Todas juntas tomamos las calles

Foto: Ara Jiménez

Miles de mujeres gritamos por cada desaparecida.

Aranza Reynoso  
Ciudad de México // 09 de marzo de 2020

Ayer, la plancha del Monumento a la Revolución se llenó de la diversidad de mujeres convocadas por la emergencia nacional que vivimos y la falta de justicia. Ahí fue el punto de inicio de la marcha histórica de este 8 de marzo que se vistió de tonos violeta, verde, con algunos humos de color rosa y otros grises.

La pluralidad de mujeres se hizo evidente en una de las calles aledañas a la Plaza de la República, había dos chavas que estaban regalando pañuelos verdes. Adelante de mí iba una mujer de playera blanca que aceptó el pañuelo y cuando se dio cuenta que decía #AbortoLegalYa se los regreso a las jóvenes mientras decía sorprendida “Ay no, este pañuelo no lo quiero”.

Éramos tantas las mujeres congregadas ahí que caminar media cuadra podía tomar entre 10 y 15 minutos. El reto de encontrar a alguien o a un contingente era más complicado ya que el grueso de las personas que asistieron iban con sus familias, las amigas, las parejas, lo que hizo que la marcha estuviera mezclada.

La mayoría de las pancartas contenían mensajes como “ya no quiero tener miedo”, “lucha hoy para no morir mañana”, “México feminicida”, entre muchos más. Este domingo volvió a salir a las calles el cartel histórico de Esmeralda Vázquez, integrante de la cooperativa Chapata Vive, que dice “Despenalización total del aborto y educación sexual”.

Los gritos de “ni una más, ni una más, ni una asesinada más”, “no estás solas”, “yo sí te creo”, “(…) gritamos por cada desaparecida. Que retumbe fuerte: ¡nos queremos vivas! (…)”, no sólo inundaban las calles por donde pasaba la marcha, también ponía la piel chinita y hacía que recorriera por nuestros cuerpos la rabia y el reclamo de “queremos justicia”.

Foto: Ara Jiménez

Hubo dos templetes de denuncias: el primero fue sobre la calle Juárez, en la Antimonumenta, y el segundo en la plancha del Zócalo. Fue escuchar a las mujeres que han sido violentadas y sus casos continúan en la impunidad.

De acuerdo a datos de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, en México asesinan a 10 mujeres al día por el simple hecho de ser mujeres. De 2017 a 2020 lo feminicidios en México se incrementaron de 7 a 10.5 por día.

Tiene sentido marchar con el sol en la cara, pasar tanto tiempo paradas, gritar hasta cansar la garganta y eso fue lo que se vio en la marcha, que va más allá de la “violencia” que las manifestantes puedan hacer contra los monumentos, nos encontramos en emergencia nacional y ante la normalización de ésta.

La violencia estructural y sistemática que vivimos por el hecho de ser mujeres fue el motivo que nos convocó a tantas mujeres de diferentes ideologías, clases sociales, colores, tamaños, edades, mujeres indígenas, feministas y no feministas.

Las mujeres cooperativistas marchan
Este domingo fue la primera vez que las mujeres cooperativistas se autoconvocan para marchar juntas el 8 de marzo. Los retos: organización y vinculación.  

Para Lucía, de la cooperativa Fotosíntesis, es importantes que las cooperativistas se organicen para realizar “un protocolo en materia de atención a la violencia de género en el interior de nuestras organizaciones”.

“Vamos a convocar a una reunión para empezar a trabajar los aspectos que tiene que ver con el protocolo. Hay compañeras que tienen experiencia y nos van a compartir materiales” y también intercambiar sus vivencias de violencia y a partir de ahí incorporar nuevas acciones.

Las mujeres de la Cooperativa de Desarrollo Humano y Economía Sustentable señalaron que “si no hay una cooperación entre mujeres y organizaciones, la lucha no se va a dar realmente”, además a las cooperativistas “nos hace falta organización y vinculación entre cooperativas”.

Para Karla, que pertenece a esta cooperativa, afirmó que le que hace falta a las mujeres es “solidarizarnos entre nosotras y dejar de romper los vínculos entre las mujeres, es lo mismo en las cooperativas”.

Esmeralda, de la cafetería Chapata Vive, comentó que “las mujeres cooperativistas queremos estar presentes en la lucha por los derechos, como el derecho económico ya que las mujeres requerimos de una opción económica para no depender de nadie”.

Además, añadió que están por aprobar un protocolo contra la violencia hacia las mujeres, para que las clientas se encuentren seguras y sepan “que no vamos a aceptar que se violente a ninguna mujer”.

Por su parte, para Brenda Naranjo, de Liminarte, cooperativa cultural, es importante “no abandonar los vínculos que se hicieron el día de hoy y seguir resistiendo”.

La plancha del Zócalo fue el punto de descanso de las manifestantes y el lugar de encuentro para muchas. Ahí, en medio del cansancio, las denuncias y el nombre en el piso de las mujeres asesinadas, toparse con las amigas era sentir alivio de que al menos ese día nos volvíamos a ver.

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