Argentina es el país que tiene más fábricas recuperadas: Andrés Ruggeri

Tradoc y Pascual, experiencias que tendrían que ser más conocidas a nivel continental.


Redacción La Coperacha
Ciudad de México // 06 de octubre de 2014

Antropólogo Social, Andrés Ruggeri es un estudioso de las fábricas y empresas recuperadas en Argentina. Como profesor e investigador en la Universidad de Buenos Aires, ha dirigido el Programa de Investigación y Extensión, desde donde investiga y asesora a estas experiencias de los trabajadores en la autogestión.

Ruggeri, de manera constante expone la experiencia argentina de este movimiento a lo largo del mundo, esta posición le permite conocer, contrastar y dar una opinión del movimiento de fábricas y empresas recuperadas hoy.

En charla con La Coperacha, Ruggeri habla de casos que van de Argentina a a Grecia, pasando por México. Así como de las problemáticas y tensiones con el cooperativismo, la economía social y solidaria, e incluso la economía de mercado.

Andrés, ¿cuáles son los países que más recuperan fábricas?
Es un poco difícil de responder porque el concepto de fábricas y empresas recuperadas tiene poco de haber sido formulado en Argentina, que es este proceso de la fábrica o empresa que era privada y que se convierte en cooperativa.

No significa que antes no hubiera este mismo proceso, solamente que a eso se le siguió llamando cooperativa, control obrero, ó de distintas maneras que hace que en muchos lugares existan, pero como no se utiliza la denominación, no podemos saber a ciencia cierta cuantas hay.

No hay demasiadas investigaciones que estén concentradas en saber estos datos, hay movimientos que tienen empresas recuperadas que las integran, o hay investigadores que hacen estudios de caso como lo hicimos nosotros en Argentina, o como lo hacen en Brasil, y como ahora se está haciendo en Uruguay. Entonces, lógicamente la información más completa se tiene en estos países. Yo creo que Argentina es el país que tiene más, en el último trabajo que hemos publicando son cerca de 315 empresas recuperadas.

¿Cómo vez a México en esta materia de recuperación de empresas y fábricas?
Debe de haber muchísimas más de lo que se supone que hay, por este tema de conceptos y definiciones. Pero acá hay experiencias muy importantes que tendrían que ser más conocidas incluso a nivel continental.

No sé, Tradoc, Pascual y algunas otras. Me parece que México tienen un potencial enorme para desarrollar la autogestión, una experiencia muy grande, y lo que hace falta es empezar a unificar esas experiencias aunque sea en forma analítica. Meterse un poco en la discusión tanto teórico como de desarrollo práctico de los procesos.

Al mismo tiempo me parece que México puede estar en un contexto económico y político muy adverso al desarrollo de la experiencia. Nosotros tenemos la memoria del neoliberalismo de los noventa, si bien ahí empezaron las primeras experiencias de fábricas recuperadas que todavía existen ahora, eran extremadamente difícil en esas condiciones. Y me parece que México está en una etapa similar.

¿Fue la crisis lo que ocasionó el boom de las fábricas recuperadas en Argentina?
Sí, la crisis fue la que hizo visible. No es que en Argentina los trabajadores sean mucho más combativos o más propensos a la autogestión que el resto de los lugares.

Hacia fuera sí se puede percibir así…
Parece que fuera así, pero hubo un quiebre, un momento clave el que permitió ver que eso existiera, y fue la crisis tan brutal, tan de golpe. Se pueden tener los mismos efectos con una crisis que va de a poquito y que puede durar veinte o treinta años.

Pareciera que todo es derrota que es imposible sacar a la luz un movimiento fuerte, en cambio en Argentina tuvimos la suerte o la desgracia de ese estallido, de ese crack que de pronto provocó una movilización enorme y nos permitió ver la existencia de la empresas recuperadas, si no posiblemente no sabríamos todavía que existieran. Un conflicto allá, otro acá, sin conciencia de que eso puede constituir un movimiento en sí mismo.

Aquí la ley laboral de alguna manera impide ese fenómeno de huelgas largas y negociar la recuperación de plantas por los trabajadores.
Sí, en Argentina en los años noventa se desarmó toda la legislación laboral, lo que hubo no fueron huelgas, en la gran mayoría de los casos de fábricas recuperadas fueron abandonos patronales. Digamos que fueron los patrones lo que se fueron, y no los trabajadores que los sacaron.

En realidad son casos donde los trabajadores persisten en la fuente de trabajo y tratan de defender ahí lo poco que les corresponde. Los trabajadores tomaron las fábricas no porque quisieran ser cooperativistas, era porque era la única forma de conservar el trabajo, o por lo menos de poder cobrar las indemnizaciones porque los patrones se auto-robaban las máquinas.

