Guendalizaá, la tenencia social de la tierra en la ciudad

A unos días de haber firmado un contrato de financiamiento de vivienda con el INVI, esta cooperativa afirma que el proyecto no es sólo para ellos,”si aquí tiene éxito lo van a replicar otros grupos”.


La Coperacha // Pablo Correa
Ciudad de México // 28 de agosto de 2014

Doña Sara Ballesteros está terminando de limpiar la cocina; Cristian, a través del lodo, transporta el material de construcción mientras una bomba que no para en todo el día, saca el agua abundante de un terreno de unos 1000 metros cuadrados. Este terreno será el siguiente año el hogar de la cooperativa Guendalizaá.

Recientemente esta cooperativa de vivienda ha firmado un convenio con el Instituto de Vivienda del Distrito Federal (INVI) para el financiamiento de cinco torres de departamentos de cinco niveles en la colonia Cuchilla Pantitlán, ubicada en la delegación Venustiano Carranza.

Este logro es resultado de unos cinco años de trabajo y lucha por la vivienda digna en donde el cooperativismo ha sido pieza clave. “Este proceso no es sólo para nosotros, es un proceso pionero, y si el proyecto aquí tiene éxito lo van a querer replicar otros grupos”, dice Guillermo Zamudio, sociólogo y cooperativista.

En el 2010, el gobierno de la capital firmó convenio de colaboración con 21 organizaciones sociales como el Movimiento Urbano Popular (MUP) y la Convención Nacional Democrática (CND), de dicho convenio nació el Programa Comunitario de Producción y Gestión Social del Hábitat del que la cooperativa Guendalizaá. es el primer proyecto en utilizarlo.

Este trabajo ha implicado asambleas semanales, trabajo diario, ahorros y mucha planeación. El total, el costo de esta construcción cooperativa ronda los 21 millones de pesos.

Diseño y vivienda digna
Los cinco edificios serán de cinco plantas, y cada uno estará compuesto por diez departamentos. Tendrá un estacionamiento subterráneo y dos espacios comunes. A la entrada de lo que será la unidad, estará un comedor y un consultorio comunitario.

Brenda Úrsula, estudiante y ahora cooperativista, explica que los proyectos de vivienda modestos no tienen porque ser feos. “Necesitamos un espacio en donde poder descansar, no un espacio de 4 paredes mal hechas en donde termines diciendo, bueno, esto es para lo que me alcanzó”.

Este proyecto no sólo prevé una vivienda digna, va más allá, pues tiene contemplado una serie de elementos sustentables como sus azoteas verdes, huertos urbanos, y el sistema de captación de agua pluvial que tendrá cinco cisternas. Mientras que en la parte de arriba, estará dedicado a un espacio para proyectar cine, reuniones y hasta “pachangas”.

Los integrantes de la cooperativa Guendalizaá han participado intensamente en el diseño de su hogar. “Nosotros le decíamos al arquitecto hazle esto y cámbiale lo otro, hasta que se dio un momento en el que se tenía que entregar el diseño, lo evaluamos, a todos nos gustó y se hizo el proyecto ejecutivo que se ingresó al INVI”, dice Zabad Eliu, músico y uno de los impulsores de la cooperativa.

Cooperativa de vivienda
Por algún tiempo se discutió cual sería la mejor forma organizativa para este proyecto de vivienda, y predominaban dos opciones, o eran una asociación civil o una cooperativa. En el camino quedaron algunos que no estuvieron de acuerdo con el proyecto cooperativo.

“Hubo compañeros que agarraron sus canicas, una compañera nos dijo, ¡son soñadores!. No fue en mala leche, se les regresó su aportación, ese momento fue el más crucial”.

En la composición de la cooperativa sobresale la pluralidad: comerciantes, profesionistas, estudiantes o quienes ejercen algún oficio. Personas migrantes, o con alguna discapacidad, adultos mayores y madres solteras, no han sido factores para participar.

Guendalizaá está conformada por siete comisiones como la de Honor y Justicia, Política, Salud, Cultura o la de Economía Solidaria y Tesorería. En la mayoría predominan las mujeres.

En total son aproximadamente unas once familias distintas, aunque los núcleos familiares son casi cincuenta. “O sea, si somos cuarenta y ocho de manera independiente, pero al final somos como una familia grande”, dice Doña Sara.

Tenencia social de la tierra
Este proyecto sui generis en la ciudad -sino es que en todo el país- siempre ha tenido el concepto de la “tenencia social de la tierra” como eje de centro. “En resumidas cuentas plantea que todos somo dueños de todo, en el sentido comunitario”, dice Zabad.

“No pensar en que yo soy dueño de mi departamento, sino que somos todos en conjunto y de manera cooperativa”.

Han tenido dificultad para registrarse, pues explican “no existe la figura para cooperativas en México como la estamos pensando, que se base en la “tenencia social de la tierra”.

“La tenencia social de la tierra es un tema poco trabajado, incluso se vio en los 90 cuando desaparecieron los ejidos, al contrario se iba acabando esta propiedad social de la tierra, ahora nosotros la queremos traer a un contexto urbano”.

¿Tienen ya proyectado para cuando termine la obra?
Pues nosotros quisiéramos que la semana siguiente ya estuviera, dicen entre risas.

Si todo va viento en popa la casa de Guendalizaá estará lista en diez meses. Como la mayoría de las casa que entregan no contará con puertas ni ventanas, sin embargo la buena planeación y visión ya prevé un consumo colectivo y que podría alcanzar hasta para los pisos.

Para su proceso social han creado un archivo de documentación y un miembro de la cooperativa hasta ha escrito un cuento de Guendalizaá. Su trabajo cultural en la cuchilla Pantitlán está creciendo, hacen festivales, bailes, megaofrenda en día de muertos y antipastorela en épocas decembrinas.

“Nuestra comunidad no se acaba en las rejas de nuestra unidad, es importante entablar cooperación con toda la colonia, con todo el hábitat”, agrega Guillermo.

No por nada “hermandad” en voz zapoteca se pronuncia Guendalizaá.

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