Tacámbaro, “la meca del cooperativismo”

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Más de medio siglo de vida son muestra del arraigo y tradición cooperativa que una ciudad puede alcanzar.


Pablo Correa
Ciudad de México // 12 de septiembre de 2014

Hablar de Tacámbaro es hablar de cooperativismo, pues esta pequeña ciudad es, quizá, la que más vida cooperativa tiene en el país. Incluso, desde hace tiempo muchos la han llamado “la meca del cooperativismo”.

La ciudad “Heroica de Tacámbaro” está ubicada en el estado de Michoacán y sus raíces cooperativas se rastrean en los años 20, con alguna experiencia en cajas de ahorro y en la agricultura; posteriormente en la presidencia del general Lázaro Cárdenas, quien promovió como política la conformación de cooperativas a lo largo de país.

De entre los años 30 se recuerda una cooperativa de auto-transporte, su nombre fue “Tacamba”, a esta le siguió otra cooperativa de consumo que generaba energía eléctrica para sus socios, estos incipientes proyectos no duraron mucho tiempo, y no fue en esos años cuando el cooperativismo fraguó. Tacámbaro tuvo que esperar unos veinte años más para que las cooperativas llegaran para quedarse.

El cooperativismo llegó para quedarse”
La historia de Tacámbaro aquilata sucesos importantes dentro de la historia de México, pues fue ciudad conquistada por el pueblo Purépecha antes de la llegada de los españoles. Otro capítulo importante en su historia fue la defensa que esta ciudad hizo durante la segunda invasión francesa, cuando sus pobladores la defendieron de la toma que hizo un destacamento del ejército belga el 11 de abril de 1865.

En lo que respecta a la historia del cooperativismo ya como figura importante, fue hasta 1953 cuando llegó un proyecto cooperativo más acabado, fue una cooperativa de consumo llamada “San José”. Al año siguiente, en 1954, se fundó también la cooperativa de consumo y venta Cupanda, así se marcó el inicio de la vida cooperativa en esta ciudad.

Aunque la cooperativa “San José” sólo tuvo una vida de siete años, esta experiencia se suplió con otras iniciativas sociales pues los siguientes 20 años marcaron un florecimiento de abundantes cooperativas que iban desde la ganadería, albañilería y vivienda, hasta la cooperativa telefónica fundada en 1957. Esta última buscó crear una red local de teléfonos no obstante de la presión que ejercía la compañía de Teléfonos de México.

Otra cooperativa ambiciosa fue la “Tres de mayo”, conformada por 54 trabajadores de la construcción que lograron echar andar una línea de producción de materiales. Aunque fueron muchas las iniciativas cooperativas emprendidas a mediados del siglo pasado en Tacámbaro, muchas no lograron mantenerse.

Sin embargo, de las muchas semillas que se sembraron en el fértil terreno de esos años, resaltan la cooperativa de ahorro “11 de abril” y un poco más tardía la cooperativa de consumo “Micasa”, que hoy son pilares fundamentales del cooperativismo Tacambarense.

Doctrina cooperativa
El cooperativismo en Tacámbaro tuvo un fuerte participación de la doctrina social de la iglesia que caminaba bajo el cobijo del movimiento renovador del Concilio Vaticano II, así lo ha referido Don Florencio Cruzaley Suárez, unos de los impulsores del cooperativismo en Tacámbaro.

El Concilio Vaticano II tenía entre otros objetivos, llevar la disciplina eclesiástica a las necesidades y problemas actuales, con ello, se buscaba renovar la vida de la iglesia y sus actividades fuera de un dogma. Así, el aspecto social marcado por la desigualad, pobreza, la marginación, la precaria educación, fueron problemas que marcaron el actuar de varios padres y párrocos.

En Tacámbaro varios sacerdotes como José Zaragoza, que ya tenía experiencia en el funcionamiento de sociedades cooperativas, o el padre Luis Morales, quienes motivados por las experiencia europea de Rochedale, ayudaron junto con el movimiento local cooperativista a germinar “la meca de cooperativismo”.

