Desde la Comunalidad

Jaime Martínez Luna

Guelatao de Juárez, Oaxaca

Para cualquiera es un insulto decirle que vive en el error. Principalmente aquellos que desde pequeños han sido estimulados y a su vez han creído que toda su energía la han orientado a la obtención de un conocimiento que ayude a los demás. Los religiosos que se han pasado muchos años en descifrar la mejor manera para inyectar su doctrina, para salvar el alma o la vida de sus semejantes, a los que consideran necesitados de lo que ellos creen tener. Los científicos que han estudiado durante años, ya sea una ciencia exacta, natural o social, con el objetivo de poder resolver problemas que aquejan a la sociedad. Problemas matemáticos, económicos, de salud, de política, etc. Y están firmemente convencidos de que estudian para ser útiles a la sociedad. No se diga a los que estudian para transformar el estado de cosas, los que parten de las desigualdades y quieren corregir la marcha de la sociedad, entrampada en el neoliberalismo.

Eso sí, hay una gran mayoría que sólo estudia para conseguir empleo y no le importa vivir obedeciendo con tal de vivir tranquilo y en “paz”. Y es todo esto lo que genera cotidianamente lograr vivir en un mundo imaginado, creado a la luz de nuestros sentidos. Un mundo orientado a vivir buscando el cambio. Porque los cambios se estimulan desde y hasta en los púlpitos de una iglesia.

Aunque en la realidad se cambie para que nada cambie. Resolvemos necesidades creando otras. Erigimos nuevas leyes que substituyen a otras. Compramos para vender. Consumimos para hacer crecer la producción. En fin, vivimos para entretenernos y terminamos obedeciendo creyendo que hacemos revolución.

¿Y todo por qué? Porque nuestros sentidos estimulan constantemente un núcleo de “verdades” incuestionables.

Pensamos que nuestros sentidos nos ligan a un mundo que a diario deseamos mejor. Y como vemos, escuchamos, tocamos y olemos, creemos firmemente que lo que hacemos está en lo correcto.

Trabajamos, bailamos, comemos, nos divertimos y hasta sufrimos, como un resultado de lo que nuestros sentidos nos dictan y se consolida con lo que estudiamos y nos obligan a aprender convencidos vivimos creídos que es una realidad.

Nunca hacemos consciente que respiramos, que estamos atados al mundo por una realidad que no tomamos en cuenta.

Si entendiéramos,  si comprendiéramos, si percibiéramos, que lo primero es que respiramos el mundo y que con ello dependemos de su existencia, muchas cosas que entendemos en las palabras que nos han enseñado, no existirían. 

Reflexionemos sólo eso, y veremos porqué vivimos el error.

Imagen: Sabino López Aquino (Juchitán 1960).  Serpiente. Técnica mixta encáustica sobre madera.

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