Cuando las Lulús y los Patos se convirtieron en reporteros.
De un curso solidario de redacción y periodismo a un periódico “fundamental en la vida de la prensa marginal e independiente del país” en los noventa, así lo recuerda el escritor mexicano, Pino Páez, al relatar la historia del diario Agua Cero realizado por cooperativistas y simpatizantes de las Lulús y los Patos.
La Fundación Cultural Trabajadores de Pascual apoyó este ejercicio periodístico con la impresión del Agua Cero. Había mucha efervescencia en la fundación, recuerda el también editor del diario, y destaca que lo importante para la cooperativa era generar “una masiva capacidad de aportación y solidaridad para la gente creativa del país”.
De un curso solidario de periodismo a la imprenta
El acercamiento de Pino Páez con Pascual se dio cuando estaban la resistencia de los obreros y sus familias. El también periodista, tenía una amistad con Alejandro López Mejía, un compañero despedido durante la lucha sindical en refrescos Pascual.
El escritor cuenta que, ya con la cooperativa formada, le pidieron dar un curso de redacción y periodismo en la Fundación Pascual. En el taller se destacó la figura de Juana Belem Gutiérrez de Mendoza, periodista mexicana de inicios del siglo XX. De acuerdo a Páez, la idea era que las compañeras pudieran hablar de qué pasa, en términos históricos, en lucha de la mujer en México y en el mundo.
A raíz de esta experiencia de comunicación es que las Lulús y los Patos proponen sacar una publicación. Ahí nace Agua Cero, “Agua como parte fundamental de la vida y Cero como una aportación filosófica importantísima de los mayas”, explica el periodista.
Muchos Patos y Lulús se convirtieron en reporteros, expresa Páez, entrevistaron a la cantante de blues Betsy Pecanins, al escritor Carlos Monsiváis, a la actriz Meche Barba, al pintor José Luis Cueva, entre otras personalidades.
“Ahí empezamos a generar una idea de lo que era el taller y a formar una nueva vida política a nivel impreso, pero con la suficiente calidad y profesionalización”, señala el autor de Sin redundancias Puebla se puebla de pueblo.
El aguacerazo
El periódico inició en diciembre de 1996 y contó con ocho páginas de tamaño tabloide que después creció a 16. La cooperativa Pascual financiaba la elaboración. En el caso de los tres primeros números nadie recibió pago, todo el trabajo fue solidario, asegura Pino Páez.
Le decía al equipo de reporteros, recuerda el escritor, que había que hacer las entrevistas, “pero no de florero ni tampoco de agresión, sino con preguntas que quizá no fuesen agradables, pero que eran importantes para el lector” para profundizar en los hechos. En el primer Agua Cero aparece la entrevista a los trabajadores de Texcoco hecha por López Mejía, cooperativista e integrante del periódico.
Para vestir el periódico se apoyaron en dibujos hechos por compañeros del Taller de Gráfica Popular. Al inicio fueron trabajos solidarios y después, a petición de los artistas, la Pascual retribuía con una “cooperación no grande, pero sí digna”, comenta el periodista.
La distribución del periódico se hacía en universidades, fábricas, a personas que estaban en algún movimiento de resistencia y, cuando se podía, en algunos estados del país.
Pino recuerda que después de unos números del Agua Cero, llegó a Pascual una solicitud por parte de la Hemeroteca Nacional de México, basada en artículos de la ley, para que le mandasen dos números de cada edición para preservar la memoria histórica de la cultura de México.
Un mal entendido
En Agua Cero había una sección que se llamó Bajo la regadera, un espacio dedicado a la autocrítica. Un día se imprimió sin esta sección y en su lugar apareció un anuncio comercial. Se debió a que la persona que le vendió la imprenta a la Fundación Pascual, creyó que era una crítica a él. El periodista decidió sentarse a platicar con la cooperativa y dejar descansar una temporada el periódico.
Ello no significó una ruptura entre el periodista y la cooperativa: “Yo con Pascual mantengo una relación de amistad muy profunda”. En ese sentido y en el contexto del 30 aniversario de la Fundación Pascual, Pino Páez le desea a la fundación reforzar su cercanía y vinculación con las condiciones sociales actuales “como ocurrió en los inicios de la cooperativa”.
La Fundación Pascual imprimió los 16 números del Agua Cero. Además, publicó algunos libros de Pino Páez como A solas en el altar (1997) y Cómo vuelan las centurias (2018).
Serie 30 Años de la Fundación Cultural Pascual
Colaborar con Fundación Cultural Pascual fue una experiencia única: Joaquín López “Chas”
Las cadenas entrelazadas de la solidaridad obrera, cooperativa y plástica