“La Cupanda”
“La Cupanda” como le llaman sus socios, tiene una historia de sesenta años en la producción de aguacate. Iniciò en 1954 con 31 productores que buscaron la compra y venta en común con el objetivo de desplazar a los intermediarios que imponía condiciones abusivas en la comercialización del aguacate. Gran parte de su producción se encuentra en ciudades como Torreón, Monterrey, Puebla y la Ciudad de México, otra parte llega al mercado internacional como Canadá, Francia, Estados Unidos y otros países de Centroamérica.

Hoy en día está compuesta por 280 socios que producen sobre unas 750 hectáreas y con una producción de bajo impacto ecológico. “La Cupanda” es uno de los pilares del cooperativismo en Tacámbaro y desde hace algunos años instaló una planta procesadora de guacamole.

Aunque Felipe Gaytán, presidente cooperativa, acepta que no es fácil lidiar con el mercado y las diferentes visiones de los socios, afirma que “La Cupanda no es para que te vuelvas rico, sino para que te hagas mejor persona”.

Micasa
Surgida como cooperativa de consumo en 1974, y pensada originalmente para los socios de “La Cupanda”, con el tiempo se abrió a la población general de Tacámbaro. Hoy cuenta con cerca de 6 mil socios y ofrece desde productos de la región hasta los más comerciales y a precios menores que en tiendas departamentales.

Además de los productos de abarrotería también cuenta con papelería, farmacia, ropa, carnes frías, vinos y licores. Aunque más joven que sus cooperativas hermanas “La Cupanda” y la “11 de abril”, “Micasa” alcanza la madurez al cumplir sus 40 años.

11 de abril
El primer socio de la cooperativa fue Don Florencio Cruzaley Suárez, quien decía:

“El dinero propio obtenido con sacrificio y sudor, es para los cooperativistas como el abono orgánico… el dinero proveniente de crédito o donativos que obtiene de fuentes externa a nuestras organizaciones es como el abono químico… el primero lleva un crecimiento más lento, pero más sano y sostenible; el segundo puede causar un crecimiento más rápido, pero a la larga es dañino pues destruye la fertilidad de la tierra”*.

Hasta hace algunos meses, a la cooperativa de ahorro “11 de abril” ingresaban a unos diez socios por mes a la cooperativa. “Había gente que se venía a dormir aquí toda la noche para alcanzar ficha, porque las cooperativas tienen mucho prestigio”, dice Laura Pérez Villa, socia y miembro del Consejo de administración.

Esta cooperativa que funcionó por 40 años sin registro legal, pero sin ningún problema grave, ahora ha detenido la inscripción de nuevos socios a causa del proceso de exigente regulación que la Comisión Nacional Bancaria y de Valores realiza para las cooperativas de ahorro.

Esta cooperativa, es quizá la más representativa de las cooperativas de Tacámbaro. En los últimos veinte años ha sobrepasado el doble de sus socios y ha aumentando la capacidad de sus servicios. De 3 mil socios y 200 niños ahorradores que tenía en 1995, hoy tiene 8 mil socios y unos 4 mil niños ahorran sus domingos en la “11 de abril”.

“Todos los días domingos tenemos matiné para los niños, en donde para poder entrar los niños tienen que ahorrar y se les da un boleto, el propósito es ir sembrando la semilla en los niños”.

Esta cooperativa de ahorro sostiene un programa de 50 becas para jóvenes de secundaria, quienes a cambio se les pide que den un servicio social a la cooperativas.

Una para todas y todas para una
Tacámbaro cuenta con el Centro Cooperativo “Roberto Owen” en el que se realizan talleres para niños y adolescentes. Van de la repostería, lectura, hasta las actividades en torno a la educación cooperativa. Este centro funciona desde finales de los años 70, y fue creado en honor al padre del cooperativismo Robert Owen.

“Hay tres bienes que tienen en común las tres cooperativas, el panteón cooperativo, la ex clínica que acabamos de remodelar y el salón los pinos para eventos sociales.”, dice Joel Ocampo Rodríguez a La Coperacha.

“La Cupanda”, la “11 de abril” y “Micasa” no son las únicas cooperativas que hay en Tacámbaro, pero si las de más canas.

* Gaitán Cotés Austreberto. (1996) Tacámbaro, cooperativismo ejemplar. Cuatro décadas de experiencia probada. México: La Otra bolsa de valores #38

Nota relacionada:

En Tacámbaro: Cooperativismo de muchos aguacates y un panteón

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