Ante el avance del turismo masivo en Valle de Bravo, presentan Junta de Pueblos Originarios.
A una altura que ronda los 3 mil metros, arropada de pinos, oyameles, ocotes, arroyos y cascadas, la cosmovisión de los pueblos originarios de la cuenca Amanalco-Valle de Bravo, Estado de México, mira hacia el cuidado del agua y el bosque, y hacia las futuras generaciones.
En contraparte, el turismo masivo de Valle de Bravo, el crecimiento urbano y la agricultura industrial han lastimado la tierra y contaminado el agua de la cuenca. De ahí se surte el 30% del líquido que llega a la CDMX a través del Sistema Cutzamala.
Cuatro de los cinco pueblos ancestrales de la entidad (mazahua, otomí, nahua y matlatzinca) han dialogado por casi un año con acompañamiento del Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible (CCMSS) para hacer un frente común. Así generar una práctica turística de baja escala, de atravesar senderos, apreciar luciérnagas, avistar mariposas monarcas, sentir el viento, bañarse en temazcal y conocer la lengua de la única población matlatzinca en el país.
Nace Junta de Pueblos
Apenas el 8 de abril representantes de 10 ejidos y una comunidad leyeron ante la prensa un manifiesto para presentar a la Junta de Pueblos Originarios Coordinados para el Bosque y el Turismo (Pocbotu). La lectura fue al mismo tiempo una invitación a otros ejidos y comunidades de la cuenca para organizarse en proyectos productivos comunes y hacer frente a los problemas que aquejan a la cuenca.
“Se dice que nuestros bosques son para enviar agua a las ciudades. Pero son mucho más. Para nosotros son nuestra casa, el lugar donde nacimos”, inicia el manifiesto. “Los bosques nos dan agua, nos dan aire limpio, nos dan alimentos y plantas medicinales, nos dan recursos para vivir y su belleza nos permite disfrutar y recrearnos”.
Las comunidades de la Junta de Pueblos son Amanalco de Becerra, Capilla Vieja, Corral de Piedra, Potrero, San Bartolo, San Francisco Oxtotilpan, San Jerónimo, San Juan, San Miguel Tenextepec, San Miguel Xooltepec y San Lucas.
Para ellas el compromiso es conservar los recursos naturales, proteger el medio ambiente, promover un turismo equilibrado y la organización comunitaria.
Dejan clara su postura contra “los incendios forestales, tala ilegal, cacería, actividades turísticas masivas y de impacto negativo (…)”, pero también contra la extracción ilegal de recursos naturales como el heno, las orquídeas y las aves de la región.
De origen matlatzinca
Posterior a la lectura, doña Rosa Ramírez Martínez, ejidataria de San Francisco Oxtotilpan, no ocultaba su alegría por el nacimiento de “esta red” de pueblos originarios. La ejidataria matlatzinca hablaba de su pueblo y sus cabañas ecoturísticas.
“En San Francisco Oxtotilpan tenemos unas cabañas maatawi, queremos que nos visiten y hacer una red de turismo para tener un poquito de economía”, dice doña Rosa. Quiere que la gente los visite pero que no tiren basura.
Vislumbra tres problemas que afectan a su pueblo: los incendios, la falta de agua y la tala clandestina. “Nosotros no somos talamontes, cuidamos el bosque para que no se nos vaya el agua, que los bosques estén verdes”. Refiere a los programas de cortafuegos y chamusquines que implementan cuando miran lumbre, “vamos y los apagamos”.
Doña Rosa habla de cuidar el agua. “Es importante, porque si se llegara a acabar nuestra agua, qué va a ser de nosotros”, dice la ejidataria. Señala que ahora mismo “mi río se está bajando”, algo que no pensó llegar a ver, algo que en 2021 también afectó al turismo masivo en Valle de Bravo.
En la Peña Blanca, a 3, 300 metros de altura, nacen los afluentes que nutren la presa de Valle de Bravo. Visitar la peña con senderismo interpretativo es parte de lo que doña Rosa quiere compartir con un turista diferente.
“Las caminatas van con guías, van explicando los parajes, a través del diálogo entre matlatzinca y español”, dice doña Rosa. San Francisco Oxtotilpan también es reconocido por ser el único lugar donde se asientan los hablantes matlatzinca.
El joven Gabriel Martínez Carranza es gerente del Parque Ecoturístico Maatawi. Explica que es un proyecto de la comunidad, donde participan 54 personas ejidatarias como doña Rosa. La principal fuente de ingresos es el hospedaje en las cabañas y la gastronomía en el comedor comunitario.
Quiere que el manifiesto de la Junta de Pueblos se conozca en otros rincones del país, que “se regule el turismo y salga algún beneficio para las comunidades que son dueñas de estos territorios y se dedican a la conservación de los recursos”, en contraparte, añade, las empresas privadas los han afectado “sin dejar algún recurso o beneficio”.
Doña Rosa afirma: “Valle de Bravo es masivo, es un turismo muy grande, muy fuerte, pero nosotros tenemos nuestro río y tenemos las luciérnagas”.
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