida, es una comunidad de personas que se dedican a la serigrafía en todo México y otros países, cuya mentalidad es compartir y transmitir conocimientos, es un grupo de personas diversas en territorios, técnicas de trabajo e intereses.
Después de tres años de existencia Serigraferos por Vida realizó un taller del 25 al 27 de noviembre pasados. Estuvieron presentes más de cien maestros y maestras que se declararon aprendices, provenientes de la Ciudad de México, Monterrey, Oaxaca, Tamaulipas, San Luis Potosí, Puebla, Jalisco, Baja California, así como de otros países, entre ellos Chile, Colombia y Argentina.
Jaime Ojeda, de Los Cabos, Baja California, diseñador gráfico y cuyo taller se llama Flama Graphics, en entrevista nos compartió que “la finalidad de este grupo es crear una comunidad donde todas las personas nos echemos la mano y dejar del lado egos, soberbia, competencia que contaminan a las personas”.
Los serigraferos se llaman maestros o maestras entre sí, una manera de reivindicar el sentido de respeto, de valor y comunidad de un gremio que aunque parece invisibilizado está más que vivo en nuestro entorno a través de la imagen y la gráfica.
En la charla el maestro Jaime narra que Serigraferos por Vida:
Es un grupo que inició Gamaliel Montoya, alias Print or Die, hace tres años aproximadamente, él proviene de Baja California Norte, comienza a hacer serigrafía y se encuentra con que no hay mucha información para poder imprimir o estampar en carteles, playeras y calcomanías, y muchas personas nos comenzamos a sentir identificados con su propuesta sobre compartir conocimientos.
Inicié en esta labor de la serigrafía hace aproximadamente 12 o 13 años, y no había dónde pudiera consultar y resolver problemas, mucho fue echar a perder y me llevó mucho tiempo comprender el uso de varios materiales. Entonces Gamaliel crea el grupo y el medio de comunicación fue facebook, de allí nos comenzamos a comunicar, creo que las redes sociales tienen su parte buena y mala, acá hemos procurado rescatar lo mejor para comunicarnos y generar propuestas conjuntas.
“Lo chingón de esta comunidad es que se comienza a crear una vibra muy generosa, uno ponía una pregunta, y las demás, desde su experiencia, compartían soluciones. Así comenzamos a ser una comunidad de apoyo y el grupo comenzó a crecer hasta llegar a los cinco mil miembros, como en todo grupo han habido pleitos, pero hemos intentado subsanarlos”.
¿Cómo funciona la comunidad de Serigraferos por Vida y qué actividades realiza?
Ahora a mí me corresponde coordinar el grupo bajo principios de respeto, aporte sin querer ser más que otros. Gracias al grupo comenzamos a tener contacto con el maestro Arturo Negrete del taller de serigrafía 75 Grados quien nos invitó el año pasado a venir a su taller a Gamaliel y a mí, pues teníamos un grupo que se llamó Seribarbas, porque somos barbones y entonces venimos y nos mostró su labor, nosotros en el norte del país nos dedicábamos más a lo comercial.
Cuando conocí el trabajo de 75 Grados, me gustó permanecer en la Ciudad de México compartiendo y aprendiendo durante una semana, hicimos una buena conexión, a partir de allí buscamos crear una reunión para mejorar lo que hacemos, ya no como algo barato, sino realmente mejorar nuestro trabajo y reflejarlo en el valor que le damos a lo que realizamos con las manos.
Se trató de un taller para aprender el proceso de la serigrafía y actualizar en técnicas más amables con el medio ambiente. El apoyo para el material y los instructores lo dieron dos empresas de serigrafía: Tintas Sánchez y Casa Díaz, los facilitadores del taller fueron los maestros Alberto García y Fernando Lemus, la idea fue retroalimentar y fortalecer los procesos de trabajo en serigrafía.
¿Qué se aprende al ser parte de esta comunidad?
Nuestro trabajo es exigente y comienza a hacerse monótono, como si fueras una máquina, cuando entré al grupo retomé el gusto y la emoción por hacer serigrafía.
Nuestra labor es con las manos, esto lleva un proceso de trabajo: revelas, montas, registras, en cada momento dejas algo tuyo, se trata de un proceso artístico, es así como aprendemos a ponerle un toque a nuestros talleres como espacios de trabajo, que tengan un estilo propio, con un toque que nos identifique. Aprendemos que desde lo que hacemos hay un trabajo, una labor, una responsabilidad.
En cuanto al uso de la tecnología creo que uno no debe quedarse estancado, pero hay personas que de generaciones anteriores fueron renuentes a los cambios, y cada vez los ritmos son más rápidos, entonces hay que adaptar condiciones, sin dejar el sentido artístico de un lado.
Serigraferos por Vida demuestra el gusto y el amor por hacer serigrafía, nosotros a cada tinta le dejamos nuestro tiempo, nuestro esfuerzo, nuestro desgaste, en cada playera y trabajo que hacemos queda algo nuestro, es algo artesanal que estamos creando con las manos, con nuestro esfuerzo.
En el caso de la labor de las mujeres en la serigrafía, me da gusto ver que en este espacio participan cada vez más mujeres con su fuerza, su aporte y su trabajo.
Es así como esta comunidad se construye en el día a día disfrutando su existencia, replanteándose, compartiendo conocimientos, y reconociendo que sé es maestro y aprendiz todo el tiempo y en todo lugar. En medio de un sistema económico de competencia y egolatría significa un verdadero desafío ser parte de un gremio. Serigraferos por Vida nos muestra que se puede hacer comunidad desde la labor colectiva, y hacer del oficio un verdadero arte: una verdadera pasión colectiva.
Foto: Jaime Ojeda y 75 Grados