Desde la Comunalidad
Jaime Martínez Luna
Guelatao de Juárez, Oaxaca // 04 de mayo de 2020
Es tan presente el individualismo en los centros urbanos, que resulta difícil la realización de una posible Comunalidad, principalmente por el confinamiento a que nos obligan las medidas oficiales sanitarias.
Sin embargo, lo propicio es descubrir que se tiene un vecino, y que no te habías dado cuenta de sus habilidades, de sus capacidades, incluso de su carácter personal. Descubrir que entre todos, se puede asear el edificio, reparar desperfectos, lo que antes hacía el velador, o también que entre todos se puede conseguir el abasto, o simplemente hacerlo más fácil.
También comprender que la vigilancia directa de todos es motivadora para respetar reglas que todos consideran adecuadas y necesarias, etc. Claro, es importante señalar que la práctica de lo comunal en la ciudad existe en muchas alcaldías o colonias, incluso calles, o en las comunidades que han sido cubiertas por la mancha urbana, espacios, que ante la pandemia, y de otro tipo de avatares, han encontrado en su organización comunal o cooperativa, la solución a sus necesidades.
Y es esto, precisamente, hacer Comunalidad en la ciudad. Enfrentar con los que viven a tu lado, las necesidades o problemas del conjunto. Y es esto, lo que nos va a cambiar la vida en la ciudad. Reconocer que muchas soluciones a nuestras necesidades están en nuestras manos, que sólo se requiere respeto, o sea el reconocimiento y la valoración del otro, lo que nos conduce a crear una vida diferente, más colectiva, incluso comunal diríamos. No se puede ocultar que lo gandalla, a muchos, no se les quita de un tajo.
En las comunidades Territorializadas, Oaxaca por ejemplo, el privilegio de tener organización propia, fundamentada en su ser y habitar lo comunal, les hacen casi espacios perfectos para la resistencia y atención a su posible contaminación. El hecho mismo de la poca presencia de la pandemia, demuestra lo que ya hemos afirmado.
Lo simpático de todo, es que la pandemia, está mostrando que las regiones que se marginaban de los supuestos privilegios de la industria, del mercado, de la educación, de la salud, estén demostrando lo contrario, o de que tales ideas o señalamientos eran o son incorrectos.
La pobreza hacinada quizás sea otra cosa, pero lo que se llamaba, pobreza rural, es ahora riqueza sanitaria, incluso alimentaria, ya que la contaminación del mercado ajeno tiende a disminuir, y por lo contrario, la producción alimentaria propia, tiende a valorarse aún más.
En resumen, en la ciudad, se puede reconocer que la Comunalidad va del lado de la gente que reconoce que su hacer en conjunto les da fuerza, y en lo rural, que la organización, puede mejorar, ahora más claramente sus condiciones o calidad de vida.
Imagen: Sabino López Aquino (Juchitán 1960). Caracol. Técnica mixta sobre madera.
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