Oaxaca quiere educarse a sí misma

Entre resistencias, los maestros oaxaqueños trabajan un modelo comunitario, semillero de niños investigadores.


Redacción La Coperacha
Especial, enviados a Oaxaca // 06 de julio de 2016

La Oaxaca de nuestros días, de Nochixtlán y de los bloqueos, es la misma de 2006, de la comuna; la misma de 1995, del reconocimiento legal a sus usos y costumbres; la misma que en los 80, la emprendió contra el sindicalismo charro magisterial; y la misma del Siglo XVI, cuando zapotecos, mixes y chontales se rebelaron a la Colonia.

La Oaxaca de hoy está tejida con sus lenguas, saberes, fiestas, árboles y lluvia; enredada con algo que ella misma ha denominado comunalidad: Una visión del mundo que desde fuera no comprendemos o no hemos querido entender.

Oaxaca tiene que educarse a sí misma
El antropólogo zapoteco, Jaime Martínez Luna, encuentra en la orografía misma una razón de que sus culturas estén tan vivas. “Oaxaca visto desde arriba es pura montaña, las dos cordilleras mayores del país se reúnen ahí, tiene planicies chiquititas pero que no logran convertirse en centros de industrialización ni de monocultivos”, describe.

En esas montañas viven comunidades pequeñas, pero que “en ellas radica el valor cultural que nace de una ideología concreta, de una comunidad”, que genera primero libre determinación, porque a nadie le interesa meterse a un lugar que está hasta arriba de la sierra, afirma.

“Más del 80% de comunidades oaxaqueñas se autodeterminan. Oaxaca se autogobierna -por usos y costumbres a partir de 1995-, por eso tiene que educarse a sí misma”. Además, este lugar enclavado en montañas y rodeado de estados con más sierras “genera una forma de razonar la vida que no conocemos”.

Martínez Luna plantea que la educación es una “suma de elementos de conocimientos seleccionados para homogeneizar una visión de la vida”, por eso Oaxaca quiere educarse a sí misma, “porque ha percibido la separación tajante entre el salón de clase y la vida comunitaria”.

En esta Oaxaca de los maestros, comunal, han surgido propuestas académicas desde abajo, desde la raíz de una asamblea comunitaria. Han florecido modelos pedagógicos que hoy se celebran en España y Argentina, como la Secundaria Comunitaria Indígena y el Nido de Lenguas, que luego de 10 años apenas fueron reconocidas en las leyes locales, descentralizadas.

La secundaria por proyecto
En la secundaria comunitaria de San Pedro Yaneri, Oaxaca, una alumna corrige a su maestro. Le dice que ese año las lluvias no serán muchas porque la calandria hizo su nido muy alto. Cuando la calandria lo hace en las partes bajas, las lluvias comienzan pronto y son abundantes, le explica.

La alumna, indígena zapoteca (de lengua tidza’), está usando la técnica de la observación como parte de la metodología de investigación aprendida en la secundaria por proyecto. Ella está defendiendo ante una asamblea frente autoridades y maestros, un proyecto de investigación que desarrolló con sus compañeros a lo largo del ciclo escolar.

El modelo de secundarias por proyecto, formalmente llamadas Secundarias Comunitarias Indígenas, fue aplicado hace más de 10 años por los maestros indígenas, basados en la propuesta pedagógica de Francisco Covarrubias Villa, “ámbitos de indagación”, asesorados por maestros como Estanislao Millán, Jesús Diego Chávez, Javier Sánchez Pereira, Fernando Soberanes Bojorquez, y Jesús Madrigal Simancas, quienes hicieron los primeros aportes a este proyecto.

Daniel Villar Nolasco, profesor de la Sección 22 de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), comisionado a Secundarias Comunitarias, describe que en Oaxaca, a partir de la descentralización educativa en 1992, cuando se creó el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO), surgieron modalidades que atendían a necesidades propias, diferentes a las propuestas por la SEP y el Gobierno Federal.

Actualmente existen 10 secundarias por proyectos en las comunidades de Santa María Tiltepec, San Pedro Yaneri, Tlalixtac Viejo, Arroyo Blanco, San Andrés Solaga, San Juan Teotalcingo, Santa María Zoogochí, Guadalupe Nogales, San Marcos La Flor y La Chinilla.

“Nosotros entramos a zonas donde la lengua materna es la indígena, donde existen las 16 lenguas de Oaxaca, y donde la segunda lengua es el Español”, describe el profe Daniel Villar.

El modelo pedagógico
En las secundarias comunitarias no se imparten asignaturas, se trabaja por proyectos de investigación-aprendizaje que se construyen grupalmente con la intervención del consejo de Padres de Familia y con la Asamblea General de cada comunidad.

Los alumnos han propuesto “infinidad de proyectos, todos son diferentes y muy interesantes”, dice el profesor Daniel. Se ha trabajado lo que es el maíz, la cosecha, el proceso de nixtamalización, la elaboración de panelas, construcción de casas de adobe, elaboración del aguardiente, la basura, los medios de comunicación, el sistema solar, entre otros.

La investigación se sustenta en una metodología. Al inicio del ciclo escolar se determina qué se va a investigar. El periodo escolar se ajusta a los calendarios comunitarios, “porque las otras modalidades de secundarias, no concuerdan con lógicas de pensamiento o lógicas de tiempo o de entornos comunitarios”, como las necesidad de la milpa o de las fiestas, explica Daniel Villar. A veces un periodo puede durar tanto un ciclo escolar o dos ciclos escolares.

En el esquema de investigación se desarrolla una planeación, una ejecución “donde vamos a desarrollar investigación de campo, con entrevistas”, un seguimiento “que es donde entramos los maestros” y posteriormente las evaluaciones públicas, éstas se realizan ante la comunidad, en ambas lenguas, ante el Consejo de Padres de Familia, “se invita a las demás instituciones educativas y hay una sesión de preguntas y respuestas en relación con la investigación desarrollada por los alumnos”.

Semillero de investigadores
Los estudiantes también realizan investigación con otras personas de la comunidad, con sus mismas familias y con las tecnologías informáticas (TICS) apoyados con los docentes (en bibliotecas digitales, encarta e internet), así como libros de la biblioteca escolar.

El maestro se vuelve el moderador o el ayudante, “lo que queremos es que el alumno no esté pensando que el maestro lo sabe todo sino que aprenda a pensar, a repensar y a construir un proyecto de investigación”.

No existen exámenes, salvo la evaluación colectiva, los alumnos determinan quién está bajo en cuestiones de su proyecto y entre todos se comprometen para superar algunas deficiencias, relata Daniel.

Los alumnos se forman como investigadores, cuando egresan algunos se integran a la vida social de la comunidad con el sistema de cargos comunitarios, algunos se vuelven oradores en lengua materna, u oradores en su segunda lengua, el español, aprenden a argumentar sus formas de pensar, al trabajo colectivo y comunitario.

Incluso al ser evaluados por la prueba PISA (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes), la implementada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), los alumnos de las secundarias por proyecto obtuvieron una evaluación superior al promedio mexicano. No es casual que comunidades del Istmo y la Costa hayan solicitado implementar el modelo.

Tampoco es casual que Oaxaca sea el único estado que plasma su identidad cultural en su proyecto educativo, ni que los otros estados que tienen asomos de proyectos sean Chiapas, Guerrero y Michoacán, los mismos que se resisten a reformarse.

Fotos: Secundarias Comunitarias Indígenas

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