Vivienda colectiva contra gentrificación

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Está en juego el modelo de ciudad que queremos: Jaime Rello


Redacción La Coperacha
Ciudad de México // 20 de diciembre de 2016

En medio del debate sobre la vivienda en la Ciudad de México, los desarrollos inmobiliarios que surgen como hongos, los desalojos diarios que no se documentan en los medios y las presiones de organizaciones por aumentar los presupuestos sociales, surge sobre la mesa el tema del modelo de ciudad que queremos: ¿vivienda colectiva o gentrificación?

Así lo plantea Jaime Rello, reconocido como luchador social, por más de 30 años de organizar a personas en torno a satisfacer la necesidad y el derecho a la vivienda desde la Unión Popular Revolucionaria Emiliano Zapata (UPREZ).

El modelo de ciudad
De entrada Jaime dibuja el contexto: “el esquema del sector inmobiliario tronó”, la ciudad expansiva que proponían grupos como Geo y Ara quebró y quedan 5 millones de casas deshabitadas. Ahora lo que se usa es el modelo de la ciudad compacta. Dicen los empresarios que hay que volver a la ciudad y hacerla compacta, pero para unos cuantos, explica Rello.

Firma que “atrás de todo esto hay un modelo de ciudad que está impulsando el Gobierno de la Ciudad de México (CDMX) que privilegia los intereses del gran capital inmobiliario”.

Este modelo se ha implementado desde hace tiempo con la idea las obras generan empleo y bienestar “pero en realidad lo que está pasando es el fenómeno de gentrificación, que es expulsar a las familias más pobres de las colonias (y ahora no sólo en los barrios populares sino en las colonias de clase media), expulsarlas de esos lugares para hacer grandes edificios con grandes inversiones”, destaca.

Los empresarios dicen que sus hijos tienen que vivir en una ciudad moderna y al movimiento por la vivienda popular la califican de conservadores, “para ellos la modernidad implica grandes edificios”, abunda Rello.

Los desalojos
Aprobada recientemente, la Ley de Vivienda de la CDMX favorece de algún modo a la gentrificación, afirma Jaime. “La trampa ahora está en que aceptaron muchos términos sobre los derechos, reconocen el derecho a una vivienda adecuada y todo lo que dice la ONU, el derecho a la ciudad, pero no hay instrumentos para echarla andar”, describe.

“Queremos una ciudad compacta en términos de que podamos seguir viviendo, pero qué pasa con las personas que han vivido años y por generaciones en estos lugares, las están desalojando”, añade. “Estamos peleando porque se reconozca el derecho al arraigo, que no sólo se reconozca el capital”.

La Asamblea Popular de Familias Desalojadas ofrece la cifra de 37 lanzamientos de marzo a diciembre en el Centro Histórico (muchos de ellos con operativos policíacos violentos) y una lista identificada de 128 edificios por desalojar.

Rello explica que diariamente hay desalojos en la ciudad y tiene que ver con los intereses de las inmobiliarias y se usa el pretexto del narcotráfico y la inseguridad. Describe que hay un problema de irregularidad en ellos, “muchos de los predios tienen una situación de supuestos propietarios, entonces ya no es el propietario quien pide el lanzamiento, es toda una mafia que se ha organizado para hacerse de esos predios”.

Entonces son dos modelos los que se debaten, explica Rello: “uno que tiene que ver con los derechos de la gente y por otro lado el valor del mercado y al mercado lo que le interesa es el valor del cambio de las cosas y no el valor de uso”.

Cooperativas de vivienda
Luego de 30 años de participar en el movimiento urbano popular, como les gusta llamarlo, con el tema de la vivienda, Jaime también es crítico con la experiencia cooperativa. Dice que el problema es que “se ha generado toda una cuestión de negocio y corrupción” desde organizaciones, “o supuestas organizaciones que se quieren volver inmobiliarias populares pero sacándole el recurso a la gente”.

Sin embargo el modelo de vivienda con base en la propiedad colectiva es el que ha generado mejores resultados sociales, señala Rello. Además la figura jurídica está reconocida en la Ley de Vivienda y en la Constitución pero no en las Reglas de Operación. “Por ejemplo ahorita dice que el Invi dará créditos individuales, nosotros decimos que nos reconocieron las cooperativas pero nos ponen las trabas en los instrumentos”, señala.

“Nosotros hemos planteado el proyecto comunitario de producción y gestión social del hábitat”, sostiene. “La vivienda ya no se puede ver fuera del hábitat, hay situaciones que no se resuelven con la construcción de casas”, añade. Pone de ejemplo la situación de madres jefas de familia que necesitan un cendi para sus hijos.

Su planteamiento de cooperativas de vivienda también genera discusión porque “la mayoría de los compañeros no está de acuerdo y hay que convencerlos porque tenemos una cultura de tener nuestra vivienda individual”.

Sin embargo con viviendas de propiedad colectivas existe seguridad a futuro, para los hijos, plantea. “Sabemos que es difícil, que no todo mundo va a aceptar pero ya hay un grupo de compañeras y compañeros que lo está haciendo”.

Federación de cooperativas de vivienda
En torno a Jaime se reúnen algunas mujeres, socias de cooperativas de vivienda o de asociaciones civiles, que en algunos casos luego de siete años, han adquirido su casa colectiva. Entre ellas estás las cooperativas Tochán, Gendalizá y Yelitzá (cooperativa piloto que se ha formado junto a la Federación de Cooperativas de Vivienda de Uruguay -Fucvam- Premio Internacional del Hábitat).

En los proyectos colectivos, donde participan activamente las mujeres, se están desarrollando espacios comunes como salones, comedores, huertos urbanos, espacios para talleres de salud y pretenden tener un pie bien puesto en la comunidad. Interactuar con el barrio, explica Jaime.

Entre todas caminan para conformar la primera federación de cooperativas de vivienda, aún sin nombre.

Cambiar el modelo de ciudad
“Hay que salir del esquema del mercado. Hay que ver la vivienda en lo que implica como seres humanos”, enfatiza Rello. También propone cambiar la forma de relacionar la vivienda con el ambiente, “desde la utilización de materiales de construcción (la gran mayoría son contaminantes), incluir plantas potabilizadoras, huertos urbanos, que la gente tenga una armonía”.

Finalmente, para cambiar de modelo en la ciudad Jaime plantea un cambio de conciencia. “Tenemos que generar conciencia en la gente, que se de cuenta que es necesario de cambiar las cosas, de que la cuestión colectiva es la única que nos va a poder salvar”.

“Vamos a cumplir 30 años -en UPREZ- y hay muchísimas cosas que hemos hecho: introducción de drenajes, centros culturales, centros de salud, museos comunitarios”.

La Coperacha

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