Chanti Ollin, diez años de autogestión

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No se necesita una casota blanca en las Lomas para vivir con dignidad.


Redacción La Coperacha
Ciudad de México // 20 de noviembre de 2014

En medio del escándalo por la “Casa Blanca” de Peña Nieto y Angélica Rivero, la casa de 7 millones de dólares transferida por Televisa, poco se habla del derecho a la vivienda y la necesidad de ocupar lo que está vacío.

El Chanti Ollin es una edificación que hace tangible ese derecho; raya en las fronteras del “okupa” y una sede de proyectos productivos. Ha cumplido 10 años de edad, surgió (por así decirlo) en 2004, como una consecuencia del movimiento estudiantil de 1999-2000 en la UNAM.

En ese año un grupo de estudiantes que buscaban formas alternativas de vida y no necesariamente meterse a la vorágine con la Tierra, habitaron un edificio sin vida y viejo al que bautizaron con un trabalenguas: Del-adentro-dentro-mentalización-de-la-cuna-del-cayo-heterotópico-visivilizador-ansina-como-en-denantes, alias Chanti Ollin.

Desde entonces decenas de colectivos han circulado por los cinco pisos del Chanti y han echado a caminar proyectos que van del taller de bicimáquinas, temazcal, panadería cooperativa, pulpo serigráfico, baño seco (que ahora es sanitario biológico), salón de música, la cabina de radio y la azotea verde, explica Miguel, habitante de esta casota.

El derecho al Chanti
En nuestro país existe en el papel un derecho a la vivienda (artículo 4 y artículo 123 fracción XII) pero que no se cumple. De acuerdo a datos de la Secretaría de Hacienda hay al menos 36 millones de mexicanos que viven sin una vivienda digna, aunque las cifras de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU) rebajan los números a 10 millones sin casa.

Sobre el Chanti, por su origen transgresor, hay una amenaza constante de desalojo, aunque “jurídicamente no se ha demostrado que alguien tenga mayor derecho que nosotros”, dice Miguel. “La gente no tiene casa y hay muchos espacios vacíos”, agrega.

“No somos ocupa, no somos casa de cultura, el Chanti es una composición del movimiento estudiantil, del movimiento undergound de la ciudad, de la tercera raíz (la africana), movimientos artísticos y sociales”, explica.

La persinada necesaria
En este edificio de la calle Melchor Ocampo te recibe en la planta baja un altar sincrético con las imágenes religiosas de la Tonanzin Guadalupe. Este nicho es una “práctica de la mexicanidad y una forma de reivindicar nuestra cuna cultural”, dice Miguel.

Frente al altar se encuentra el taller de bicimáquinas, a unos pasos el horno de la cooperativa de pan Tonatlascaltilollan y más allá el sanitario ecológico. También hay un temazcal y hasta el fondo el pulpo de la serigrafía. Todos los proyectos conviven y se necesitan.

El pan congrega
El corazón de la cooperativa de pan es un horno ecológico que tiene la capacidad para 2 charolas con 150 panes. “Es un bote con una cubierta de barro”, ha dicho David, “usamos leña (huacales) que recogemos en la calle con nuestros bicirremolques, no usamos combustibles fósiles”.

“Experimentamos con las harinas, mezclamos amaranto con trigo, por ejemplo”, agrega David. La especialidad es el pan dulce o pan popular, el cual congrega, “hay pan y bajan todos”, prosigue.

La envoltura tiene la leyenda serigrafiada en el pulpo del Chanti: “el pan mestizo de la América intercultural, hecho en un horno ecológico envolvente”. Sus nutrientes se reparten en varios lugares, especialmente a los estudiantes de la UNAM, “para que saquen muchos dieces”, concluye.

Las bírulas
El taller de bicis fue bautizado como Taller de Tecnologías Apropiadas del Chanti Ollin (TTACCO) y que tiene su origen en el modelo de Maya Pedal de Guatemala.

La idea de este taller es apropiarse de la tecnología que está a la mano, en este caso al pie, y ponerla al servicio colectivo. En el TTACCO destacan la bicilicuadora, el bicimolino y el bicitaladro. “Todos las usamos, para moler la harina del pan, para hacer una salsa”, comenta David, aunque también existen las herramientas para reparar una bicicleta normal.

La poposta
Al fondo hay un sanitario biológico. Edgar ha explicado su funcionamiento. “El sanitario biológico separa las excretas de los orines, los orines se van a un garrafón y las excretas a un cajón, ahí se le agregan aserrín y las cenizas del temazcal y del horno de pan, se sube a la azotea verde y se compostea al sol por 6 meses, luego se truequea con colectivos de huertos orgánicos”.

El eje central de este baño es la no utilización del agua, tener un respeto por la Tierra, los cultivos orgánicos y un reconocimiento de cómo somos, de cómo olemos.

El conglomerado
Explica Edgar, otro integrante de este conglomerado que el modelo del Chanti tiene su raíz en el Calpulli pero también en el modelo de la Universidad de la Tierra de Chiapas (CIDECI) donde el herrero aprende su oficio haciendo trabajo para la universidad, ahí no hay una teoría, todo es en la práctica, dice.

En el Chanti hay un tequio. Lo preparan para actividades como el Autogestival, reunión de proyectos autogestivos de la ciudad y anexas. Pintan, remozan los espacios, colocan mamparas y el Chanti queda muy guapo. No se necesita una casota blanca en las Lomas para vivir con dignidad.

Fotos Chanti Ollin

Visita el Autogestival

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