Desde la Comunalidad

Jaime Martínez Luna

Guelatao de Juárez, Oaxaca // 06 de julio de 2020

Realmente, pocos se imaginaron que la cuarentena iba a durar tanto tiempo. Muchos nos imaginamos una quincena de vacaciones. Otros mucho menos. Pero para una gran mayoría,esta cuarentena que rebasa ya los cuatro meses es una verdadera pesadilla. Sí, para los que van al día, es decir aquellos que con su sudor diario tienen que, no solamente alimentarse, sino abastecer a su familia.

Pueden diseñarse los programas más audaces, pero el caso es que el problema no se resuelve.

Los que vivimos en el campo, realmente tenemos poco de que quejarnos. La prueba es que, con las lluvias y el desabasto de las materias, sobre todo alimentos, que provienen de las ciudades  hemos visto la riqueza que significa trabajar, sembrar, cuidar para cosechar y con ello, alimentarnos sanamente.

Los burocratizados, acostumbrados a comer en comedores, según nuestros ingresos, ahora aprendemos a cocinar, y de paso a valorar más lo sencillo, lo sano, que resulta de nuestro trabajo. Muchos, han descubierto que en sus solares se producen alimentos, que antes de la pandemia ni siquiera veíamos. Es más hasta considerábamos que eran simples yerbas que estorbaban.

Muchos machitos sin consciencia de ello,  nos hemos metido a lavar trastes, ropa, asear la casa, regar las flores, etc. Muchos incluso cocinan, lo que antes eran artículos de lujo, que ahora venden y llevan de casa en casa, para salir y platicar, como para animar la economía de la casa, que ha visto incrementar su gasto de luz, por el tiempo que usamos aparatos que antes ni tiempo teníamos de ver. Obviamente enriqueciendo a grandes negocios que ni siquiera vale la pena mencionar.

Pero los que viven del diario, sí que se las ven negras.

La violencia familiar se agudiza, no tener para comer pone de mal humor a cualquiera. Ver a una persona que antes mirabas sólo por las noches, y que ahora tienes la necesidad de exigirle a que te ayude en labores que a él o ella no le gustan, crispa la serie de traumas que teníamos escondidos, y que nos llevan a los trancazos.

Todos y todo sale cuestionado en ésta cuarentena. De paso se hace indispensable vencer al miedo de morir, sí, porque las farmacias, las clínicas estaban ahí para no morir, y ahora se tiene que hacer algo para no llegar al hospital, en donde apenas si logran atender a los más graves.

Todo esto va a dar muchos resultados. En cada lugar, calle, edificio, mercado, escuela, fábrica, club, algo va a cambiar. Si en el campo el trabajo se multiplica, en la ciudad el trabajo sufrirá u obtendrá cambios necesariamente.

Imagen: Enrique Flores (San Pablo Huitzo, Oaxaca, 1963). Pasadas las seis, Grabado.

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