Claudia Caballero, reporta desde la Caravana El Sur Resiste.
La comunidad El Bosque, situada en la costa tabasqueña, ofreció una conferencia de prensa en noviembre para dar a conocer su dramática situación: un pueblo enterrado por el mar. Desde hacía ya más de cuatro años se sentían los efectos de la erosión de la costa. Pero fue a partir de noviembre que la situación se volvió una emergencia. Y es que en palabras de Juan Manuel Orozco, integrante la organización Conexiones Climáticas, se está perdiendo costa a un ritmo acelerado, 10 metros por día.
La causa: la emergencia climática, explorando a detalle las condiciones que pudieron generar esta situación, Juan Manuel nos comenta que la infraestructura petrolera que rodea las plataformas afecta la hidrodinámica marina. Así como la extracción de material para la construcción, ya que esta zona de Tabasco es de la más explotada. Adicional a ello, el mal llamado Tren Maya y la Refinería Dos Bocas han necesitado gran cantidad de material para rellenar las más de 200 hectáreas de destrucción de manglares.
La Caravana el Sur Resiste se encontró con esta comunidad para solidarizarse con ella el pasado 29 de mayo. Cerca de 150 personas caminamos por esta costa con la sensación de estar visitando un cementerio en la playa. El mar ha enterrado casas, escuelas, centros comunitarios, la historia y forma de vida de un pueblo entero. Las palabras de Guadalupe Covas parecen una profecía, pero son una realidad para estas personas, “somos los efectos del cambio climático”. Recuerda y nos dice “cuando yo oía de cambio climático, era una voz lejana, no estaba cerca de nosotros. Yo decía que se cuide la gente que vive en México, porque ahúman como locos con los autos. Nosotros vivimos sin contaminación, pero no me acordaba de que el mar estaba cerca. Y que más pronto que lo esperamos iba a estar aquí. El cambio climático no lo provocamos nosotros, pero igual lo vamos a pagar todos.”
En esta comunidad aún resisten 50 familias, quienes están exigen una reubicación digna. No como la que les ofrece el gobierno, que ha instalado algunos cuartos de metal sin ventilación (en medio del intenso calor de Tabasco), electricidad o drenaje. La reubicación prometida tardará en el mejor de los casos 7 meses, pero nuestras anfitrionas saben que más pronto vendrá la temporada de huracanes, y con mucha valentía en sus palabras nos dicen, quienes vivimos aquí sabemos que podemos desaparecer de la noche a la mañana.
Juan Manuel nos explica que no existe ningún plan de contingencia gubernamental para las consecuencias de la emergencia climática, mucho menos presupuesto asignado para atender a los afectados. Si el gobierno está ignorando estos casos, que cada vez serán más frecuentes, los pueblos, barrios y en general la sociedad, ¿seremos capaces de verlos de frente y actuar en consecuencia?
El recorrido termina en un emblemático lugar. En el muelle donde llegó Hernán Cortés, nos dicen con el orgullo que solo el arraigo puede forjar, que sus antepasados fueron quienes vieron por primera vez esos navíos españoles. Y nos dicen “ahora vemos del otro lado tres plataformas petroleras, como si fueran las carabelas, la Pinta, La Niña y la Santa María, observando cómo se destruye nuestro pueblo”.
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