Desde la Comunalidad
Jaime Martínez Luna
Guelatao de Juárez, Oaxaca
Democracia es un concepto que nació lejos de nuestro contexto real. Como se nos impuso el uso del español o castellano, así de manera obligatoria entendemos que “el poder del pueblo” es la democracia. Desde este razonamiento, si democracia es el poder del pueblo, un ciudadano debería tener como práctica la asamblea. Es decir, un espacio en el cual cada persona tenga la oportunidad de exponer su opinión de quien desea que lo represente. De manera visible y participativa, todo ciudadano, en asamblea podría ejercer ese “poder”.
Sin embargo, esto no sucede, salvo en aquellos espacios comunales en los cuales se tiene a la Asamblea como órgano rector de la vida. Por lo contrario, por democracia se entiende la elección de personas a quienes no se ve o se conoce. Y la participación de un ciudadano se da a través de boletas en las que solo se leen nombres o colores de partidos a los que no se pertenece. Partidos que, financiados por el Estado, imponen personajes, la mayoría con antecedentes desconocidos, muchas veces obscuros, que se impulsan para defender intereses que el “poder del pueblo” desconoce y ni siquiera imagina.
Desde esta situación, la palabra democracia, no es ningún poder del Pueblo, pues a quien se elige y por qué se le apoya, no está en manos del conocimiento del pueblo. Lo que queremos afirmar es que la Democracia no existe y que el contenido de la palabra no se alcanza a realizar. Por lo tanto, los que dicen representarnos en realidad no nos representan.
El argumento central es cuantitativo, el país, o la República es muy grande, y está presionada al diseño de mecanismos que puedan ser contabilizados y de esa manera tener una representación legalmente decidida por la mayoría.
Si la mayoría es la que tiene el poder y la lucha partidaria se hace un proceso normal que incluso su financiamiento es también legal, no solo financiamiento a la institución responsable de los comicios, sino a los partidos mismos. Los cuales con demostrar tener un determinado número de integrantes tienen el privilegio de ser financiados, no importando si lo que defienden son solo sus intereses.
Con lo expuesto, damos cuenta que la Democracia, no es lo que se dice que es, ni es un mecanismo legítimo, sino solo legal. Lo que le da un poder que no refleja la participación de la ciudadanía, mucho menos es un proceso que pueda decirse natural, sino una exacta ficción, o artificialidad que encubre el verdadero sentir de un pueblo.
Por otra parte, el uso del concepto Democracia, es sustentar el razonamiento individual como argumento central del pensamiento, cuando la elección de un representante debería ser una verdadera, clara y transparente visión comunal.
Afirmamos esto, porque elegir a un representante podría ser un procedimiento cualitativo, ampliamente participativo y de una percepción directa de la ciudadanía. Esto no quiere decir, que no vote la enorme población que conforma la República, sino que el procedimiento de voto pudiera ser comunal, es decir, que fuera fruto de un debate asambleario, en el que la comunidad pudiera participar con argumentos y se tuviera clara la decisión de por qué y a quién elegir.
En otras palabras, un voto comunal es distinto a un voto individual. Lo comunal en su asamblea participa activamente y en la llamada democracia no.
Estamos conscientes de que este procedimiento implicaría la existencia de muchísimas asambleas, por ahora inexistentes, sin embargo, se tendría un procedimiento más cualitativo que cuantitativo. Y las elecciones de los representantes sería más Comunal que individual. Oaxaca, Tlaxcala avisarán esa posibilidad.
Imagen: Rodolfo Morales (Ocotlán de Morelos, Oaxaca 1925 – Ciudad de Oaxaca 2001).
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