Organizaciones llaman a reconocer las limitaciones del modelo económico desarrollista.
El colectivo de organizaciones Manos Unidas por una Cuenca Libre presentó el 25 de abril en Puebla los resultados de la investigación “Radiografía territorial de los proyectos extractivos e industriales en la Cuenca Río Libres-Oriental”. Con la investigación, el colectivo advirtió del alto riesgo de colapso “ambiental, alimentario y social” ante la proliferación de industrias extractivas en la zona.
La Cuenca Río Libres-Oriental abarca 22 municipios de Veracruz, Tlaxcala y Puebla. Durante la última década, las comunidades del lugar han resistido intentos de extraer agua para su envío a la Ciudad de México, la instalación de una central hidroeléctrica y múltiples proyectos de extracción minera.
La cuenca es considerada el “granero de Puebla”, en particular el municipio de San Salvador El Seco. Según datos reportados por Manos Unidas, en 2006 se produjeron al menos 38 mil toneladas de maíz, en su mayoría por el método de temporal, lo que lo hace más sensible a las sequías.
Manos Unidas reportó que en la cuenca se encuentran un mínimo de 29 concesiones vigentes para explotación de recursos naturales, sobre todo en las áreas más elevadas. Además, hay al menos 100 granjas porcícolas, una cervecera y una planta de montaje automotriz, entre otras industrias de menor tamaño.
La Cuenca del Río Libres-Oriental es una de las dos cuencas sobreexplotadas de Puebla, asimismo, ocupa el lugar 22 a nivel nacional en nivel de explotación, después de subir desde el puesto 35 hace en el que estaba hace cuatro años. El colectivo Manos Unidas consideró de gravedad la rapidez con la que están acelerándose los ritmos de explotación industrial de la cuenca.
Afectaciones del modelo extractivo
En la introducción de la conferencia se planteó que “el riesgo es totalmente la desaparición de la vida de sus pueblos como la conocemos, de la flora y fauna, y en el centro de todo, el agua”. Es decir, las organizaciones consideraron que el riesgo socioambiental por el que pasa la cuenca del Río Libres puede impedir el desarrollo de la vida humana y no humana en la región.
David Torres, de la Red Eclesial Ecológica Mesoamericana, consideró que el modelo de desarrollo económico de las últimas décadas ha demostrado que no mejora la vida de las personas entre las comunidades donde se implantan proyectos extractivos, además, este funcione a partir de la represión a defensores del territorio.
El representante eclesiástico recordó que “se debe promover” un cambio de conciencia que aleje a la sociedad del consumismo, que por una parte promueva entre el gobierno y los empresarios el reconocimiento de producir solo lo necesario conforme las necesidades de las personas, y que las personas aprendan a consumir el mínimo necesario para satisfacer sus condiciones de vida.
La activista Silvia Villaseñor del Instituto Mexicano para el Desarrollo Comunitario señaló algunas de las contradicciones del modelo industrial que los gobiernos han promovido en la Cuenca. Por ejemplo, en el área existe uno de los rastros más grandes del país que contribuye a la contaminación del acuífero, a pesar de que cuenta con “todas las certificaciones ambientales”.
Silvia Villaseñor también señaló que no hay que dejarse llevar por la idea de que “todo lo verde es bueno”, en referencia a granjas de paneles solares en la cuenca, las cuales se construyeron para proporcionar energía “limpia” a la industria, pero que para su construcción es necesario dejar “estéril” (sin vegetación) cientos de hectáreas.
Ana Paula García, directora del Centro de Estudios Ecuménicos (CEE), concluyó la conferencia llamando a nombre del colectivo Manos Unidas. La directora del CEE remató que en Manos Unidas llaman a no invisibilizar y a proteger a las comunidades defensoras del territorio, tanto a gobiernos como la industria privada. Además, llaman a que la sociedad reconozca que son necesarios otros modelos productivos para detener la crisis medioambiental en Libres y en el mundo.
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