La Burra Blanca del 56, neo pulquería surgida del activismo estudiantil

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“Estamos en el centro, en Regina barrio, no en la fresa y peatonal”.


Redacción La Coperacha
Ciudad de México // 23 de septiembre de 2013

La Burra te recibe desde las escaleras con una fuerte patada de olor a pulque, Tin Tan te espera en la puerta y en seguida un periódico mural, los carteles que rechazan la reforma educativa, la manta de Atenco Vive y murales que de inmediato remiten a un cubículo de activismo estudiantil.

La gran ventaja es que La Burra ofrece un escenario, música y bailongo, además de pulque, mezcal, sidra artesanal o cerveza, una buena tlayuda y la botana de chapulines. El espacio de más de 300 metros cuadrados tiene el ambiente propicio para seguir agitando y festejando.

Los fundadores de La Burra son 6 de los integrantes del colectivo 23 de septiembre formado por estudiantes y egresados del Instituto Politécnico Nacional.

El colectivo surge al calor de la lucha estudiantil del año 2002 contra la propuesta de Ley Orgánica en el Poli. Quien precisa el origen es Marco Valadez pionero del colectivo y de La Burra.

“El proyecto productivo del colectivo fue de un bar cultural que rescatara bebidas tradicionales de México y además de seguir apoyando la propuesta cultural con un sentido político de izquierda”.

El rumbo de la burra
La primera sede de La Burra, que llega organizada como cooperativa, es en San Jerónimo 56, en el centro de la ciudad y se abre el 4 de diciembre de 2009.

El nombre de Burra Blanca, lo explica Marco, egresado de la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica, “además de ser la mascota del Poli nos recuerda nuestro pasado semirural, donde apareció la burra en el casco de Santo Tomas, y porque es el mejor animal para transportar el aguamiel desde el maguey hasta el tinacal, por que va a paso lento, puede cargar mucho y no lo agita demasiado”.

El remate del nombre con el 56, además de ser el número del local, coincide con los dos últimos números del año en que se clausura el internado del Politécnico provocando una resistencia estudiantil; el 23 de septiembre de 1956. Y de ahí también el nombre del colectivo que da vida a La Burra Blanca del 56.

Después de un año de aprender el oficio y de encaminar a la burra, la cooperativa recibe la solicitud del dueño para que le entregue el local de San Jerónimo, pues se percata de que es una buena iniciativa y decide poco después copiar el estilo y abrir su propio negocio.

La Burra busca nueva sede y después de un sinuoso camino de mes y medio, que termina dividiendo a los fundadores, llega en febrero de 2011 a sus aposentos actuales en la calle de Regina 88, “en Regina barrio, no en la fresa y peatonal”.

Marco que actualmente está al frente del proyecto explica por qué ya no se conserva la figura cooperativa.

“En los proyectos horizontales de repente la banda no se compromete del todo, de pronto el que menos trabaja percibe lo mismo que el que más trabaja. Sin embargo no se han establecido jerarquías ni una organización vertical, la carga de trabajo es pareja de 2 a 3 días a la semana, pero yo soy el único que viene todos los días, voy cubriendo los huecos”.

La burra jala con la banda
Un lugar de la banda para la banda, es como también se define este espacio.

Los estudiantes y parroquianos asiduos a La Burra, han formado una zona de encuentro que además de escuchar música y tener un lugar para bailar, brinda solidaridad a los movimientos sociales.

Y es que tradicionalmente se han presentado actividades de apoyo a las organizaciones en lucha. Por mencionar algunos, ya han pasado los normalistas de Ayotzinapan, Guerrero, el comité de la Casa Nacional del Estudiante y por supuesto en estas fechas, los maestros de la CNTE.

La banda que llega a la burra se encuentra con el periódico mural o los carteles que dan la información política del momento y con los murales que plasman la lucha de los estudiantes politécnicos del 56, 68 y 71; el dedicado a la diosa Mayahuel; o el del techo que comparten Lucio Cabañas y Anonymus.

La Burra se distingue por ofrecer a la banda bebidas y comida tradicionales a precios accesibles: un litro de pulque en 15 pesos, una chela, mezcal o sidra artesanal en 20, o la aportación al mundo de esa bebida espirituosa: mezcal con Boing de a 25 pesitos.

Y para la hora de botanear están las tlayudas. Las burritas no pueden faltar, los tlacoyos y los chapulines.

Los proyectos pendientes por ahora son: habilitar una cabina de audio, el huerto urbano, darle continuidad a los talleres que se imparten, y ya se ha pensado en la cerveza artesanal: La Burra Blanca del 56.

Pero lo más importante lo concluye Marco, agrupar al equipo que lo haga posible: “No por que haya fracasado una vez como cooperativa significa que no se pueda volver a intentar, si se acerca gente más responsable, más comprometida y con el chip de la lucha abajo y a la izquierda, quizás sí podamos hacer algo más”.

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