Publica libro sobre una teoría propia de la economía solidaria.
El profesor investigador de la Universidad de Monterrey (Udem), Eduardo Enrique Aguilar, publicó a finales de 2024 el libro “Sobre una teoría general de la Economía Solidaria”, el cual está disponible en su versión digital y será presentado en mayo en algunos estados como Jalisco, Puebla, Tamaulipas, Michoacán y la Ciudad de México.
Entrevistado por La Coperacha, el académico puso una primera luz sobre los alcances de su reciente publicación, pero también una mirada a la situación de la economía social solidaria en México en el contexto de las presentaciones de planes federales de desarrollo económico como el Plan México y la elaboración del Plan Nacional de Desarrollo.
Una teoría desde la economía solidaria
El autor plantea que su investigación enfatiza en la falta de una teoría propia de la economía solidaria, pues los estudios de la Escuela Latinoamericana de la Economía Solidaria siguen usando herramientas de la economía neoclásica, e incluso, “los aportes más interesantes provienen de la antropología y la sociología”.
Bajo la lógica de que la teoría siempre debe ser funcional para la transformación social, es que el académico propone un marco teórico desde la economía solidaria que la ayude a construirla y entenderla con herramientas propias.
Fin del neoliberalismo por decreto
Al echar un vistazo a los últimos años de la economía solidaria en Latinoamérica, Enrique Aguilar señala un retroceso. Junto con el investigador Gustavo Oliveira sostienen que se ha dado “una amalgama del movimiento social con los gobiernos progresistas, siendo que uno de los pilares fundamentales de la economía solidaria es la autonomía y la autogestión, entonces cuando caen los gobiernos progresistas, el movimiento se empieza a desarticular”. Se debe repensar esa relación entre el Estado y los movimientos sociales y darle más peso a la autonomía y la autogestión, apunta.
Afirma que no se puede terminar al neoliberalismo por decreto aunque sí puede haber una modificación de lo que se llama “neoliberalismo desde arriba”, es decir, esa disputa que busca ampliar al Estado frente a la promoción del libre comercio como ocurre en México, o por el contrario, lo que ocurre en Argentina donde hay un fortalecimiento del neoliberalismo desde arriba.
Tampoco hay que perder de vista, señala el autor, al “neoliberalismo desde abajo”, que se traduce en la lógica del emprendedor, de la autoexplotación, del individualismo exacerbado, con relaciones sociales mediadas por dispositivos, con menos contacto humano, que ha mermado a la solidaridad, y que genera una enorme tensión entre la persona que quiere ser solidaria pero al mismo tiempo es individualista.
Plan México extractivo
Al hacer una revisión de los planes de desarrollo económico presentado por el gobierno federal como el Plan México, o la construcción del Plan Nacional de Desarrollo, que se elabora a partir de foros del 6 al 19 de enero, el profesor de la Udem afirma que no están poniendo al centro la organización de la solidaridad ni a la economía solidaria.
Por el contrario, apunta, “el Plan México es un plan para capitalistas, estuvo dialogado siempre con los capitalistas más poderosos de este país”. Reconoce que es un plan heterodoxo que busca sustituir importaciones, que es algo que se ha buscado por tiempo, propio de un capitalismo de Estado, “pero hay grandes ausentes, no se habla de otro tipo de economía, como la economía ecológica”, señala.
“Y aunque el Plan México sí dice que va a mitigar el cambio climático, la verdad es que no hay ningún ningún indicio de que eso sea así, al contrario, es un plan de desarrollo económico con alta utilización de energía, con alta extracción del entorno natural, es casi un hecho que va a vulnerar a un montón de comunidades y de defensores y defensoras del territorio”, afirma.
Legitimación de la política social
Por otro lado, expone, el Plan Nacional de Desarrollo está viendo a la economía social y solidaria de una manera muy asistencialista. “El hecho de que el Instituto Nacional de la Economía Social (INAES) siga en la Secretaría de Bienestar y no esté en la Secretaría de Economía y por tanto ni siquiera esté considerada en el Plan México pues sigue teniendo esa lógica de economía para los pobres, economía de subsistencia, altamente asistencialista”.
Sobre el foro para integrar a la economía social y solidaria en el Plan Nacional de Desarrollo programado para el 16 de enero en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), unidad Azcapotzalco, el académico destaca el simbolismo que se realice en esa universidad, la cual ha tenido en los últimos años una actividad importante en favor de este tipo de economía; sin embargo “hay ausentes, carece de organizaciones de base, la gran ausente es la economía social solidaria la cual tiene expresiones muy diversas y diferentes a lo largo del país”.
“Será creo yo, un espacio de legitimación de la política social porque lo que se ha solicitado desde hace muchos años, la renovación de las leyes (de economía social y cooperativismo) sumamente criticables, tampoco se está poniendo en la mesa”.
Señaló que “siempre hay ciertos actores, como las grandes cooperativas de ahorro y préstamo, que ahora son mini bancos, que tienen mucho manejo político para sus propios intereses y no representan a todos estos grupos de personas que sí quieren transformar la economía con otras bases y principios”.
CDMX referente
Al cuestionarle sobre algunas acciones concretas que se pudieran hacer para ir fortaleciendo al sector de la economía social solidaria, el profesor investigador propuso mirar lo que ocurre en la Ciudad de México, que califica de referente.
“Hay diálogo con organizaciones de base, hay programas con muchos años de experiencia, una apuesta clara de manera transversal, una lógica de acercar al sector académico, y se le están inyectando recursos”. En cambio a nivel federal “vemos una política de la economía social solidaria más tangencial, más periférica, con esta lógica más asistencial”, sostuvo.
Sobre lo que se puede hacer desde las organizaciones de base en la economía solidaria, el académico planteó la necesidad de fomentar la organización del consumo y tener entidades capaces de dar información, que aporten datos de los flujos económicos, “cuánto entra a los barrios, cuánto sale y dónde se está yendo” y a partir de ello tomar decisiones, gestionar la economía y la solidaridad.
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