Más de 200 clubes han resurgido de la mano de aplicaciones digitales para evitar aglomeraciones.
Redacción La Coperacha
Ciudad de México // 06 de mayo de 2020
Argentina, un país que rebasa los cinco mil casos confirmados de contagios por coronavirus, revive la práctica del trueque que durante la época del corralito, entre el 2001 y 2002, usaron más de dos millones de personas.
En el país de Maradona, que implementó el confinamiento masivo desde el 22 de marzo, han resurgido 200 clubes de trueque, que, a diferencia de sus antecesores, ahora usan las aplicaciones digitales para realizar los intercambios y no generar aglomeraciones.
Un trabajo periodístico de El País dio cuenta de la manera cómo estos clubes, que regresaron con fuerza en 2018, en los días más críticos del ex presidente Mauricio Macri, ahora se han adaptado a las medidas de distanciamiento por la pandemia.
Daniel Branda, coordinador del club de trueque de Alumni, ubicado a 60 kilómetros de Buenos Aires, y donde cada martes un centenar de personas hacían intercambios, explica su adaptación.
“En la primera etapa de la cuarentena cortamos todo, pensando que en 15 días retomábamos. Luego nuestro problema fue que ya no podíamos juntar gente en el club, porque hay 50 participantes por trueque. Entonces reactivamos el trueque por pedido”, describe.
Los socios realizan los encargos a través del WhatsApp y los productos se entregan en un punto de encuentro, explica. Si el valor de los productos son diferentes o las necesidades de las personas no coinciden se paga con crédito que se intercambia en la comunidad. Se practica un trueque de crédito.
Uno de los fundadores de los clubes de trueque, Rubén Ravena, recordó que cuando la crisis del corralito ya existían grupos de intercambio, y en 2002 fue el bum, con seis mil de éstos en iglesias, sinagogas, salones o clubes.
Otra opción implementada, además del trueque y el trueque de créditos, es la feria de productos. Ésta es abierta a todos los vecinos del barrio y se intercambian los productos por pesos a precios bajos.
Las personas hacen fila en la acera, portan cubrebocas y toman su distancia. “Se vende muy barato en la feria y a último momento lo que queda se pone en créditos de trueque, porque la gente no tiene dinero”, dice uno de los organizadores.
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