Hay quienes hablan de una cultura de la recuperación de fábricas, ¿Crees que este concepto ayude a que se contagien estas experiencias?
Nunca había escuchado de la cultura de la recuperación, pero si de una práctica y una experiencia que se ha ido tomando como válida y como posible metodología. Y eso explica que haya cada vez más frábicas recuperadas en Argentina.

Cierran fábricas, cierran empresas y los trabajadores, aunque no en una forma mayoritaria, pero toman como una probabilidad poder seguir trabajando en esa misma empresa pero bajo modalidades de autogestión.

Muchas veces sin esperarlo, pero a veces con una predicción, pues van viendo que la empresa va mal y empiezan a tomar algunas precauciones que les permita organizarse mejor cuando llega el cierre de la fábrica. En los últimos tres años hay unos sesenta casos, en donde varios de los trabajadores ya tenían la cooperativa armada antes de que la fábrica cerrara.

Previamente hay un conocimiento del cooperativismo
Sí, es una herramienta de lucha, inclusive de lucha gremial. A los patrones les dicen “si vas a cerrar la fábrica nosotros vamos a seguir, y ya tenemos la cooperativa formada”. A veces por la amenaza de quedarse y ocupar e iniciar el proceso, los empresarios no siguen adelante en el proceso del cierre.

Dentro de los casos que se conocen, ¿cómo lidian las empresas y fábricas recuperadas con el libre mercado?
Son empresas que antes funcionaban en el mercado, empresas formales, capitalistas; y se sigue recuperando el mismo tipo de negocio. No hay en las empresas recuperadas, ni en el cooperativismo en general, una posibilidad de romper esas reglas del mercado creando otro tipo.

Lo que provoca enormes tensiones, enormes condicionamientos, primero porque los trabajadores no eran los que estaban pensando en la lógica empresarial. Y la otra parte de gestionar y desenvolverse en el mercado, que lo hacía otra gente, el propietario, gerentes, personal de ventas y marketing, que por lo general se van en los conflictos.

El otro problema es que la lógica solidaria que se puede generar en una empresa recuperada o una cooperativa, está en contradicción con la competencia y genera todo el tiempo una tensión importante. Por ejemplo el mercado impone el ritmo de trabajo, implica la demanda, el tipo de producción, el tener que renovar la tecnología para seguir el ritmo de los competidores.

¿Cómo se acerca el movimiento de empresas y fábricas recuperadas con el cooperativismo la Economía Solidaria y la Economía Social?
En los últimos tiempos hay una mayor acercamiento. Sí hay un problema de entrada con el cooperativismo más tradicional, que por lo menos en Argentina en sus orígenes obreros quedaron demasiado lejos. Pues muchas tienen prácticas de empresas capitalistas aunque sean formalmente cooperativas, están lejos de la subsistencia cotidiana que es lo que motiva la existencia de las fábricas recuperadas y eso ha provocado choques.

Incomprensiones mutuas digamos, se ven así mismos como trabajadores que están defendiendo su fuente de trabajo, no ven a los cooperativistas como trabajadores. Y a su vez estos cooperativistas piensan que las empresas recuperadas no son verdaderas cooperativas porque no surgen de la voluntad de la asociación, sino de la necesidad. Entonces hay como un desprecio.

De a poco, esos dos mundos se han acercado, pero creo que queda todavía una discusión muy profunda para que esto empiece a unificarse.

¿Qué tan importante es que haya investigación, análisis desde la academia sobre procesos de práxis en este tema?
Es importante, siempre y cuando esta investigación esté en interrelación con los protagonistas del proceso que es lo que tratamos de hacer nosotros, porque si no, no tiene ninguna incidencia ni conexión con la realidad.

Muchas veces y lamentablemente la producción académica es eso, por lo menos en ciencias sociales es eso, para ganar becas, y que aunque sean buenos lo trabajos, quedan en un circuito y terminan no aportando nada al desarrollo del movimiento.

¿Ha tenido impacto la experiencia Argentina en Grecia?
Por lo menos para los compañeros con los que nos reunimos, es una referencia, pues varios compañeros han estado allá. Y eso amplía las perspectivas, porque en general la luchas son duras y las perspectivas siempre son negras.

Hay un momento en la lucha que siempre parece imposible ganarla, y ahí sirve ver que en otros lugares sí se consiguió, y eso vale para Argentina. Hay conflictos ahora mismo, y siempre el apoyo de otras empresas recuperadas de los trabajadores levanta el ánimo, abre la luz y sirve para otros países.

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