Las tejedoras rescatan saberes, usos y prácticas ancestrales, a través de la marca colectiva Thañí.
En Santa Victoria Este, una localidad al norte de Argentina, mujeres indígenas wichí venden sus textiles artesanales en internet a través de la marca colectiva Thañí, que se puede traducir como “Viene del monte”.
Las tejedoras wichí, provenientes de comunidades desperdigadas en el monte tripartita de Argentina, Bolivia y Paraguay, a la vera del río Pilcomayo, participaron en el primer encuentro de los grupos de tejedoras que colaboran en Santa Victoria Este.
Los textiles artesanales son realizados con fibras y tintes naturales, “cada una de nuestras piezas es única, irrepetible, hechas a mano, bajo la sombra de los árboles, cerca del fuego con el que cocinamos. Cada figura geométrica que representamos tiene significado, un mensaje ancestral, lleva en ella historias de nuestra cultura”, explican las tejedoras wichí.
Además, comentaron que desde hace muchos años se han dedicado a los textiles, “realizamos tejidos para redes de pesca y para yicas (bolsos de mano) que usamos para ir a cazar y recolectar en el monte. Los diseños geométricos que realizamos son abstracciones de fragmentos de animales del monte o de la vegetación que nos rodea”, actualmente las tejedoras experimentan con nuevos diseños, materiales y confecciones.
En el grupo de tejedoras se puede encontrar una familia, como el caso de Anabel Luna, que a sus 25 años está empezando a aprender varias cosas, “está la familia completa, mi tía, mi hermana, mi mamá, mi abuela” y “yo aprendo de ellas”, expresa en una entrevista para el medio La Tinta.
Las mujeres wichí señalaron que “los tejidos posibilitan un diálogo intergeneracional”, pues “las adolescentes que se habían alejado de las costumbres ancestrales se sienten atraídas por esta práctica y reinician ese intercambio con sus mayores”.
Ellas tejen chaguar con la “técnica de las abuelas”, buscan la planta en el territorio “a más de 50 kilómetros de la comunidad”, menciona Julieta Ofelia Pérez, una joven tejedora de Alto La Sierra. Los chaguares “crecen en el monte y hay que meterse adentro para encontrarlo”, “se secan las hojas, luego se van sacando las espinas, después se las va machucando y se las seca, y ahí se obtienen las fibras y después los hilos”.
Para el tejido “se usarán puntos distintos, los más nuevos y también el punto antiguo que conservaron las abuelas y que ahora se están usando de nuevo”, proceso que “lleva más o menos dos semanas para hacer una prenda”, especificaron.
El tejido tiene una importancia capital en la cosmogonía wichí y de otros pueblos originarios, por lo que, las tejedoras consideran que la sociedad debe “darle un lugar a esa producción, a la memoria, que no tenga sólo un lugar en las plazas y ferias, sino que pueda ser reconocida, valorada, legitimada, como creación artística, como algo que se hace desde la libertad. Las mujeres eligen hacerlo”.
Con su arte, rescatan saberes, usos y prácticas ancestrales, y tratan de incorporar conocimientos nuevos para vender sus creaciones, ahora con el apoyo de la marca colectiva Thañí.
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