Desde la Comunalidad

Jaime Martínez Luna

Guelatao de Juárez, Oaxaca

El mundo tiene que reeducarse. Traemos miles de años cargando el Síndrome del Poder, el de la competencia, el de la posesión, el del lucro.

No existe el intento de sanear esta sociedad enferma. Los seres humanos nos hemos querido imponer que somos superiores al resto de especies vivas. Nos medimos todo el tiempo, entre humanos, entre hermanos, entre generaciones, incluso entre razas. No nos damos cuenta que hay un elemento que nos une a todos, y que ni siquiera lo tomamos en cuenta.

Es más importante saber que eres el más blanco, el más rico en dinero y propiedades, que eres el o la más guapa, la más inteligente, la más creativa, la más luchona, etc. En todo tienes que ser el mejor, aunque eso que nos une a todos, los que creen que están arriba, como aquellos que se consideran de abajo, tampoco se dan cuenta. Lo que nos caracteriza a todos, incluso a la vegetación, a los mares, a las montañas, es que todos respiramos el mismo oxígeno. Y eso nos hace mundo.

En este detalle radica el gran problema civilizatorio que enfrentamos.

Nos han educado para no tomar en cuenta que somos tan sólo una especie en el mundo y que dependemos del mundo y que el mundo no se explica sin nosotros. Porque somos un mundo todos los seres vivos que lo habitamos y hacemos. Comprender que somos el mundo posibilitaría una visión más respetuosa de todos los seres vivos  la tierra, los minerales, el agua sobre todo.

NO, pero no, debemos estar más armados para ser los más poderosos, los más ricos, los dueños de todo. Y para tener todas las armas necesitamos todo el dinero y para tener todo el dinero, tenemos que matar a todos.

Todos vamos a morir obligatoriamente, porque venimos al mundo sin que se nos consulte, obligados también.

Por eso urge una educación pandémica  que se funde en el respeto al otro. En no competir con el otro. Que en lugar de competir por el oxígeno lo compartamos, porque todos dependemos del oxígeno. Aprender a compartir el mundo, es aprender a compartir el oxígeno, es aprender a compartir la vida. No los bienes, no el dinero, no el poder, no la propiedad, no el lucro, sino la vida.

Una educación pandémica, se basa en entender que todos somos maestros y estudiantes, que todos tenemos una experiencia que compartir, que los padres de familia aprenden y enseñan todos los días; y que para ser maestro no lo soluciona el dinero, la plaza, el cuaderno, el libro, sino la intención, el interés, el respeto, el deseo de compartir un mundo que es la vida de todos. Los pedagogos salen sobrando si todos compartimos lo que nos hace mundo: el Oxígeno.

Imagen: Demián Flores (Juchitán, Oaxaca 1971). Covid 19. Punta seca coloreada a mano con hoja de plata. Medidas: 21 x 27.5 cm. (papel) 9.5 x 14.5 cm. Edición: 20 impresos en La Curtiduría, CDMX.

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