Una docena de monedas sociales en México demuestran que esta práctica comunitaria está en auge.
Pablo Correa
Ciudad de México // 24 de Diciembre de 2013
¡No son moneditas de oro pa´caerles bien a todos! Sin embargo, estas monedas comunitarias o sociales, sí que caen bien a pequeños productores, comunidades, o simplemente a grupos de personas que buscan proteger y fomentar su economía local.
En México existen al menos unas 12 monedas que circulan con vigor en varios estados de la Republica Mexicana, así, rompen con paradigmas y problemáticas que la moneda convencional y oficial impone. Basados en la confianza entre ciudadanos las monedas buscan fomentar la producción de la comunidad, propiciar el consumo local, casi siempre con un toque de identidad.
La prueba de que estas iniciativas ¡No son moneditas de oro… es el Tumin, una moneda social que desarrollan productores de la comunidad del Espinal en Veracruz. En 2012, fue denunciada por el Banco de México, según esta institución gubernamental, por intentar sustituir la moneda nacional.
El Túmin es una moneda que ha revitalizado estas prácticas. Juan Castro, uno de los impulsores explica que las comunidades, grupos y/o colectivos deben tener su propia moneda como ejercicio. “Hay que quitarse el miedo al gobierno”.
Las monedas son sólo un instrumento
En algún punto de la historia humana el intercambio satisfizo las necesidades de productos entre nosotros, para después dar paso al dinero ideado como una herramienta que propiciara el intercambio. Sin embargo, hoy en día los sistemas monetarios oficiales no ven al dinero como herramienta, y más bien, la moneda se ha convertido en un objeto acumulable.
Algunos investigadores, sitúan la aparición de las monedas sociales como una práctica de emergencia que buscaba aminorar la escasez de la moneda oficial luego de la Gran Depresión de los años 30. Hoy, se calcula que alrededor del mundo funcionan más de 4 mil sistemas monetarios sociales o comunitarios.
Flamantes monedas
En México las monedas comunitarias se sitúan en los años noventa, y uno de sus impulsores ha sido la Red Tlaloc que trabaja en la Ciudad de México. Luis López Llera, uno de los fundadores de esta red, ha expresado que “las monedas son experiencias de rebeldía, emancipación y de libertad auténtica”.
En el año 2013, la Red Tlaloc con su experiencia ayudó a desarrollar al menos a tres monedas comunitarias en Querétaro y Jalisco. En agosto, propició un inédito encuentro de ocho monedas dentro de la Feria de Productores y Consumidores Vida Digna en Dolores Hidalgo, Guanajuato.
El Kuni, el Verdillete y el Itacate son los flamantes dineros que en 2013 se integraron a la familia de monedas sociales en México.
El Kuni funciona en la zona nhanhú de Querétaro. Con una experiencia de varios meses ha comercializado 35 mil pesos en Kunis, mismos que se han desarrollado entre 22 productores de maíz orgánico, hortalizas, jabones, artesanías, pan artesanal y hasta servicio dental.
“En lo que más salimos ganando fue en la cercanía y la comunidad, fue en lo que salimos ganando, más allá de productos y servicios, acercarnos como comunidad fue bellísimo”, explica Ricardo Vélez.
El Itacate es una moneda en Guadalajara que comenzó a utilizarse en mayo de 2013, por medio del Corredor Cultural Expiatorio en el centro de la ciudad. Los usuarios del Itacate son 53 productores que trabajan por áreas de productos naturales, una alternativa en donde interactúan artesanos, una de talleres y una indígena.
El Verdillete es la moneda de los niños que se basa en la conciencia ambiental. Participan aproximadamente siete grupos del Centro Educativo Jardines de la Ciencia en la ciudad de Querétaro. Arranca cuando inicia el ciclo escolar y se lleva a cabo durante todo el año. Para adquirirla se deben recolectar residuos que los llevan a un centro de acopio, mismos que dejan una inversión para fabricación de productos por parte de alumnos.
Monedas artísticas
El Cacao es la moneda que utiliza la Cooperativa Autónoma de Comercio Artístico de Obras, mejor conocida como CACAO. Usada en algunas ferias artísticas en la Ciudad de México, está basada en el árbol y fruto como una recuperación de las formas de intercambio mesoamericano. En esta moneda un Cacao equivale a 20 pesos y está pensada para que los artistas de esta cooperativa intercambien sus productos.
El Varo es la moneda nacida en el Faro de Oriente en el DF, a raíz de un banco de tiempo que según sus impulsores los rebasó burocráticamente, decidieron que la mejor forma de estructura de este banco fuera a través de una moneda solidaria. El Varo a diferencia del peso, si no te lo gastas en cuatro meses, caduca.
Además, es una moneda que tiene memoria, pues en el reverso uno puede anotar la transacción utilizada. De tal manera que cuando a uno le llega un Varo, uno puede ver para que se utilizó. Esta moneda solidaria no tiene un valor intercambiable con el peso, por lo que el valor, es el que dan sus usuarios.
Genealogía
La lista de monedas es larga, desde el mezquite que funciona desde 2005 anualmente, la pionera moneda Tlaloc, la Mixiuhca con su carácter barrial, hasta la eternamente moneda joven Fausto, marcan un auge en la iniciativa de la economía solidaria.
Así, estos sistemas monetarios mexicanos en crecimiento, reconcilian la vida productiva, económica, artística, personal y profesional de muchos mexicanos. Algunas extintas, otras pasajeras, unas para llevar como el Itacate, unas con memoria como el Varo, todas son parte del árbol genealógico de las monedas sociales que a ramalazos de conciencia no dejan de florecer.
La Coperacha
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